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CONCEPTO ORIGEN Y
EVOLUCIÓN DEL
ESTADO
(Víctor Manuel Durán)
Como dice Allan Brewer Carías, "…el
tema del Estado ha sido, sin duda,
el tema medular de la ciencia
política de todos los tiempos. Las
reflexiones y estudios sobre el
Estado van desde
-
su magnificación hegeliana, al
plantear que todo lo que el
hombre es y se lo debe al
Estado,
-
hasta la consideración marxista
como un mero y simple
instrumento de dominio de una
clase sobre otra,
-
pasando por la concepción
liberal de la consagración de
derechos individuales frente al
Estado, a quien se consideraba
un ente separado de la
sociedad".
Si esto es así, es indudable que los
trabajadores al servicio del Estado
(los servidores o empleados públicos
y los obreros) tienen que conocer su
naturaleza y fines, su evolución
histórica y, sobre todo, qué tipo de
Estado requieren para sí mismos
(como patrono) y para la clase
trabajadora y la sociedad en su
conjunto. Ese es el propósito de
este documento.
Como dice L. Krader, en su libro "La
Formación del Estado", en el siglo
XIX hubo antropólogos que
defendieron la tesis de que la
sociedad y el Estado se dan juntos
en todas partes, que no había
sociedad humana que no tuviese
Estado. Hay antropólogos que hoy
sostienen ese punto de vista. De
todas formas, ya en el siglo XIX
también hubo quienes sostuvieron que
podía haber sociedad sin Estado."
En otros términos,
hay quienes sostienen que Estado y
sociedad son la misma cosa, en
cambio otros, sobretodo los
filósofos y políticos liberales del
Siglo XVIII, sostenían que sociedad
y Estado eran diferentes y en
momentos hasta antagónicos.
Es por este debate que es necesario
precisar los conceptos de sociedad y
Estado y hacer, aunque sea
brevemente un análisis de la
evolución histórica de la sociedad
humana.
1.1 El ser humano es un ser social
Según la concepción más
universalmente aceptada, el ser
humano es un ser de individual de
naturaleza social. Como individuo es
persona, es decir, es un compuesto
inseparable de materia y espíritu.
La materialidad le impone
necesidades fisiológicas tales como
comer, vestir, habitar, cohabitar,
que deben ser satisfechas de acuerdo
a su dimensión espiritual, es decir,
a su racionalidad y a su voluntad.
La espiritualidad le plantea
necesidades de conocer, reflexionar,
decidir-participar, de solidaridad,
estéticas, etc. En este aspecto de
la espiritualidad, la discusión en
todo caso se centra en si esta
espiritualidad es trascendente o no
y en si es de naturaleza distinta o
no a la materia.
1.2 Concepto de sociedad
Todas las corrientes filosóficas y
políticas, aún las materialistas y
las individualistas, están de
acuerdo en que los
seres humanos además de ser
individuos, es decir, seres únicos e
indivisibles, son seres sociales,
es decir, son seres que para
sobrevivir y desarrollarse como
seres humanos necesitan de la
cooperación y del auxilio de los
demás seres humanos. Experiencia
históricas recientes permiten
afirmar que aún cuando en algunas
ocasiones el ser humano ha logrado
sobrevivir sin el auxilio de los
demás seres humanos, (generalmente
conviviendo con lobos), también es
cierto que no ha logrado pasar de un
cierto nivel de animalidad y que no
ha logrado desarrollar funciones
básicas tales como el lenguaje y
otras.
Si los seres humanos son seres
sociales, esto quiere decir que
siempre han existido y conformado
sociedades. El término sociedad
tiene dos sentidos:
uno amplio y otro estricto.
En sentido amplio el término
sociedad se aplica a todo conjunto
de seres vivientes, en cuanto a que
su agrupación y grado de
organización interna se establece
tanto parta conseguir la
alimentación como para defenderse de
otros factores (otros seres
vivientes o fenómenos de la
naturaleza) que ponen en peligro su
sobrevivencia como especie. Si se
quisiera simplificar al máximo,
podríamos decir que las sociedades
no humanas tienen tres funciones u
objetivos básicos: comer, defenderse
y reproducirse a fin de que la
especie continúe. El ejemplo clásico
de sociedad en este sentido es el de
las abejas constituidas en colmenas
y el de las hormigas y su división
del trabajo al interior de los
hormigueros.
En sentido estricto, sociedad
es un término que solamente se
aplica a las diversas agrupaciones
de seres humanos, que se juntan en
cantidades mayores o menores tanto
para la satisfacción de las
necesidades primarias (comer,
vestir, reproducirse como especie),
como de necesidades más complejas
relacionadas con su realización y
perfeccionamiento como seres humanos
y como conjunto.
1.3 Evolución de la sociedad humana
y aparición del Estado
Pero la sociedad humana no siempre
ha sido la misma, sino que ha estado
y está en constante
evolución y ha pasado,
históricamente hablando, desde
dimensiones (tamaños) pequeños y
formas organizativas simples hasta
dimensiones más grandes y con grados
complejos de organización interna.
Así la expresión actual de la
sociedad humana no es la misma que
en los orígenes de la humanidad y es
evidente que en el futuro asumirá
nuevas formas y contenidos.
Por eso es necesario que analicemos,
aunque sea breve y panorámicamente,
cuál ha sido la evolución histórica
de la sociedad humana, cuál es su
expresión actual y cuáles son las
tendencias más probables.
De las sociedades primitivas a la
formación del Estado: Tomando como
base las teorías anteriores, creemos
que es posible afirmar que la
mayoría de los historiadores,
etnólogos, arqueólogos y
antropólogos están de acuerdo en que
más allá de las diversas
clasificaciones o combinaciones que
se puedan hacer, las
sociedades humanas de cualquier
parte del planeta han pasado, o
están pasando, por un proceso que va
de la horda en los albores de la
humanidad, hasta el Estado - Nación
como forma predominante de
organización de la sociedad actual,
con una tendencia hacia el futuro
mediante la creación de los
Estados-Continente, en vías a la
conformación del Estado-Mundial. En
términos generales y en materia de
evolución sociocultural se habla
genéricamente de dos tipos o clases
de sociedades: las sociedades no
estatales que cronológicamente
surgen primero y las sociedades
estatales, que surgen después, en
etapas más avanzadas de la evolución
social y humana. A su vez cada tipo
de sociedad pasa o puede pasar por
diversas formas.
Una de las visiones mas aceptadas de
este proceso de la evolución social
es el siguiente:
SOCIEDADES:
|
NO ESTATALES:
|
* Horda
* Clan
* Tribu |
ESTATALES:
|
*ESTADO
PRIMITIVO
*ESTADO
CIUDAD
*ESTADO
FEUDAL
*ESTADO
NACIÓN
*ESTADO
CONTINENTE |
Las sociedades no estatales
surgieron en los albores de la
humanidad y subsisten en algunas
regiones de África, de América
Latina y el Pacífico. Se
caracterizan porque no están
suficientemente estructuradas, aún
cuando sí mantienen formas primarias
de cohesión social y de gobierno (de
autoridad) y su territorialidad es
inestable, (generalmente son
sociedades nómadas) ya que sus
formas de producción son
generalmente la caza, la pesca y la
recolección de frutas y raíces. Es
decir, generalmente son sociedades
no agrícolas.
Como dice Krader, "Hay que hacer
notar que todas éstas
sociedades tienen alguna forma de
gobierno (es decir, modos de
organizar internamente sus asuntos
sociales), pero no todas ellas
realizan esa función, mediante la
forma de gobierno que es el Estado."
Las sociedades estatales son
aquéllas formas de agrupación humana
que además de una organización
económica y social, poseen un
territorio y una forma de gobierno
(de autoridad) más complejas y
estructuradas.
En otros términos y siguiendo en
esto a Krader, podemos afirmar que
para que el Estado llegue a
formarse, los seres humanos han de
sentirse impelidos a agruparse
saliendo de las múltiples
comunidades dispersas en que han
vivido, han de salirse del ambiente
local para entrar juntos en un nuevo
tipo de organización. El Estado es
una de las formas.
