El poder de la reducción al absurdo

En el apartado anterior ya hemos comprobado cómo funciona
el método de las tablas de verdad para descubrir si una enunciado melecular
es tautológico o no. Vimos el caso de dos fórmulas p
(¬p) y (p
q)
[(¬p)
(¬q)] que
resultaron ser tatutologías, puesto que todas sus posibles interpretaciones
eran verdaderas.
A continuación aprenderemos un método abreviado,
llamado
reducción al absurdo para conseguir el
mismo objetivo. El método de reducción al absurdo es un método general de razonamiento
que consiste en suponer lo contrario de lo que se busca demostrar, de forma
que esto queda demostrado si a partir de dicha suposición se llega a una contradicción,
a un resultado imposible.
Veamos en la práctica cómo funciona este método para averiguar
si estamos ante una tautología o no.
Ejemplo primero
Tomemos, para un primer ejemplo, el caso de la fórmula: p
(¬p)
Construiremos una tabla que nos
ayude a llevar adelante todo el proceso, con tantas celdillas como proposiciones
y conectivas
tenga la fórmula objeto de análisis:
p |
 |
(¬ |
p) |
|
|
|
|
|
A continuación suponemos
lo contrario de lo que queremos demostrar, esto es, suponemos que la
conectiva
principal (la disyunción, en este caso) es falsa:
p |
 |
(¬ |
p) |
|
F |
|
|
|
Para que la disyunción sea falsa, tenemos
que suponer que los dos términos que la componen sean falsos simultáneamente
(siguiendo la definición de la disyunción que ya conocemos).
Por lo tanto:
p |
 |
(¬ |
p) |
F
|
F
|
F
|
|
|
Vemos en este caso que nos encontramos con
una contradicción, pues, según la definición de
la negación,
si la negación de un enunciado es falsa, dicho enunciado ha de
ser verdadero (y viceversa).
¡Contradicción!
 
p |
 |
(¬ |
p) |
F
|
F
|
F
|
V
|
|
Nos econtramos que p=F y que p=V, y eso no
puede suceder simultáneamente, es contradictorio |
¿Qué significa que nos encontremos con esta
contradicción?
Cuando al suponer que un enunciado es falso y nos encontramos
con una contradicción,
lo que sucede es que no hay ninguna posible interpretación del enunciado
bajo estudio [en
nuestro caso
p
(¬p)]
que haga falso a dicho enunciado. Y si no hay
ninguna posible interpretación que lo haga falso, entonces ha de ser
una tautología
por fuerza (bajo cualquier
posible interpretación el enunciado será verdadero.
Ejemplo segundo
Practiquemos el método de reducción al absurdo con el
otro enunciado que ya sabemos que es tautológico: (p
q)
[(¬p)
(¬q)]
Construiremos
una tabla que nos ayude a llevar adelante todo el proceso, con tantas
celdillas como proposiciones y conectivas tenga la fórmula objeto
de análisis:
|
A
continuación suponemos lo contrario de lo que queremos demostrar,
esto es, suponemos que la conectiva principal (la disyunción,
en este caso) es falsa:
|
Para
que la disyunción sea falsa, tenemos que suponer que los dos términos
que la componen sean falsos simultáneamente (siguiendo la definición
de la disyunción que ya conocemos). Por lo tanto:
(p |
 |
q) |
 |
[(¬ |
p) |
 |
(¬ |
q)] |
|
F
|
|
F
|
|
|
F
|
|
|
|
Centrémonos
en el sub-enuciado (p q)
de la izquierda, cuya conectiva principal es una conjunción. Para
que sea falso, es imprescindible que al menos uno de los dos enunciados
atómicos
que lo componen (p, q) sea falso. Supongamos que p es falso y q verdadero
o falso.
(p |
 |
q) |
 |
[(¬ |
p) |
 |
(¬ |
q)] |
F
|
F
|
|
F
|
|
|
F
|
|
|
|
Ahora
centrémonos en el otro
sub-enunciado de la conectiva principal, el de la derecha: [(¬p) (¬q)].
Se trata, a su vez, de otra disyunción. Por lo tanto,
para ser falsa han de ser falsos sus dos componentes (que son dos negaciones):
(p |
 |
q) |
 |
[(¬ |
p) |
 |
(¬ |
q)] |
F |
F |
|
F |
F
|
|
F |
F |
|
|
Por
último, ya podemos averiguar el valor de verdad de la otra p
y de la otra q: en este caso, forzosamente, tanto p como q han
de ser verdaderos, pues sabemos que sus
negaciones
son falsas. Y nos encontramos con una contradicción: en el sub-enunciado (p q) p
es falso, y en [(¬p) (¬q)],
p es
verdadero.
¡Contradicción!
   
(p |
 |
q) |
 |
[(¬ |
p) |
 |
(¬ |
q)] |
F
|
F |
|
F |
F |
V | F |
F | V
|
| |
Observa que para que en el segundo sub-enunciado [(¬p)
(¬q)] sea
falso forzosamente tanto p como q han
de ser verdaderas, y que eso es incompatible con la necesidad de que al menos
haya una falsedad en el primer sub-enunciado (p
q).
En consecuencia, también en este segundo ejemplo todas las posibles
interpretaciones dan un resultado de verdad en la disyunción principal,
y estamos ante una tautología.
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