USO DE
RAZÓN. DICCIONARIO DE FALACIAS
|
|
Falacia ad CONSEQUENTIAM o de las
Valoraciones
irrelevantes |
![]() |
Pretende
refutar una tesis o un plan apelando a consecuencias irrelevantes para lo que
se intenta demostrar. Viene a decir: esto es falso porque conlleva consecuencias
desagradables. Veamos un ejemplo: Racionalidad y capacidad de análisis no pueden
ser considerados atributos masculinos. Equivale a conceder a los hombres una
ventaja injustificada en las demandas de empleo y en las promociones. ¿Qué es lo que se discute? Si la racionalidad es, o no, un
atributo masculino. Sin duda no lo es, pero lo que afirma nuestro ejemplo es
que no debe serlo, independientemente de que lo sea o no, porque acarrearía
consecuencias indeseables. Es una falacia que deforma la realidad
insertando juicios de valor donde no hacen al caso. No es posible resolver si
la proposición es verdadera o falsa alegando que no es... deseable. No me interesa si el Gobierno tiene
razón. En ningún caso nos conviene reconocérsela.. No procede tomar declaración al
ex-presidente de gobierno porque representaría un estigma para su persona. No se ría: lo ha dicho un juez. A Galileo nadie le negó los
hechos. Simplemente se consideró desastrosa la posibilidad de que pudiera
estar en lo cierto. No tenía razón porque no convenía que la tuviera. En 1999
se protestó por la concesión de un Oscar honorífico al director de cine
Elia Kazan. Los disconformes alegaron que hace cincuenta años colaboró en la caza
de brujas contra los comunistas. No negaron los méritos cinematográficos de
Kazán. Tampoco negaban que el Oscar sean un reconocimiento al mérito
estrictamente cinematográfico. No importa. ¿Recuerda alguien que Lope de Vega
denunció herejes a la Inquisición? Hace unos años se conmemoró el centenario de
Clarín, autor de La Regenta. Surgieron protestas del mismo
estilo cuya fuente prefiero silenciar: Se quiere celebrar a bombo y platillo el
aniversario de un escritor cuyas cualidades literarias no vamos a discutir,
pero sobre cuya posición doctrinal, en cuanto a nuestra Fe se refiere, tenemos
serios reparos que oponer. El denominado Pensamiento Políticamente Correcto pretende
expurgar de las bibliotecas públicas (y si fuera posible, de la historia) toda
literatura racista o sexista, sea cual sea su calidad. Este es caso de Huckleberry Finn por
ejemplo, y de casi toda la literatura desde los tiempos de Homero. —
Quiero comprar un caballo que corra mucho. —
Tengo uno que corre más que el viento. En quince minutos va usted de Madrid a
Guadalajara. —
Entonces no me interesa. No tengo nada que hacer en Guadalajara. La publicidad abusa sin fatiga de este sofisma. Al ser muy
parecidos los productos de las distintas marcas, los comerciantes acentúan
valores que no vienen al caso: las pasiones que despierta un perfume, o el
prestigio que aporta calzar determinadas zapatillas deportivas... Lo mismo
ocurre con los cantantes pop que dedican su concierto a la mujer
afgana (o a la difunta princesa de Gales). Ahora les ha dado a los
publicitarios por la ecología y la ayuda al Tercer Mundo: si uno compra determinado
artículo recibe satisfacciones complementarias porque contribuye a la
protección de la naturaleza, o porque una parte de lo que se pague irá
destinado a los pobres. El mensaje acentúa ventajas que nada tienen que ver
con el producto. Alababan a Filipo de hermoso, elocuente
y buen bebedor; mas Demóstenes dijo que tales loas correspondían más que a un
rey a una mujer, a un abogado y a una esponja.[1] Conviene recordar lo que señalamos al hablar de las valoraciones: ¿es relevante el principio que se alega para este caso?
¿Complementa otras razones o las sustituye? Cuando lo que está en juego es lo
preferible, toda valoración adicional es perfectamente legítima: déme el
más barato, el que regala puntos, el ecologista. Por el contrario, si lo
que se discute es la calidad objetiva de un producto o la verdad de una
afirmación, cualquier valoración complementaria está fuera de lugar. La cuestión no es saber si las medidas
previstas por la ley [ante la peste] son graves, si no si son necesarias
para impedir que muera la mitad de la población.[2] |
|
|
|
Revisado:
mayo de 2005 |