Una visión generalmente aceptada de
la evolución de las sociedades
estatales es la siguiente:
ÉPOCA ANTIGUA:
|
Estado
Primitivo
Estado
Teocrático y/o Imperial
Estado –
Ciudad |
ÉPOCA FEUDAL:
|
Estado
Feudal
|
ÉPOCA MODERNA: |
Estado –
Nación que se proyecta como
forma predominante de
sociedad estatal en la época
actual y que según los
defensores de la
globalización capitalista
está en vía de
desaparición. |
ÉPOCA CONTEMPORÁNEA |
Estado –
Continente o Regional como
forma de sociedad estatal
del presente y del futuro
inmediato |
Otra forma de analizar la evolución
de la sociedad, pero principalmente
desde el punto de vista económico,
es la de Marx y Engels que basados
en la teoría de Morgan, explican la
evolución de las sociedad humana a
través de un proceso dialéctico de
lucha de clases que va desde la
comunidad primitiva (socialismo
primitivo), hasta la sociedad
comunista, pasando sucesivamente por
la sociedad esclavista, la sociedad
feudal, la sociedad capitalista y la
sociedad socialista.
Pero cualquiera sea la hipótesis de
que se parta, podemos afirmar que de
los diversos tipos de Estado antes
mencionados, muchos de ellos han
desaparecido, por ejemplo las
ciudades-Estado que existieron
durante la historia antigua y
durante el periodo renacentista.
Estos Estados eran, en términos de
tamaño y población, pequeños en
comparación con los imperios persa,
romano o chino y se establecieron en
torno a una ciudad, como en el caso
de Ur de Caldea, de Atenas en la
Grecia antigua, o de Venecia durante
el medioevo y el renacimiento.
Una vez más Krader: "El Estado no
aparece más que en sociedades y
economías grandes y complejas. … En
todas las sociedades humanas el
gobierno y la política son
instrumentos para mantener el orden
interno y atender la defensa contra
el exterior y asimismo, son un medio
para simbolizar ante sí mismos y
ante los demás la unidad del pueblo.
El Estado cumple todas esas
funciones igual que las cumplen las
sociedades sin Estado, pero el
Estado actúa también en nombre
propio y procura consolidar su
soberanía identificándose con la
sociedad cuyos destinos rige. El
Estado no es una cosa independiente,
sino la institución de una sociedad
en la que el poder político está
concentrado y monopolizado." Los
subrayados son nuestros.
1.4. El Estado: Concepto y elementos
constitutivos
Esta forma de la sociedad humana,
desde el punto de vista de la
ciencia política ofrece menos
dificultades para su comprensión.
"Estado: Del participio latino
"status". El término en su sentido
moderno fue introducido por
Maquiavelo. Al hablar de lo stato,
lo convierte en sustantivo abstracto
con una significación similar a la
de polis para los griegos y civitas
para los romanos, es decir,
comunidad humana suficiente en sí,
con gobierno propio e independiente,
supremo en su orden. Se diferencia
de otros términos de parecida
índole, como el de "sociedad",
porque ésta admite otras
caracterizaciones fuera de la
sociedad política y porque no toda
sociedad política es Estado. También
se distingue de la nación." (Léxico
de Política, Colección UTAL)
Al Estado generalmente se le define
como "la sociedad civil jurídica y
políticamente organizada". En eso
consiste el Estado: En la
institucionalización jurídica y
política de la sociedad. Es
justamente por esto que Kelsen, uno
de los grandes teóricos del Estado
moderno afirma que "… el Estado
tiene como elementos constitutivos
esenciales el poder público, el
territorio y el pueblo".
1. -
Poder Público (Gobierno)
2.-
Territorio (Espacio
geográfico)
3.-
Población (Pueblo) |
ESTADO
|
Norbert Lechner dice "Un Estado
existe -en términos
jurídico-institucionales- cuando se
da un territorio delimitado, una
población y un gobierno central, que
ejerce el poder sobre ambos,
representando una soberanía
nacional."
Ahora bien, y dado que el Estado "es
la institucionalización
jurídico-política de la sociedad
civil y dado que esta
institucionalización
jurídico-política se expresa y se
concreta en la existencia de una
autoridad, de un poder público, es
que en el lenguaje común y
corriente, … y también en el
marxista, se llega a identificar
casi exclusivamente al Estado con el
Poder Político.
Esto nos parece una simplificación
pues si bien la existencia de un
poder público jurídica y
políticamente establecido es
necesario para que nazca el Estado,
también es cierto que es necesaria
la existencia de una población (de
una sociedad humana) sobre la cual
se ejerza ese poder y un espacio
geográfico (un territorio), sobre el
cual haya una jurisdicción de ese
poder.
"Los tratadistas suelen distinguir
dos elementos esenciales del Estado:
los materiales (territorio y
población) y los formales (los
órganos oficiales que lo representan
y cumplen sus funciones, y la
autoridad legal de la que se hallan
investidos)." Léxico de Política".
Ezequiel Ander-Egg, Colección UTAL,
1991.
1.4.1
El Estado-Nación como forma
predominante del Estado en los
inicios del Siglo XXI
Concepto de nación: El
término "nación" significa,
etimológicamente "lugar donde se
nace (del latín "nascere" que
significa "nacer"), pero desde el
punto de vista de las ciencias
sociales y políticas, la nación es
una realidad constituida por un
conjunto de seres humanos que además
de tener un lugar común de
nacimiento y de vida (el
territorio), tienen una serie de
características que los identifican
y al mismo tiempo los distinguen de
otros conjuntos de seres humanos:
raza, idioma, costumbres,
tradiciones, historia, religión,
música, hábitos alimenticios, en
síntesis una cultura que va
moldeando el alma individual y
colectiva de los pueblos, pero sobre
todo un sentimiento común de tener
un mismo destino.
En este último punto, Recasnes
Siches en su texto de Sociología,
afirma que "La nación es una
comunidad total, es decir, es una
comunidad donde se cumplen todas las
funciones de la vida social, dotada
de independencia, o por lo menos de
una gran autonomía, dentro de la
cual se desarrollan la conciencia de
un mismo pasado, de una intensa
solidaridad que abarca todos los
aspectos de la vida y de un común
destino en el presente y en el
futuro."
Las relaciones Estado-Nación:
Confundir al Estado con la Nación
sería un error que llevaría a
errores graves, ya que
históricamente han existido y
existen Estados que comprenden
varias naciones: la antigua Unión
Soviética o Yugoslavia fueron prueba
de ello. Así como también hay
naciones que están divididas en dos
o más Estados. La República Federal
Alemana y la República Democrática
alemana fueron prueba de ello.
Citando nuevamente a Recasens:
"Mientras que la nación comprende un
sinnúmero de aspectos de la vida
humana y ejerce una influencia sobre
casi todas las actividades del
hombre, el Estado es solo una
organización pública, una armazón
jurídica, el órgano establecedor del
derecho, aplicador de éste." Y más
adelante continúa diciendo: "También
desde el punto valorativo hay que
proclamar que así como el Estado no
debe ser un fin en sí mismo, sino
debe ser un medio al servicio de las
personas y del pueblo en su
conjunto, así el Estado debe ser
para la nación."
A pesar de lo anterior, es necesario
reconocer que el Estado es, ha sido
y será históricamente uno de los
factores más determinantes en la
conformación de las naciones, ya que
puede y debe convertirse en uno de
los factores más importantes para
crear y desarrollar ese sentimiento
de solidaridad activa y de
pertenencia a una comunidad total.
Quizás con una visión demasiado
europeocéntrica se afirma que solo
se puede hablar con propiedad de
"naciones" hasta la implantación del
modo de producción capitalista y de
su vertiente ideológico-política, el
liberalismo. La "nación" supone un
estadio en la evolución de la
sociedad humana en el cual el
desarrollo de la conciencia
colectiva de una sociedad lleva a
plantear una serie de
reivindicaciones para conseguir el
poder político.
Los historiadores señalan que el
Estado-Nación, históricamente
hablando, adoptó como primera forma
la del Estado
Monárquico-Absolutista, que se fue
conformando en la medida en que un
Señor Feudal se imponía
progresivamente a otros señores
feudales ya sea través de la fuerza
o de pactos de cualquier tipo,
incluyendo los matrimonios por
razones políticas.
Como ya decíamos antes, en los
tiempos actuales existe toda una
corriente de pensamiento que
sostiene que el Estado-Nacional ha
dejado de existir o no a causa de la
globalización del sistema
capitalista, del surgimiento de las
"empresas globales" y del desarrollo
científico-tecnológico.
Más allá de todo lo que afirmen los
neoliberales fundamentalistas, a
finales del siglo XX y a principios
del Siglo XXI, a pesar del mito de
la muerte del Estado-Nación, estamos
presenciando el surgir y el resurgir
de viejos y nuevos sentimientos
nacionales en un proceso
aparentemente paradójico de naciones
que se convierten o que luchan para
convertirse en Estados para, a su
vez, sumarse a procesos de
integración económica, social,
cultural y política supranacionales.
