El tema de España
y la filosofía (pag. 2)
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Ortega y Gasset
Ahora bien, en la dirección señalada, la filosofía es, en letras mayúsculas, el «esfuerzo intelectual» por excelencia, lo es porque el filósofo efectúa un tipo de conocimiento que encierra una actitud teorética carente de practicismo alguno, en otras palabras, la filosofía no brota por razón de utilidad práctica sino porque es constitutivamente necesaria al intelecto humano. El filósofo al encontrar que al mundo le falta su integridad, que en él hay ausencias, afronta tales ausencias con sobrehumano esfuerzo. Para ello no puede partir de creencias previas, así sucede que el filósofo se rige por un principio lógico y metódico de autonomía, un principio que repliega al filósofo sobre sí mismo para luego intentar llevar a cabo su afán intelectual de abarcar el Universo, es por ello que «la ocupación primera de la filosofía tenga que ser crítica de los principios de todas las opiniones que valen como últimas y fundamentales, sea en la ciencia, sea en la conciencia pública» y continúa diciendo «el pensamiento filosófico, teniendo como ocupación única y permanente asegurar la solidez del principio, tiene que estar siempre buscando un principio más principio detrás del recibido; o lo que es igual: que la filosofía camina siempre hacia atrás, que se va siempre retirando. En toda nueva instauración de la filosofía se da, pues un paso hacia atrás» (19). Ahora bien, dicho esfuerzo no se presenta por igual a un mismo nivel
o «en idéntico repertorio» a lo largo de la historia, ello es debido
a que la filosofía está sujeta a la temporalidad de la vida humana,
a su existencia y a su cambio. El acto psíquico a través del cual acontece
la filosofía tiene una historia y el supuesto mínimo de la historia
es que el sujeto es comprendido con sentido, ya que posee en su estructura
racional aspectos de verdad. Toda generación humana comprende una variedad
o tipo humano que se encuentra dotado de ciertas características, razones
y preferencias nativas, así cada generación parte de supuestos más o
menos distintos, lo que significa que el sistema de verdades, supuestos
y valores de cada generación tiene una dimensión histórica, es relativo
a cierta cronología humana. Ahora bien, en cada momento presente conviven
tres tipos diferentes de generaciones, cada una de ellas se encuentra
adscrita a un tiempo de nacimiento, maduración y decadencia, esta adscripción
de la vida de cada cual, de cada individuo humano, a una generación
implica cierta fatalidad que, por lo pronto, determina la definición
de su vida, es así que la fatalidad forma parte de la anatomía de la
vida humana y se articula de distinto modo dentro de la vida de cada
cual constituyendo una fracción del ambiente del que forma parte y donde
coexiste con el resto de los hombres. La constitución y articulación
de este ambiente posibilita el hecho del cambio histórico. Desde estos
supuestos (20), Ortega,
analizó un momento determinante de la historia de la filosofía, aquel
donde «la filosofía había quedado reducida, o poco menos, a la teoría
del conocimiento» (21).
Los científicos, forzados a pisar terreno filosófico al tener que justificar
el ejercicio de su actividad y el conocimiento resultante de ésta, ahora
concluían que la verdad científica es inexacta e incompleta ya que su
objeto de conocimiento es parcial, no se basta a sí mismo, no es íntegro.
Y, sostiene Ortega, el hombre de ciencia necesita al vivir, al igual
que cualquier tipo de hombre, de una verdad integral. La ciencia nuevamente
modificaba el ambiente y los supuestos de los que participaban los filósofos
e incitaba a éstos, en el primer tercio del siglo XX, a plantear plénamente
el ejercicio de su actividad. Los filósofos que, en el siglo anterior,
habían sido infieles a su condición, retornaban ahora sobre la misma
filosofía con la intención de formularla en el más amplio de sus sentidos. |
Desde esta perspectiva inicia Ortega su análisis de la filosofía, su significado y función dentro de la cultura del siglo XX. Su curso ¿Qué es filosofía? es la materialización de un intento por abordar filosóficamente la propia filosofía, tal intento, fruto de una investigación encaminada al ámbito de lo público, no fue editada a lo largo de su vida, en cambio lo fue póstumamente en base a las notas que preparó para realizar el curso, por ello formula Julián Marías (24) que este curso entraña una contradicción personal en Ortega. Sin entrar de lleno en esta cuestión, el texto se ajusta a la lógica editorial de las publicaciones póstumas de las notas preparatorias de los cursos y conferencias de Ortega, como así sucede con otras de sus obras, como por ejemplo ¿Qué es conocimiento? y Sobre la razón histórica. En todas ellas el carácter docente con que fueron planteadas las lecciones, le dan al texto un grado de accesibilidad fruto del esfuerzo de Ortega por comunicar a su solícito auditorio el análisis y las conclusiones de su investigación. Una investigación que trata de abordar el nuevo sentido con que Ortega intenta establecer los márgenes del ejercicio de la actividad filosófica. Para ello plantea «la cuestión» más esencial de todas. ¿Qué es filosofía? es de todas las cuestiones la más reverente, la que todo filósofo debe preguntarse no por pura formalidad, tampoco por débito intelectual frente a la funcionalidad de su actividad y, por supuesto, no como cuestión de vaga generalidad o de introducción para aquellos que se inician en el pensamiento filosófico. Esta cuestión encierra un planteamiento de estricto «tecnicismo filosófico»
ya que analiza onsecuentemente el centro mismo de la filosofía, su fundamental
justificación vital e intelectual, aquello que da razón de la filosofía
y resuelve la cuestión del acto filosófico. La respuesta a esta pregunta
se efectúa desde la misma filosofía, es a su vez filosofía al mismo
nivel de sí misma, quizás, por ello, Ortega plantea que lo primero que
encuentra es al filósofo filosofando, ejercitando su reflexión sobre
sí. Desde este planteamiento Ortega establece la articulación general
de sus lecciones. He dicho articulación mas no argumentos pues éstos
en cambio son muchos y extensos tanto en profundidad como en intensidad
intelectual. Ahora bien, con esta articulación Ortega muestra que la
filosofía requiere de un proceso de análisis, o quizás sea mejor decir
de un proceso de auto-análisis, que de forma rigurosa el filósofo establece
como «ruta mental» que habrá de resolver las cuestiones propias de su
ejercicio intelectual. Ortega mostró su ruta intelectual ante su expectante
auditorio, un camino que visualizó como la espiral que permite aproximarse
al centro de la cuestión sin perder de vista el núcleo del problema,
lo que llamó «el método de Jericó». Con dicho método Ortega desarrolló
en grados distintos la filosófica cuestión con la que tituló su curso.
Cuatro son los grados o giros explícitamente enunciados por Ortega en
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