EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN

1. El problema de la metafísica

En la Crítica de la razón pura kant aborda el problema de la posibilidad y límites del conocimiento. En esta obra se estudia la razón humana en su uso puro, esto es, la razón desligada de la experiencia, sin importar su aplicación a los conocimientos empíricos.

Sabemos y tomamos por cierto que hay un tipo de conocimiento que denominamos científico, el cual tiene como característica fundamental la universalidad y la necesidad de sus juicios. Sabemos que las matemáticas y la física son ciencias pero, ¿podemos decir lo mismo respecto a metafísica?¿Es la metafísica una ciencia?


La metafísica, conocimiento especulativo de la razón, enteramente aislado, que se alza por encima de las enseñanzas de la experiencia mediante meros conceptos (no como la matemática mediante aplicación de los mismos a la intuición), y en  donde, por tanto, la razón debe ser su propio discípulo, no ha tenido hasta ahora la fortuna de emprender la marcha segura de una ciencia; a pesar de ser más vieja que todas las demás y a pesar de que subsistiría aunque todas las demás tuvieran que desaparecer enteramente sumidas en el abismo de una barbarie destructora. Pues en ella tropieza la razón continuamente, incluso cuando quiere conocer a priori (según pretende) aquellas leyes que la experiencia más ordinaria confirma. En ella hay que deshacer mil veces el camino, porque se encuentra que no conduce a donde se quiere; y en lo que se refiere a la unanimidad de sus partidarios, tan lejos está aún de ella, que más bien es un terreno que parece propiamente destinado a que ellos ejerciten sus fuerzas en un torneo, en donde ningún campeón ha podido nunca hacer la más mínima conquista y fundar sobre su victoria una duradera posesión. No hay pues duda alguna de que su método, hasta aquí, ha sido un mero tanteo y, lo que es peor, un tanteo entre meros conceptos.

Ahora bien, ¿a qué obedece que no se haya podido aún encontrar aquí un camino seguro de la ciencia? ¿Es acaso imposible? Mas ¿por qué la Naturaleza ha introducido en nuestra razón la incansable tendencia a buscarlo como uno de sus más importantes asuntos? Y aún más ¡cuán poco motivo tenemos para confiar en nuestra razón si, en una de las partes más importantes de nuestro anhelo de saber, no sólo nos abandona, sino que nos entretiene con ilusiones, para acabar engañándonos! O bien, si sólo es que hasta ahora se ha fallado la buena vía, ¿qué señales nos permiten esperar que en una nueva investigación seremos más felices que lo han sido otros antes? (Prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura)

 

Vemos así, esbozado en este texto, el problema en que se hallaba sumida la metafísica en tiempos de Kant.

La metafísica racionalista wolfiana, fundamentada en el principio de contradicción, era elaboraba a partir de conocimientos que no dependían de la experiencia, es decir, la metafísica era un saber construído a priori, por la razón.

Esta postura dogmática contrasta con la crítica a la metafísica que hizo Hume, autor que, según Kant le despertó de su sueño dogmático. Para este empirista radical, la metafísica sólamente contiene ideas que no tienen un correlato en ninguna impresión, y por lo tanto, no existe ni tiene validez como ciencia.

Kant se encontró con el problema de dilucidar si la metafísica era o no una ciencia. Por lo tanto, en la Crítica de la razón pura kant se esforzará por resolver no sólo el problema de las condiciones de posibilidad y límites del conocimiento científico, sino que también tratará de responder a la pregunta ¿Es la metafísica una ciencia o podría converirse en tal? Veámoslo.


2. Los juicios científicos


Saber si la metafísica es o no una ciencia implica que, previamente debemos determinar cuáles son las características específicas que hacen que un conocimiento pueda ser denominado científico.

Como sería una tarea sobrehumana analizar todos y cada uno de los conocimientos científicos que poseemos y, como sabemos que todo razonamiento se compone de juicios, kant intenta primero saber qué tipos de juicios utiliza el conocimiento científico y qué características fundamentales tiene.

Convenimos todos en que para que un juicio pueda ser considerado científico debe cumplir, como mínimo, estos dos requisitos:

1. Los conocimientos que aporte deben ser universales y necesarios, esto es: su validez debe demostrarse siempre y en cada caso y, por otro lado, no pueden ser de otra manera). Esta característica determina que estos conocimientos no pueden provenir de la experiencia.