Tal es el caso de las naciones que
antiguamente constituían el Estado
yugoslavo.
Además, como dice Josep F. María i
Serrano: "En relación con los
Estados - Nación, la globalización
ha originado, además un movimiento
en dos direcciones: la
regionalización y la revalorización
de las unidades políticas
supraestatales. Efectivamente: por
un lado nos hemos dado cuenta de que
determinados problemas
(medioambientales, de mercado, de
derechos humanos, de delincuencia
organizada, etc.) se escapan de la
dimensión del Estado Nación, lo que
lleva a los Estados a asociarse a
nivel regional (Unión Europea,
NAFTA, OEA, MERCOSUR, etc.), pero
por otro lado, la necesidad de
identidad, de relaciones cercanas y
de proximidad de los gobiernos
respecto de los problemas ciudadanos
intenta satisfacer a nivel
subestatal (la España de las
autonomías, la Europa de las
regiones y de los Municipios, la
implosión del antiguo Imperio
soviético). Esta configuración es lo
que Manuel Castells denomina El
Estado Red."
Es decir, y como veremos más
adelante, como parte de la crisis
que está viviendo producto del
decaimiento del Estado de Bienestar
keynesiano, el Estado-Nación está
evolucionando hacia formas más
flexibles de organización
-Estado-Red- que establecen alianzas
variables entre diversos niveles de
poder,
-
hacia abajo: los niveles
regionales y locales; hacia
arriba, los niveles
supraestatales
-
y hacia fuera, la presencia de
ONGs. que se vinculan más allá
des éstos niveles. Pero esta
flexibilización del Estado, pone
en peligro las conquistas del
Estado del Bienestar."
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-
LA EVOLUCIÓN DE
LAS
ORGANIZACIONES. (Isaac
Enríquez Pérez)
Preguntarse y explicarse qué es la
sociedad y cómo se genera y
reproduce, implica también abordar
los ámbitos donde conviven e
interactúan los individuos, donde
toman decisiones en relaciones de
intersubjetividad, donde convergen
sus objetivos y donde los realizan;
esto es, para reflexionar sobre la
constitución y dinámica de la
sociedad es preciso desentrañar la
naturaleza de las organizaciones.
Como es de suma relevancia
teórico/epistemológica el estudiar a
las organizaciones, partimos de la
idea que concibe a la organización
como una formación social
indispensable para la producción y
reproducción del individuo en
sociedad, y para la dinamización
articulada de ésta como un todo.
Esto es, sin organizaciones y sin
los individuos motivados para
pertenecer a ellas, sería imposible
el rumbo de las sociedades. Nacemos,
crecemos, nos desarrollamos,
interactuamos y morimos
perteneciendo a organizaciones y
dependiendo de ellas; en esto radica
la importancia de su estudio.
Si nuestro objeto de estudio es la
organización y lo que se ha dicho
sobre ella en la teoría social
clásica, entonces formulamos las
siguientes interrogantes:
-
¿Qué es una organización?
-
¿cómo se constituye?
-
¿qué papel juegan los individuos
en ella?
-
¿a partir de qué matrices
explicativas es analizada en la
teoría social clásica?
-
¿cuál es la naturaleza de las
organizaciones propias de la
naciente modernidad europea
teorizada por los clásicos?
A partir de estas formulaciones nos
planteamos como objetivos
-
1)el esbozar una definición de
la organización;
-
2)el revisar las posiciones de
los autores clásicos respecto a
ésta formación social, y
consecuentemente,
-
3)identificar las categorías de
éstos a partir de alguna matriz
que pensaron como adecuada para
estudiar a las organizaciones de
su tiempo.
Una idea será central en el
presente capítulo: la tensión
existente entre la organización y el
individuo será abordada partiendo de
que la primera es resultado de la
interacción de los miembros y de las
posibilidades de estructuración de
sus intereses, motivaciones,
actitudes y aptitudes, mientras que
el segundo sólo puede recrearse y
reproducirse socialmente dentro de
las organizaciones e instituciones
que las regulan; y contemplar así la
redefinición de los actores o la
aparición de otros nuevos en su
constante contribución a la creación
de la historia humana al tiempo que
se rehacen y se redefinen en el
transcurrir de ella, por lo que nos
atrevemos a pensar que esta historia
es resultado de la evolución de las
estructuras socioeconómicas y
culturales, así como de las
convergencias y contradicciones
entre los intereses y motivaciones
de estos actores involucrados
(Enríquez Pérez, 2003).
En suma, nos planteamos sólo una
revisión del estado del conocimiento
sobre los estudios de la
organización, revisión necesaria
para futuras investigaciones y
posibles seminarios que coloquen en
el centro del debate y de la
problemática teórica a las
organizaciones como articuladoras y
dinamizadoras de la sociedad. Será
pues, una especie de clasificación y
ordenamiento sobre la importancia de
los planteamientos y presupuestos
clásicos; una especie de rescate
sobre su utilidad
teórico/epistemológico/histórica.
2.1. Nociones sobre el concepto de
Organización.
Como la sociedad contemporánea es
una totalidad organizada y permeada
por una gran multitud de tipos
organizativos y multifacéticos
derivados de complejas formaciones
sociales conformadas racionalmente y
con objetivos y metas
preestablecidos en el mar de
interacciones de los individuos, es
necesario constituir una definición
sobre lo que son las organizaciones
como formaciones sociales y como
fenómenos. La organización para una
autora como Renate Mayntz (1996), es
una formación social
orientada a fines u objetivos
concretos, es un medio de
ordenar a las sociedades altamente
diferenciadas y orientadas hacia el
rendimiento, además de ser un
conjunto de elementos necesarios
para la dinámica social.
Una organización es necesaria dentro
de las sociedades orientadas hacia
fines específicos vía la cooperación
continuada de numerosos individuos.
El hombre por su misma naturaleza
social tiende a reproducirse dentro
de las organizaciones, por lo que no
puede vivir alejado ni mostrarse
indiferente respecto a ellas.
En suma,
una organización es una
interacción social
articulada, dinámica,
orientada por decisiones
negociadas y con una
determinada división
técnica del trabajo, que
se presenta como un
punto para la
convergencia de
intereses y principios
portados por individuos
que se a su vez están
motivados por incentivos
que les permiten
contribuir a la
consecución de objetivos
y metas más allá de sus
inquietudes personales,
inmediatas y efímeras. |
En formaciones sociales así, la
continuidad y perpetuidad de las
mismas es garantizada por los
objetivos y la convergencia que los
miembros realizan respecto a estos,
y aunque ellos se retiren de la
organización, sus funciones siguen
siempre y cuando existan otros
dispuestos a colaborar. Esta
continuidad de la organización se
garantiza en tanto exista una
compenetración cultural entre los
miembros para contribuir a una
cohesión de éstos y a una
identificación con sus objetivos y
con la concepción de que la
organización es un nicho del cual
depende su vida y viceversa. Una
compenetración cultural que incluye
el manejo de un mismo lenguaje que
propicie la comunicación fluida
entre los miembros y la
identificación con principios que la
rijan.
El objetivo de una organización
sólo es preservado
-
si llega a traducirse en
decisiones,
-
si las diversas actividades de
los miembros se orientan
permanentemente hacia el mismo
objetivo,
-
y si la organización se
autoexaminan para determinar si
su actuación se corresponde con
dicho objetivo (Mayntz, 1996).
Regularmente, los objetivos cambian
en respuesta a los intereses y
motivaciones de los miembros y están
en constante adaptación al entorno
social en el cual se recrean. Esto
último no significa que la
organización esté determinada por
fenómenos y circunstancias sociales
que le son exteriores, sino que
la organización
dentro de la complejidad social es
producto y a su vez es productora de
lo social,
esto es, la organización en
intergénesis con los intereses y
motivaciones individuales que la
constituyen cuenta con un inmenso
potencial para crear y recrear a la
sociedad, al tiempo que se define y
redefine en el transcurrir y en los
vaivenes de esta. Si bien, la
organización tiene contenida en sus
principios, en su constitución y en
su dinámica a la totalidad social,
no sostenemos que la sociedad sea
sólo la suma de organizaciones ni de
individuos actuando intencional y
organizadamente. La sociedad es algo
más que eso.
El sistema político/económico de
las sociedades es un factor
estructural que influye en el
desarrollo de las organizaciones.
