El concepto de 'violencia simbólica' sumado a su reivindicación
de 'autonomía de los distintos campos' de investigación fueron
fundamentales en una obra que comenzó interesándose sobre todo por
cuestiones de educación y cultura para más tarde ampliar su área de
atención a los medios de comunicación y a la política. Preocupado
por las distintas formas que puede adoptar el poder, se había
concentrado estos últimos años en el 'fatalismo de las leyes
económicas que oculta en realidad una política paradójica puesto que
se trata de una política de la despolitización'.
Durante los grandes movimientos de protesta del otoño de 1995 se
puso al lado de los ferroviarios y de los funcionarios, criticando
una reforma que pretendía consagrar el predominio de 'la
racionalidad contable por encima de la racionalidad humana'. Desde
1993, con la publicación de La miseria del mundo (publicado
en España por Akal), su apellido era una referencia para toda la
izquierda francesa y en la actualidad colaboraba con el movimiento
Attac. De ahí las palabras emocionadas de Susan George,
vicepresidenta del citado movimiento, al conocer la muerte de
Bourdieu: 'Era un hombre de una generosidad increíble. Coincidíamos
en muchas cosas, hasta el punto de que quiso hacer el prólogo de mi
libro, el Informe Lugano'.
Actividad política
De su obra -más de 25 títulos- pueden destacarse La distinción
(Taurus); El oficio de sociólogo (Siglo XXI), o intento
de 'sociología de la sociología'; El sentido práctico
(Taurus); Razones prácticas: sobre la teoría de la acción
(Anagrama), o Las reglas del arte: génesis y estructura del
campo literario (Anagrama). Acaba de aparecer estos días en
España Contrafuegos 2 (Anagrama).
Durante la segunda mitad de los años noventa, su actividad
política le empuja a redactar panfletos contra la televisión
y los grandes grupos de comunicación. Para Bourdieu (Sobre la
televisión, Anagrama en castellano y Edicions 62 en catalán),
'la televisión oculta mostrando', pues nunca aborda los temas
centrales de manera correcta, informativa y comprensiva. La prensa
no salía mejor parada, acusada de facilitar 'la circulación circular
de la información', es decir, de propiciar una uniformización en
nombre de la libre competencia. La radicalización de los últimos
tiempos le aportó a Bourdieu mucha popularidad pero también le
granjeó grandes enemigos.
Jeanine Verdès-Leroux escribió un ensayo 'sobre el terrorismo
sociológico de Pierre Bourdieu'.
El filósofo francés Alain Finkielkraut decía que 'gracias a
Bourdieu el mundo ha pasado a ser sencillo, dividido entre
dominantes y dominados'.
El periodista Daniel Schneidermann observaba que 'los medios de
comunicación están obligados a comentar los libros de Pierre
Bourdieu criticando a los medios de comunicación en tanto que
censores porque si no corren el riesgo de ser acusados por el propio
Bourdieu de actuar como censores'.
Otros de sus títulos recientes fue sobre La dominación
masculina (Anagrama y Edicions 62), donde denunciaba hasta qué
punto muchas mujeres y el propio discurso feminista habían
interiorizado la lógica masculina como la única con fundamento. Pero
sus éxitos editoriales venían de la creación de la editorial
Liber/Raisons D'agir que, a través de pequeños formatos, le permitía
vender hasta 150.000 ejemplares de artículos o discursos de combate.
Para uno de sus continuadores y antiguo colaborador, Luc Boltanski,
'una parte de la obra de Bourdieu es un revisitar la tradición' pero
la de la última época, 'como en el caso de Jacques Lacan, está
impulsada por un grupo de seguidores
dogmáticos'.