2. Dichos juicios han de ir más allá de lo evidente y consabido, aumentando nuestros conocimientos gradualmente.

 

Los juicios analíticos y sintéticos

Kant hace una distinción entre juicios dependiendo de la relación que mantiene el predicado de la proposición con el sujeto. Así podemos establecer dos clases de juicios:

1. Juicios analíticos (A es B).

Son aquellos en los cuales el predicado (B) está incluído en la noción de sujeto (A). Por ejemplo: La pelota (A) es redonda (B). La noción de redondez se infiere directamente y se halla implícita en el sujeto "pelota". Desde luego, no hay pelotas cuadradas.

En estos tipos de juicio, es suficiente examinar detenidamente el sujeto para comprender que el predicado le conviene necesariamente.
Otros juicios analíticos serían: todos los cuerpos tienen extensión, el todo es siempre mayor que la parte y un triángulo tiene tres ángulos.

Estos juicios son explicativos, es decir, explican lo que ya estaba implícito (tres ángulos) en la noción misma de sujeto (triángulo). Por este motivo, los juicios analíticos no amplían nuestros conocimiento ni nos permiten averiguar nuevas verdades.

Esta obviedad de los juicios analíticos es la que proporciona que los conocimientos que aporta sean siempre uiversales y necesarios. A nadie se le ocurriría pensar un triangulo que tuviera más (o menos) de tres ángulos, ni tampoco jugar al tenis con una pelota que no fuera más o menos esférica.

De todo ésto se deduce otra cosa importante que ya no depende de la relación del sujeto con el predicado: los juicios analíticos son siempre a priori, esto es: son juicios cuya validez podemos establecer con total independencia de la experiencia. La noción misma de triángulo implica necesariamente el tener tres ángulos, y no tenemos que dibujar todos los posibles triángulos existentes para comprobarlo.

2. Los juicios sintéticos (A es B).

Son aquellos cuyo predicado (B) no está contenido en la noción de sujeto (A). Por ejemplo: la pelota (A) es azul (B). el predicado azul no se infiere directamente con sólo pensar en el sujeto pelota. Pare saber ésto, tendremos que ver concretamente ésa pelota que, de hecho, es azul.

Otros ejemplos de juicios sintéticos son los siguientes: los maoríes pesan más de 120 kilos o a ningún segoviano les gusta la Coca-Cola. Suponiendo que estas afirmaciones fueran ciertas, su verdad habría que comprobarla a través de la experiencia, ya que la noción de sujeto maorí, incluye únicamente el lugar donde ha nacido el sujeto y no da información alguna sobre su peso, altura, gustos o creencias.

Vemos que los juicios sintéticos sí amplían y aumentan nuestros conocimientos (analíticamente sabía que la pelota es redonda, pero ahora que la he visto sé algo nuevo sobre ella: que es azul, de plástico, mate, y que tiene un diámetro de 15 cm.). A esta propiedad de los juicios sintéticos de ampliar nuestros conocimientos la denominó kant extensión. Los juicios sintéticos son extensivos.

Por lo que hemos visto podemos deducir otra cosa más: estos juicios son a posteriori, es decir, su verdad es conocida a partir de la experiencia: para saber si a los segovianos les gusta o no la Coca-Cola no tendremos más remedio que ir a visitarlos. Pero los juicios sintéticos a posteriori no son universales y necesarios: sucede que la pelota es azul y de plástico, pero esta verdad es contingente y particular. El dueño de la pelota podría pintarla o darle tanto uso que su color acabara siendo indeterminable. Repecto al caso de los maoríes podría darse el caso exepcional de que uno de ellos fuese muy flaco y por lo tanto jamás pesara esos 120 kilos de rigor.

Los conocimientos aportados por la experiencia están sujetos a todo tipo de modificaciones y excepciones que impiden que podamos asegurar su necesidad y universalidad: existe la posibilidad de que lo que ha venido sucediendo de una manera no vuelva a suceder así en un futuro. Quizás un día los segovianos cambién el buen vino por la Coca-Cola.