Por otro lado, dentro de las
condiciones individuales se
encuentra la actitud racional, donde
el individuo está orientado hacia
intereses específicos y trata de
realizarlos racionalmente mediante
la ponderación de los medios con la
idoneidad para alcanzar los
objetivos de la organización. Entre
ambos niveles, la organización es
canalizadora de recursos, de ideas,
de símbolos, de proyectos, que
impulsan la relación recíproca entre
estructura e individuo; esto es, en
muchos casos la organización es la
reproductora de ese sistema
político/económico y lo difunde y
promueve en la totalidad de la
sociedad, mientras que el individuo
a partir de su colaboración y
cooperación lo impulsa y lo nutre,
al tiempo que es el receptor de las
pautas y principios de dicho
sistema.
Totalidad articulada, orientación
hacia objetivos y racionalidad son
componentes internos de la
organización que se unen a otros
factores que no son propios de ella
pero de los cuales depende; factores
tales como los mencionados dentro de
las condiciones estructurales e
individuales. La organización y su
entorno social se encuentran en
constante interacción e intercambio,
redefiniéndose recíprocamente. Como
sistema parcial o como subsistema,
la organización está ubicada dentro
de un sistema social más amplio y
ovni-abarcador, por lo que los
factores externos son indispensables
para funcionar y perpetuarse.
Para Mayntz, la creación de
organizaciones y su integración a la
estructura de cada sociedad como
elementos esenciales de ella no
constituyen fenómenos de carácter
necesario y obligado dentro de una
cultura dada. Es más bien un proceso
que descansa sobre numerosos
presupuestos especiales y sólo llega
a manifestarse bajo condiciones muy
determinadas (1996, p. 13). Sin
embargo, desde nuestra posición si
nos colocamos en una visión
funcionalista, la necesidad de las
organizaciones en tanto
reproductoras de lo social,
predecesoras de comportamientos, y
creadoras de perspectivas y
expectativas, además de
materializadoras de éstas y
movilizadoras de los individuos es
evidente; sin
organizaciones el funcionamiento de
la sociedad estará caracterizado por
un Estado de naturaleza hobbesiano
con rasgos desintegradores, anómicos
y anárquicos.
La racionalidad está presente en
estas formaciones sociales, y se
identifica como una orientación o
guía de la dirección a seguir.
Recurriendo a la autora
anteriormente referida, la
característica de la racionalidad se
refiere a la manera como una
organización persigue su objetivo y
no al contenido de éste objetivo, el
cual puede ser completamente
‘irracional’ e incluso inmoral o
antisocial (Mayntz, 1996, p. 26).
El desarrollo de las organizaciones
y de su racionalidad depende de
condiciones y factores
estructurales, individuales y
legales, así como de la vinculación
e interacción entre estos. Es
necesario el visualizar la tensión
entre las estructuras y los actores,
el tender puentes entre ellos y
contemplar los intereses,
motivaciones, actitudes y aptitudes
de estos últimos, las cuales no son
naturales, sino que son parte de la
interacción social; sin concebir a
la materialidad técnica como origen
de la organización, sino que también
incluye a las legislaciones como
construcciones sociales.
Las organizaciones no necesitan ser
formadas de una manera consciente,
sino que surgen a partir de
comienzos tímidos e inorgánicos para
posteriormente crecer y convertirse
en formaciones orientadas hacia
fines específicos con una estructura
racionalmente configurada (Mayntz,
1996). La formulación de una
organización está dada por la
disposición y sujeción de los
miembros a las reglas. Sólo pueden
regularse de manera adecuada,
general y duradera para la
organización, aquellos procesos que
se repiten o que se presentan en un
número suficiente de casos; pero si
se exige que las actividades se
ajusten a circunstancias y no se
presenten de manera constante,
entonces una regulación puede
inhibir y restringir la capacidad de
adaptación y el éxito de la
organización (Mayntz, 1996, pp. 114
y 115).
Si definimos a la organización como
una totalidad articulada, orientada
hacia objetivos y dotada de una
racionalidad ¿cómo es definida y
caracterizada por los pensadores
clásicos? ¿qué elementos y factores
de la vida social toman como punto
de partida para analizar a las
organizaciones de su época?
2.2. Karl Marx.
Un autor tan fecundo como Karl Marx
en su propuesta sobre los estudios
de la organización parte de la
posición que tienen los actores en
el proceso de trabajo. Son las
relaciones capital/trabajo con sus
característicos ingredientes de
alienación, expropiación y
apropiación, así como las
manifestaciones de los actores
sociales (capitalista y trabajador)
contemplados por Marx, lo que gesta
la posibilidad de la constitución de
una organización. La praxis de ambos
actores converge al interior de las
organizaciones, y es en ellas donde
también adquieren su status y su
relevancia social.
En el fondo, son estas
organizaciones el sustrato donde se
realiza la producción capitalista,
se extrae la plusvalía y se
concretiza en ganancia, además de
que también en ellas, el trabajo
humano se reproduce y adquiere lo
necesario para recuperar sus
energías perdidas.
Marx sostiene que la producción de
valores de uso implica un conjunto
de trabajos útiles y diferenciados
que conducen a una división social
del trabajo, la cual constituye una
condición necesaria para la
existencia de la producción de
mercancías.
"La riqueza de las sociedades en las
que domina el modo de producción
capitalista se presenta como un
‘enorme cúmulo de mercancía’, y la
mercancía individual como la forma
elemental de esa riqueza" (Marx,
1980, p. 43); ésta mercancía es un
objeto exterior, una cosa que merced
a sus propiedades satisface
necesidades humanas del tipo que
fueran. Si la organización del
trabajo humano y su división social
tienen como objetivo satisfacer las
necesidades básicas, entonces la
mercancía aparece como el elemento
articulador de esa organización.
Sólo la mercancía que ha objetivado
trabajo humano, deviene en ganancia
en la circulación en tanto se
expropia la plusvalía en el proceso
productivo. Los diferentes momentos
de la praxis económica (producción,
circulación, intercambio y consumo)
son proyectados, impulsados y
realizados dentro de la organización
o en sus relaciones con otras. En
general, producción y consumo son
dos niveles complementarios de
organización del trabajo dentro de
la praxis económica; por un lado, la
producción que crea los valores de
uso tras objetivar el trabajo humano
y por otro, la circulación de las
mercancías hasta dirigirlas al
consumo donde se abstrae el valor de
uso para agilizar el intercambio.
En general, el valor es la
cristalización del trabajo humano,
de una sustancia social, y por
tanto, de relaciones
organizacionales. El valor contiene
un gasto de la fuerza de trabajo
humano. Un valor de uso requiere de
un tiempo de trabajo socialmente
necesario, por lo que, "en cuanto
valores, todas las mercancías son,
únicamente, determinada medida de
tiempo de trabajo solidificado"
(Marx, 1980, p. 49). No sólo basta
producir valores de uso, es
necesario que estos sean sociales,
pues si son inútiles entonces será
inútil el trabajo contenido en
ellos. Para que sea útil se requiere
determinado tipo de actividad
productiva que contenga una
finalidad, un modo de operar, un
objeto, un medio y un resultado, lo
cual se hace en las condiciones de
una organización.
Los valores de uso son combinaciones
de material natural y trabajo; este
trabajo no es la fuente única de los
valores de uso que produce, es el
padre, mientras que la tierra es la
madre (Marx, 1980, p. 53). No es que
el trabajo sea valor en sí mismo
sino que es creador de valor (Marx,
1980, p. 63). "Todo trabajo es, por
un lado, gasto de fuerza humana de
trabajo en un sentido fisiológico, y
es en ésta condición de trabajo
humano igual, o de trabajo
abstractamente humano, como
constituye el valor de la mercancía.
Todo trabajo, por otra parte, es
gasto de fuerza humana de trabajo en
una forma particular y orientada a
un fin, y en esta condición de
trabajo útil concreto produce
valores de uso" (Marx, 1980, p. 57).
Este fin es dado por la
estructuración de la organización y
por la posición en ella de los
actores participantes.
Marx sostiene que la organización de
la sociedad determina el secreto de
la expresión de valor de tal manera
que la forma mercancía es la forma
que adopta el producto del trabajo.
Es en el seno de la organización de
la sociedad donde germinan y se
reproducen una serie de relaciones
de dominación entre poseedores y
desposeídos, donde los primeros
venden su dinero como mercancía y
los segundos, su fuerza de trabajo
para lograr los satisfactores
necesarios.
La organización pensada por Marx era
la incipiente empresa industrial del
siglo XIX que expropia la plusvalía
del trabajador, que le otorga
validez al dinero cuando entra en
contacto y en interacción con otras
organizaciones.
Además, el trabajo se presenta como
el eje articulador de la
organización en tanto se objetiva en
el valor de las mercancías; al
representar un gasto de vida humana
es en la misma organización donde
esta se repone y se reproduce. En la
organización productiva se producen
las mercancías al transformarse la
naturaleza, en ella se determina el
trabajo invertido, y en ella también
los individuos se relacionan
intersubjetiva y existencialmente.
En la relación entre cosas nada
tienen que ver la forma mercancía y
la relación de valor entre los
productos del trabajo con la
naturaleza física de las mismas,
entonces se adquiere una forma
fantasmagórica de una relación entre
cosas que van más allá de los
alcances de sus productores. De esta
forma, y de manera religiosa, el
fetichismo se caracteriza porque los
productos de la mente humana parecen
figuras autónomas, dotadas de vida
propia, en relación unas con otras y
con los hombres (Marx, 1980, p. 89).
Este carácter fetichista de las
mercancías se origina en la peculiar
índole social del trabajo que
produce mercancías. Este carácter
fetichista es adquirido dentro de la
organización al momento en que se
privilegia la ganancia por la
ganancia haciendo caso omiso de la
trascendencia del trabajo humano
objetivado, es decir, los objetivos
de la organización se ponen por
encima de la esencia de la
mercancía.
De igual manera ocurre que la
organización como creación humana
adquiere dimensiones sobrenaturales
y vida propia al subsumir al
individuo, al reducirlo tan sólo a
un apéndice y al no reivindicarse
como ente determinante y
constitutivo de la misma, esto es,
los objetivos de la organización
construidos por los miembros con
capacidad de decisión se
absolutizan, se imponen y suprimen
la voluntad de los individuos.
Existe un trabajo socialmente útil
de los trabajos privados y que
adquiere forma dentro de la
organización y en sus vinculaciones
con otras, además de que expresa el
hecho de que el producto del trabajo
es útil para otros.
Una organización
funciona como el Robinsón de la
economía política extrapolado a
dimensiones sociales: tienen que
satisfacer diversas necesidades, por
lo que ejecutan trabajos útiles de
diversa índole, las cuales son
distintas formas de actuación,
diferentes modos del trabajo humano
que exigen distribuir el tiempo; se
lleva un inventario de lo consumido,
de los objetos útiles, de las
operaciones requeridas y del tiempo
de trabajo empleado.
En la organización, el trabajo
humano adquiere relevancia y es
conectado a la totalidad del modo de
producción, y a la reproducción
misma de la sociedad.
2.3. Emile Durkheim.
Persiste un estado de anomia
derivado del mundo económico y que
se traduce en conflictos y
desordenes de toda clase. Estas
fuerzas al no estar limitadas ni
obligadas a respetar, se
desenvuelven sin limitación y chocan
unas con otras para rechazarse y
reducirse mutuamente.
Estas pasiones humanas solo se
contienen ante un poder moral que
respetan, una autoridad que dé paso
a la constitución de organizaciones,
ya que sólo estas limitaran la
imposición de la ley del más fuerte
y la generalización del Estado de
naturaleza hobbesiano. La
reglamentación derivada de este tipo
organizativo genera una expresión de
la libertad, por lo que se otorga el
poder a la organización que detenta
la autoridad para que restrinja esta
libertad. Esto es, la moralidad
plasmada en el derecho hace
converger a los individuos, y hace
que sus objetivos particulares se
orienten hacia la conciencia
colectiva sustentada en una
diferenciación de las funciones que
fomenta una división del trabajo. O
sea, la unión que sobrepasa al
individuo, la subordinación de los
intereses particulares al interés
general, son la fuente misma de toda
actividad moral. Este sentimiento se
precisa y se determina en un código
de reglas morales.
Los individuos que tienen intereses
comunes se asocian, pero no lo hacen
sólo por defender esos intereses,
sino por asociarse, por no sentirse
más perdidos en medio de sus
adversarios, por tener el placer de
comunicarse, de construir una unidad
con la variedad, y por llevar juntos
una misma vida moral.
Émile Durkheim sostiene que la
división del trabajo no produce por
necesidad la dispersión o la
incoherencia, sino que las funciones
al estar en contacto las unas con
las otras, tienden a equilibrarse y
a reglamentarse; esta adaptación y
contacto sólo se convierte en regla
de conducta cuando un grupo la
consagre con su autoridad (Durkheim,
1995, p. 5). Una regla no sólo es
una manera de obrar habitual, es una
manera de obrar obligatoria,
sustraída al libre arbitrio
individual. Sólo una sociedad
constituida (es decir, organizada)
goza de la supremacía moral y
material indispensable para crear la
ley que rija las relaciones entre
los individuos, sólo ella tiene la
continuidad y permanencia necesaria
para mantener la regla por encima de
las relaciones efímeras.
Una reglamentación moral o jurídica
expresa necesidades sociales que
sólo la sociedad puede conocer;
descansa sobre un estado de opinión
y toda opinión es cosa colectiva, y
para que la anomia termine es
preciso la existencia de la
formación de un grupo en el cual
pueda constituirse el sistema de
reglas faltante (Durkheim, 1995, p.
6).
Cada organización o grupo
profesional como lo explícita
Durkheim reglamenta sus propios
ámbitos de actuación, ya que los
individuos que pertenecen a una
misma profesión se hayan en relación
debido a sus ocupaciones similares;
son relaciones con carácter
individual y dependen del azar de
los encuentros. Existen
organizaciones profesionales más o
menos permanentes; esta organización
común hace perder la individualidad,
fija un reglamento y se impone con
la misma autoridad. Se requiere
además de un carácter definido, de
una unidad y de la conversión a
institución pública en el caso de
las agrupaciones profesionales.
Las organizaciones responden a
ciertas necesidades y para
satisfacerlas, buscan transformarse
con arreglo al medio (Durkheim,
1995, p. 9).
Hablando de la corporación, Durkheim
sostiene que su papel no sólo
consiste en establecer reglas y
aplicarlas, ya que dondequiera que
se forma un grupo, se forma también
una disciplina moral, mientras que
la institucionalización de ésta es
una de tantas maneras de
manifestación de la actividad
colectiva. El grupo también es una
fuente de vida sui generis, se
desprende de él un calor que alienta
y reanima a los corazones, que les
abre a la simpatía. Esta actividad
corporativa puede ejercerse en las
diferentes esferas de la vida
social. Comienza produciéndose fuera
del sistema social y cada vez más se
inserta en él a medida que avanza la
vida económica. Se piensa como el
ámbito esencial de la vida pública y
de las estructuras sociales.
La ausencia de toda institución
corporativa crea un vacío en la
organización de un pueblo. Su
ausencia puede provocar una
enfermedad en el organismo social.
Esto no significa que la corporación
sea una panacea que sirva para todo.
Así como lo fue la familia, la
corporación asegura la continuidad
de la vida económica, y sólo sus
profesionales se dedican útilmente a
las tareas de esta.
Durkheim busca en su obra comprender
¿cómo es posible que, al mismo
tiempo que se hace más autónomo,
dependa el individuo más
estrechamente de la sociedad? ¿cómo
puede ser a la vez más personal y
más solidario? Esto puede explicarse
a partir de la transformación de la
solidaridad social, debida al
desenvolvimiento de la división del
trabajo (Durkheim, 1995, pp. 45 y
46). Esto no es algo nuevo en los
hechos, pero sí en el darse cuenta
de ello por parte del individuo
moderno. En la época de Durkheim, la
industria moderna se inclina a la
extrema división del trabajo. Diría
el autor, "no solamente en el
interior de la fábricas se han
separado y especializado las
ocupaciones hasta el infinito, sino
que cada industria es ella misma una
especialidad que supone otras
especialidades" (Durkheim, 1995, p.
47). Se ve en ella la ley superior
de las sociedades humanas y la
condición del progreso. Se observa
en todas las esferas de la vida
social, lo mismo ocurre con las
ciencias y la filosofía, pues el
círculo de investigaciones de un
estudioso se restringe a un orden
determinado de problemas o a un solo
problema. La ley de la división del
trabajo se aplica a los organismos y
a las sociedades (Durkheim, 1995, p.
49). Se dice que un organismo ocupa
un lugar elevado en la escala animal
en la medida que son más elevadas
sus funciones. Esta división del
trabajo se remonta al origen de la
vida en el mundo y se buscan sus
condiciones en las propiedades
esenciales de la materia organizada,
entonces las sociedades humanas se
unen a esta inercia. Esto afecta la
constitución moral. Es una ley de la
naturaleza y una base fundamental
del orden social.
El surgimiento de las organizaciones
se entiende a partir de la mayor
diferenciación social que entraña la
división del trabajo; a su vez ésta
supone el ejercicio de funciones por
parte de un especialista, el cual
depende de una organización que le
brinde una capacitación para
integrarse al mundo de la división
del trabajo. Dentro de las
organizaciones se delimitan las
funciones de los individuos o del
total de la colectividad respecto de
la sociedad; en ella se jerarquiza
la división del trabajo, los cargos
de los miembros, y en gran medida,
son los objetivos generales los que
mantendrán cohesionados a los
individuos.
En la división del trabajo se busca
lo que nos hace falta y nos unimos
para sentirnos menos incompletos.
Pero los servicios económicos que se
producen valen poca cosa al lado del
efecto moral que produce, y su
verdadera función es crear entre dos
o más personas un sentimiento de
solidaridad (Durkheim, 1995, p. 65).
Existe una diferenciación de
funciones hasta en las relaciones
sexuales y la familia. Los efectos
de la división del trabajo no es el
aumento del rendimiento de las
funciones divididas, sino que las
hace más solidarias. Se trata de
establecer un orden social y moral
muy sui generis. "Los individuos
están ligados unos a otros, y si no
fuera por eso serían independientes;
en lugar de desenvolverse
separadamente, conciertan sus
esfuerzos; son solidarios, y de una
solidaridad que no actúa solamente
en los cortos instantes en que se
cambian los servicios, sino que se
extiende más allá" (Durkheim, 1995,
p. 71). Supone el que dos seres
dependan mutuamente uno de otro,
porque uno y otro son incompletos, y
no hace más que traducir al exterior
esta dependencia mutua.
El ser complementario deviene parte
integrante de nuestro ser y
conciencia, mientras que la unión de
dos imágenes iguales deriva en una
aglutinación. En la división del
trabajo, las partes se hallan fuera
una de la otra y están ligadas sólo
porque son distintas (Durkheim,
1995).
Para nuestro autor,
la solidaridad social es un hecho
completamente moral, pone a los
hombres en contacto, los inclina
unos a los otros. Cuanto más
solidarios son los miembros de la
sociedad, más relaciones diversas
sostienen ya sea entre ellos o con
el grupo. El número de estas
relaciones es proporcional al de las
reglas jurídicas que las determinan.
"La vida social, allí donde existe
de una manera permanente, tiende
invariablemente a tomar una forma
definida y a organizarse, y el
derecho no es otra cosa que esa
organización, incluso en lo que
tiene de más estable y preciso. La
vida general de la sociedad no puede
extenderse sobre un punto
determinado sin que la vida jurídica
se extienda al mismo tiempo y en la
misma relación" (Durkheim, 1995, p.
75).
A la solidaridad social le
proporcionan sus caracteres
específicos la naturaleza del grupo
cuya unidad asegura, por lo que
varía según los tipos sociales. Cada
forma de solidaridad tiene su
naturaleza propia. Es un hecho
social pero depende del organismo
individual (física y psíquica).
Depende de condiciones sociales que
la explican. Durkheim distingue
entre una solidaridad mecánica y una
solidaridad orgánica: la solidaridad
mecánica liga menos fuertemente a
los hombres que la solidaridad
orgánica, además, a medida que se
avanza en la evolución social, se
relaja cada vez más.
Para el sociólogo francés, la
sociedad total resulta de una serie
de encajes sucesivos donde un grupo
está enlazado a otros agregados más
extensos.
La organización de las sociedades
primitivas era de naturaleza
familiar con profundo contenido
religioso. La unidad del todo es
exclusiva de la individualidad de
las partes. Si la división del
trabajo no tiene por efecto suavizar
la solidaridad social, es a causa de
las condiciones particulares en que
se efectúa. El órgano eminente de
toda sociedad participa de la
naturaleza del ser colectivo que
representa. La solidaridad mecánica
sigue siendo tal mientras la
división del trabajo no se encuentre
desenvuelta; este tipo de
solidaridad se caracteriza por
constituir un sistema de segmentos
homogéneos y semejantes entre sí.
Las sociedades en que existe la
solidaridad orgánica están
constituidas no por una repetición
de segmentos similares y homogéneos,
sino por un sistema de órganos
diferentes, cada uno con su función
especial y formados de partes
diferenciadas. Sus elementos se
hallan coordinados y subordinados
unos a otros, alrededor de un mismo
órgano central que ejerce sobre el
resto del organismo una acción
moderatriz. Este órgano está en
constante interdependencia, otros
dependen de él, y él depende a su
vez de ellos. Los individuos se
agrupan no por las relaciones de
descendencia, sino con arreglo a la
naturaleza particular de la
actividad social a la cual se
consagran; entonces, el medio
natural y necesario no es el medio
natal sino el medio profesional o la
actividad que desempeña (Durkheim,
1995).
Es la organización basada en
objetivos y en la interdependencia y
complementariedad de los individuos
lo que distingue a ambos tipos de
solidaridad. En ella la vida social
se deriva de las semejanzas de las
conciencias y de la división del
trabajo social. El individuo es
socializado pues sin su
individualidad propia se confunde en
el seno de la vida colectiva, y
aunque tenga una personalidad propia
se distingue de los demás pero
necesita de ellos en la medida en
que se distingue.
Las reglas jurídicas emanan de la
semejanza de conciencias, mientras
que también la misma división del
trabajo las impulsa para que
determinen la naturaleza y las
relaciones de las funciones
divididas. Estas reglas jurídicas,
conjuntamente con las reglas
morales, obligan al individuo a
obrar en vista de fines que no le
son propios, a hacer concesiones, a
consentir compromisos, a tener en
cuenta intereses superiores a los
suyos (Durkheim, 1995, p. 268). Las
funciones que cada vez más se hacen
dependientes conforman un sistema
solidario, y cuando la dependencia
va en aumento en ello influye el
Estado, pues con él se tienen puntos
de contacto que cada vez más se
multiplican. El individuo recibe de
la sociedad lo que necesita, al
tiempo que es para ella para quien
trabaja; esta sociedad ve a sus
miembros como cooperadores
indispensables y frente a los que
tiene deberes. Si pensamos en estos
términos expuestos por Durkheim, la
sociedad es un entretejido de
organizaciones articuladas y cada
vez más especializadas e
interdependientes que entrañan la
solidaridad entre sus miembros y la
diferenciación entre sus funciones.
2.4. Max Weber.
Max Weber concibe a la racionalidad
orientada a la construcción del
poder como aquella matriz
articuladora de la organización. Es
también la organización una base
para la construcción del poder,
pensemos tan sólo en la burocracia
de principios del siglo XX
profundamente teorizada por el
pensador alemán. La burocracia
requiere de cierta disciplina para
contener a los individuos y
encauzarlos hacia objetivos
específicos.
Un tipo ideal de la burocracia
moderna en la época de Max Weber
entraña los siguientes elementos:
I.- existe el principio de sectores
jurisdiccionales estables y
oficiales organizados en generales
normativamente, es decir, mediante
leyes u ordenamientos
administrativos (Weber, 2001, p.
21). Esto es, las actividades
normales exigidas por los objetivos
de la organización son repartidas de
manera estable como deberes
oficiales, mientras que la autoridad
que reparte estas mismas ordenes
está también repartida de manera
estable, y el cumplimiento normal de
esos deberes es asegurado por un
sistema de normas. Estos elementos
constituyen la "autoridad
burocrática" y en la empresa privada
constituyen la administración
burocrática.
II.- Los principios de jerarquía de
cargos y de diversos niveles de
autoridad implican un sistema de
sobre y subordinación férreamente
organizado, donde los funcionarios
superiores controlan a los
funcionarios inferiores (Weber,
2001, p. 22), estos últimos se
encargan de los asuntos de los
primeros, por lo que una vez creado
el cargo se perpetúa y es ocupado
por otros titulares.
III.- La administración del cargo
moderno se funda en documentos
escritos (‘archivos’) que se
conservan en forma original o como
proyectos (Weber, 2001, p. 23),
además, esta organización moderna
separa la repartición del domicilio
privado del funcionario y se
considera a la actividad oficial
como un ámbito independiente de la
vida privada, es decir, los fondos y
equipos públicos están separados de
la propiedad privada del funcionario
tanto gubernamental como
empresarial.
IV.- Administrar un cargo, y
administrarlo de manera
especializada, implica, por lo
general, una preparación cabal y
experta [...]
V.- Si el cargo está en pleno
desarrollo, la actividad del
funcionario requiere toda su
capacidad laboral, aparte del hecho
de que su jornada obligatoria en el
despacho está estrictamente fijada
[...]
VI.- La administración del cargo se
ajusta a normas generales, más o
menos estables, más o menos
precisas, y que pueden aprenderse.
El conocimiento de estas normas es
un saber técnico particular que
posee el funcionario" (Weber, 2001,
p. 24).
El trabajo en la burocracia es uno
especializado que también se
construye al interior de otras
organizaciones como las educativas.
Entraña un deber y también la
posesión de cierta fidelidad a la
organización, lo cual en sí mismo
contiene a la disciplina. En este
mismo tenor, "la superioridad
puramente técnica de la organización
burocrática ha sido siempre la razón
decisiva de su progreso respecto de
toda otra forma de organización
[...] Precisión, velocidad,
certidumbre, conocimiento de los
archivos, continuidad, discreción,
subordinación estricta, reducción de
desacuerdos y de costos materiales y
personales son cualidades que, en la
administración burocrática pura, y
fundamentalmente en su forma
monocrática, alcanzan su nivel
óptimo" (Weber, 2001, p. 55). Otras
formas de organización son más
lentas, menos formales y menos
vinculadas a esquemas, menos
centralizadas, más imprecisas y
costosas. Estas características de
la organización burocrática en
términos administrativos son
exigidas por la economía capitalista
de mercado, por lo que, "las grandes
empresas capitalistas modernas
constituyen, en general, por su
organización interna, modelos
inigualados de organización
burocrática rigurosa. Toda la
administración de un negocio se
funda en una progresiva precisión,
estabilidad y, fundamentalmente,
rapidez en las operaciones" (Weber,
2001, pp. 56 y 57). La
burocratización implica la
posibilidad óptima de poner en
práctica el principio de la
especialización de funciones
administrativas conforme a
regulaciones estrictamente
objetivas, lo cual presupone una
resolución conforme a normas
calculadas y sin tomar en cuenta a
las personas. Esta calculabilidad de
los resultados es exigida por la
técnica y la economía modernas.
La burocracia como instrumento
técnico organizativo fue necesario
para la consolidación de un Estado
moderno que ha impulsado la
expansión del capitalismo como modo
de producción y como proceso
civilizatorio. La burocracia
funciona como una organización
altamente especializada que
centraliza la información y las
decisiones propias de los Estados y
empresas nacientes, por lo que es
imprescindible para agilizar la
expansión del capitalismo. Sin una
organización burocrática en el
sentido weberiano no se explicaría
el surgimiento del capitalismo, modo
de producción que requiere de una
enorme gama de recursos articulados
y sujetos a objetivos bajo un
régimen de disciplina que rija a los
individuos y que haga que sus
intereses sean convergentes con los
de la organización. Pero, ¿para qué
sirve esta estructura burocrática?
¿qué relación tiene con la
construcción del poder?
Weber pensó que la estructura
burocrática ha llegado al poder, en
general, en virtud de una nivelación
de diferencias económicas y
sociales, lo cual ha influido en el
reparto de las funciones
administrativas. La burocracia va
unida de manera necesaria a la
moderna burocracia de masas, lo cual
proviene de la regulación abstracta
de la práctica de la autoridad. La
burocratización y la democratización
estatal acrecientan los gastos en
efectivo del erario público; sin
embargo, este demos no gobierna las
estructuras superiores, es gobernado
y su existencia sólo altera el modo
de selección de los dirigentes
ejecutivos; a lo más, existe una
equiparación de los gobernados con
los gobernantes. De esto último
rescatamos que ya desde la época de
este autor clásico se expresaban las
contradicciones de la democracia
liberal.
Para el fundador de la sociología
interpretativa, la burocracia es el
medio de transformar la ‘acción
comunitaria’ en una ‘acción
societal’ organizada racionalmente.
Por esto, la burocracia, como
instrumento de ‘societalización’ de
las relaciones de poder, ha sido y
es un instrumento de poder de gran
importancia para quien controle el
aparato burocrático (Weber, 2001, p.
83). Es la burocratización de la
administración lo que la hace
inamovible. Mientras que el
burócrata individual no puede
zafarse del aparato al que se
encuentra unido, está encadenado a
su actividad a través de toda su
existencia material y espiritual, es
un simple engranaje de un mecanismo
siempre en marcha que le ordena a ir
en un sentido fijo. Este mecanismo
es manejado desde arriba, por lo que
realiza tareas especializadas que no
logran detenerlo. El interés del
burócrata individual es que el
mecanismo siga funcionando y se
mantenga la autoridad ejercida
societariamente. Mientras que los
gobernados no pueden prescindir del
aparato burocrático de autoridad, o
reemplazarlo, puesto que se funda en
una preparación especializada, una
división funcional del trabajo y en
actitudes metódicamente integradas.
Si el funcionario deja de trabajar
sobreviene el caos y es difícil
encontrar entre los gobernados al
reemplazante. La dependencia de las
masas de este tipo de organización
hacen casi imposible su eliminación.
El aparato burocrático cuenta con la
capacidad para hacer imposible la
"revolución" como creación forzada
de formas de poder totalmente
nuevas, sobre todo cuando el aparato
tiene bajo control a los medios de
comunicación, y su estructura está
racionalmente organizada (Weber,
2001, pp. 85 y 86). Es la burocracia
un instrumento de precisión que está
al servicio de los intereses de
dominación diversificados, al tiempo
que busca doblegar los poderes que
se le resisten en los ámbitos que
desea ocupar.
El Estado moderno está sometido a
la burocratización. Pero el hecho de
que la burocracia sea técnicamente
el medio de poder más efectivo al
servicio del hombre que la controla,
no determina la gravitación que ésta
organización puede tener dentro de
una organización social específica.
El poder de la burocracia en plena
expansión es grande, pues el "patrón
político" (como el pueblo, el
presidencialismo, etc.) está en
situación de aficionado ante el
experto funcionario que se posiciona
en la administración. Además, "toda
burocracia intenta acrecentar la
superioridad de los profesionalmente
informados conservando en secreto
sus conocimientos y propósitos"
(Weber, 2001, p. 92), es decir,
cuenta con la propensión a ser una
administración de "sesiones
secretas" a medida que prevalecen
aspectos técnicos, pues se muestra a
la opinión pública lo que no
perjudica los propósitos de su
poder.
La burocracia como forma de
organización desde que Max Weber la
teorizó ha sido un tipo organizativo
que ha modificado las relaciones y
estructuras sociales en su
totalidad, partiendo de su carácter
racional hasta la importancia que
adopta para la canalización del
poder dentro de las sociedades. Sin
la burocracia, la organización
requerida por el modo de producción
capitalista sería difícil de
concebirse, partiendo desde el
manejo de conocimiento especializado
hasta el control, centralización y
secreteo de la información
confidencial. Tanto en la empresa
privada como en las instituciones
públicas, la burocracia jugó un
papel fundamental para la
construcción y expansión del poder
en las sociedades; sin un trabajo
sistematizado, especializado,
preciso y eficiente, sería difícil
pensar en un control de los recursos
humanos tanto a nivel de la
producción como a nivel de las
decisiones estatales.
Siguiendo con su concepción de
la organización
vinculada a la racionalidad
edificadora del poder, Weber
sostiene que: una organización que
genera una fe y creencia en la
existencia efectiva de poder está
impulsada por el prestigio, por lo
que sus miembros se entregan
sistemáticamente al desarrollo de
ese sentimiento de prestigio (Weber,
1977, p. 12).
Las organizaciones de la rutina
cotidiana como la burocrática y la
patriarcal se caracterizan por la
permanencia. Mientras la primera
entraña la racionalidad para
satisfacer necesidades calculables y
periódicas mediante la rutina, la
segunda tiene su campo de acción en
la economía y busca satisfacer
necesidades también mediante una
rutina normal. Pero la satisfacción
de necesidades más allá de la rutina
cotidiana corresponde al poder
carismático que implica una ausencia
de conocimiento técnico y de una
remuneración, y que en condiciones
de conflicto, estos dirigentes
naturales han sido dotados de
atributos sobrenaturales a los ojos
de sus seguidores e inaccesibles
para ellos.
"Por dominación ‘política’ hay que
entender un poder que supera la
autoridad doméstica y que,
básicamente, difiere de ésta"
(Weber, 1977, p. 82). Cuando una
comunidad institucionaliza de manera
estable el carisma, se abren paso
los poderes tradicionales y la
socialización racional, lo cual
implica una disminución de la
importancia de la acción individual,
entonces la disciplina racional se
hace invencible. Es la expresión de
la organización racional la que
termina por derrocar el fundamento
divino de las cosas y restringe al
individuo miembro de ella, sea
dirigente o sea subordinado. La
disciplina tiene el poder de
suprimir el carisma personal, además
de consistir en la ejecución
sólidamente racionalizada,
sistemáticamente enseñada y exacta
de la orden recibida, con
prescindencia de toda crítica
personal y con la disposición, de
parte del ejecutor, a poner en
práctica la orden, de modo exclusivo
y resuelto (Weber, 1977, pp. 84 y
85).
Esta conducta en ordenes es
uniforme, en ello radica lo decisivo
de la disciplina, es decir, dentro
de la organización la obediencia de
una multitud de personas es
necesario que sea racionalmente
uniforme, y en ello, los objetivos
generales de la formación social y
los intereses particulares de los
miembros respecto a ella son el
punto de convergencia. Es el código
disciplinario lo que marcará y
garantizará la obediencia
incondicionada. Esta disciplina es
impersonal, siempre neutral y al
servicio de cualquier poder que la
requiera y sepa cómo promoverla;
reemplaza el rapto de heroicidad o
la devoción por un caudillo
personal, el culto del honor, o el
ejercicio de la habilidad personal
como arte, por la habituación a una
práctica rutinizada; presupone
también, un sentido del deber y una
conciencia.
Ante la satisfacción racionalizada
de las necesidades económicas y
políticas se produce el avance de la
progresiva coerción disciplinaria,
lo cual limita la importancia del
carisma y del comportamiento
personal singularizado. Este
carácter carismático como poder
creativo decrece ante una dominación
organizada en instituciones
duraderas y sólo prevalece en
periodos de emociones masivas, de
efectos imprevisibles (Weber, 1977,
pp. 98 y 99).
La disciplina es parte constitutiva
de las organizaciones modernas que
limitan la acción personal
carismática; a lo más, el líder
dentro de este tipo organizativo es
restringido en su acción por los
objetivos generales y racionales que
pueden llegar a limitar su
creatividad, aunque en muchos casos,
este líder puede cambiar el sentido
de la organización en cierta
coyuntura. Es el carácter fetichista
de la organización lo que termina
por subsumir a la acción individual
y limitar los liderazgos a la
racionalidad de la misma. También lo
es el poder. Para Weber, esto
significa que dentro de la dinámica
del poder y de su reparto, existe la
ley ante la posibilidad de mantener
un orden mediante un conjunto
específico de hombres que aplicarán
la coacción física o psíquica con el
objeto de lograr una aceptación del
orden o de sancionar su transgresión
(Weber, 1977, p. 45). Mientras que
el poder es la posibilidad de que
una o varias personas realicen su
propia voluntad en una acción en
común, aún contra la oposición de
otros participantes en la acción. La
lucha por el poder no siempre tiene
como meta el enriquecimiento
económico, ya que el poder puede ser
valorado por sí mismo, y se busca
por el mero "honor social".
2.5 Joseph A. Schumpeter y la
organización sustentada en la
innovación.
Innovación y organización, además de
los elementos estructurales
proporcionan lo indispensable para
el desenvolvimiento, el
rejuvenecimiento y las
transformaciones del sistema
capitalista. El capitalismo requiere
para su realización de una voluntad
política, de realizaciones
culturales y de una legislación
social; esto implica la
interrelación de organizaciones
donde germinen estos elementos
reproductores.
Joseph A. Schumpeter sostiene que
el capitalismo es un proceso
evolutivo; es una forma o método de
transformación económica, por lo que
nunca puede permanecer estacionario.
Este carácter evolutivo no se debe
al hecho de que la vida económica
transcurre en un medio social y
natural que cambia constantemente y
que como consecuencia altera la
acción económica, ni se debe al
crecimiento automático de la
población y del capital; sino que
"el impulso fundamental que pone y
mantiene en movimiento a la máquina
capitalista procede de los nuevos
bienes de consumo, de los nuevos
métodos de producción y transporte,
de los nuevos mercados, de las
nuevas formas de organización
industrial que crea la empresa
capitalista" (Schumpeter, 1963, p.
120). Este proceso de mutación
industrial revoluciona
incesantemente la estructura
económica desde dentro, "destruyendo
ininterrumpidamente lo antiguo y
creando continuamente elementos
nuevos. Este proceso de destrucción
creadora constituye el dato de hecho
esencial del capitalismo"
(Schumpeter, 1963, p. 121). Estas
revoluciones no son incesantes, son
discontinuas, separadas unas de
otras por lapsos de tranquilidad;
pero el proceso actúa en su conjunto
ya sea porque siempre hay una
revolución o una asimilación de sus
resultados, formando ambas a los
ciclos económicos. En este proceso
de destrucción creadora desaparecen
muchas empresas que no soportan este
vendaval.
Para el economista, la misma
evolución económica que mina la
posición de la burguesía,
disminuyendo la importancia de las
funciones de los empresarios y
capitalistas, dislocando las
instituciones y creando una
atmósfera de hostilidad, destruye
también desde dentro las fuerzas
motrices del capitalismo. El orden
capitalista descansa sobre pilares
hechos de material extracapitalista,
extrae su energía de normas de
conducta extracapitalistas, las
cuales al mismo tiempo trata de
destruir. "Hay en el sistema
capitalista una tendencia inherente
hacia la autodestrucción, que, en
sus primeras etapas, puede tomar la
forma de una tendencia hacia el
retardo del progreso" (Schumpeter,
1963, p. 217).
La organización es
en sí misma un ente ligado a la
incertidumbre y necesitado de
innovación para hacerle frente; es
en la organización donde se genera
este proceso de destrucción creadora
que dinamiza y actualiza al
capitalismo; es la organización el
nicho necesario para el desarrollo
de la creatividad individual y para
la convergencia de esta. Sin la
organización el innovador no logrará
materializar sus ideas, al tiempo
que la organización no estará
provista de dinamismo y capacidad de
adaptación sin los aportes de la
innovación.
Más que la competencia sobre los
métodos de producción y las formas
de organización industrial, la que
cuenta es la que entraña la
aparición de nuevos artículos, de
una técnica nueva, de fuentes de
abastecimiento nuevas, de un tipo
nuevo de organización, es decir, "la
competencia que da lugar a una
superioridad decisiva en el costo o
en la calidad y que ataca no ya a
los márgenes de los beneficios y de
la producción de las empresas
existentes, sino a sus cimientos y a
su misma existencia" (Schumpeter,
1963, p. 122), en ello radica la
importancia de la innovación. Esta
innovación reduce el efecto a largo
plazo y la importancia de las
prácticas que tienen por objeto
conservar las posiciones adquiridas
y elevar al máximo los beneficios
procedentes de ellas mediante la
restricción de la producción.
Cuando la empresa capitalista
despliega sus posibilidades, la
capacidad y la ambición
fortalecieron a los negocios. El
éxito del empresario fascinaba
incluso a los estratos superiores de
la sociedad feudal, lo cual en gran
medida dio un impulso a la máquina
racionalista. "El capitalismo –y no
meramente la actividad económica en
general- ha constituido, en
definitiva, la fuerza propulsora de
la racionalización del
comportamiento humano" (Schumpeter,
1963, p. 173). Por lo que no sólo la
fábrica mecanizada, el volumen de
producción que fluye en ella, la
técnica y la organización económica
modernas, sino también los rasgos y
conquistas de la civilización
moderna son producto directo o
indirecto del proceso capitalista.
Pero más que la actividad de lucro,
es la forma de organización que
permite el capitalismo, es el
dinamismo e impulso que se imprime a
la información y a la innovación; no
sólo el capitalismo aporta los
medios materiales y la voluntad
creadora, sino que su racionalidad
crea los hábitos mentales que
permiten sostener a la organización.
El arte, la medicina, la educación,
la vestimenta, la "democracia
individualista", el Estado de
bienestar y las reformas
institucionales a favor de las
masas, la misma "libertad de
pensamiento" están permeados por la
esencia capitalista que se expande
como una racionalidad generalizadora
que a la vez requiere de estas
expresiones para reproducirse.