FUNDACIÓN “SEVILLA ACOGE”

ALGO DE SU HISTORIA

 

                                                                               Reyes García de Castro

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1. Introducción.

 

La mayoría de las instituciones sociales suelen surgir de un intento de respuesta voluntariosa por parte de algún grupo de personas al descubrir o conocer una situación nueva que se va instalando en la sociedad y que requiere solidaridad. En nuestro caso, varias personas que habíamos vivido unos años en países africanos, al regresar a Sevilla nos dimos cuenta de que en nuestra ciudad había cada vez más personas de otros países. Éramos conscientes de que si habíamos podido trabajar y ser felices en aquellos países, fue gracias a la comprensión y ayuda recibida de la población autóctona, que nos ayudó a integrarnos en un mundo tan distinto al nuestro, donde los códigos, los valores y las costumbres eran incluso a veces opuestos a los nuestros. Estos amigos-as africanos nos ayudaron a conocerlos y a que, guardando la esencia de nosotros mismos, pudiéramos convivir, trabajar y ser felices durante nuestra estancia entre ellos. 

 

Así pues, en los años 1984-85, cuando en Sevilla empiezan a instalarse subsaharianos, magrebíes, latinoamericanos, nace “SEVILLA ACOGE”, con una misión especifica: ayudar a las personas inmigrantes a integrarse en nuestra sociedad, sin que para ello tengan que renunciar a lo que son y dar a conocer a nuestra sociedad sus valores, sus culturas, su presencia.

 

2. “Sevilla Acoge” es la primera entidad sin ánimo de lucro creada en España con el fin específico de trabajar con la población inmigrante. Ser pioneros nos obligó desde el principio y de manera más o menos consciente a adoptar una metodología de trabajo de investigación-acción participativa. Es decir,  descubrimiento de una realidad, preparar a un grupo de personas para poder abordarla y puesta en marcha de programas de actuación concretos y adaptados. Al mismo tiempo que se consolidaba nuestra Fundación, fuimos compartiendo conocimientos y experiencias con otros grupos en distintos lugares de Andalucía y del resto de España, motivándolos para crear otras iniciativas similares y trabajar coordinadamente entre todas.

 

Hubo una primera etapa en la que fuimos dando respuestas intuitivas, voluntariosas y a veces también desordenadas a la realidad social que queríamos abordar. Fueron unos primeros años de descubrimiento de la realidad, de conocimiento de los colectivos inmigrantes y de calibrar la magnitud del fenómeno y nuestra rudimentaria preparación para abordarlo. Así pues, al poco tiempo, fuimos tomando conciencia de que para poder trabajar acertadamente necesitábamos:

 

·       Encontrar “maestros”, personas que pudiesen iniciarnos en este mundo de la inmigración, tan vasto y tan complejo.

·       Buscar “cómplices”, otras personas y grupos que quisiesen trabajar con nosotros en otras ciudades y pueblos y a quienes iniciábamos con lo   poco que íbamos descubriendo y aprendiendo.

 

Así pues, viajamos para contactar con organizaciones con mucha experiencia en la acción con inmigrantes en Francia, Alemania y Bélgica. Conocimos dos  organizaciones que serían claves en nuestro camino posterior: el Centre Bruxelloise d’Action  Interculturelle (CBAI) y el Centro Español de Formación y Acción Universidad Obrera (CEFA-UO), ambos en Bruxelas y especializados en la formación para agentes que trabajan con migrantes y cuya experiencia ejercería una decisiva influencia en la reformulación de los modos de actuar de Sevilla Acoge.

 

Esta primera etapa fue difícil y complicada, pero muy interesante y de claves descubrimientos. Fue determinante el esfuerzo que hicimos para favorecer el nacimiento de otras asociaciones “Acoge” y de la misma Federación “Andalucía Acoge”. Hallamos personas y entidades tanto públicas como privadas sin cuya comprensión y cooperación hubiese sido mucho más duro llegar hasta hoy día. En el lado institucional recordamos a la entonces denominada Dirección General de  Migraciones de la Junta de Andalucía, y a la del mismo nombre del Gobierno central. Ambas instituciones nos prestaron su apoyo desde el principio y mutuamente fuimos aprendiendo y buscando respuestas a esta realidad emergente. 

           

3. De “grupo de amigos” a “organización”.

 

La buena voluntad no basta. El trabajo social hoy día necesita también competencias técnicas y hay que invertir en profesionalizar en parte lo que hasta ahora había sido voluntariado. En “Sevilla Acoge” asumimos este reto, pero teniendo sumo cuidado de no alejarnos de nuestra misión, sino concretándola y organizándola para una más cuidada eficacia.

 

Mejor organización, sí, pero a la vez actuando, es decir, poniendo en los encuentros de análisis, de coordinación, o de formación nuestras experiencias vividas en el trabajo diario, para estudiarlas, mejorarlas y volver a la tarea con nuevas aportaciones. Proceso continuo debido a que hemos de adaptarnos a las personas inmigrantes, tan desconocidas casi siempre, y a unas realidades que se modifican de continuo.

 

Hacemos hincapié en seguir aprendiendo y conociendo mejor a los hombres, a las mujeres y, últimamente, a los menores que han de salir de sus países para “buscarse la vida” en otras tierras extrañas. Este acercamiento a la realidad del otro lo hemos hecho directamente, interrogando a los que vienen hasta nosotros, o viajando a sus países y conociendo a sus familias, a sus jefes religiosos y tradicionales, intentando comprender la importancia que los antepasados, los “gins”, la filiación, la ruptura de tabúes, tienen o pueden tener en la conducta y en la vida de personas procedentes de diferentes culturas. También lo hacemos a través de métodos de trabajo que nos permiten salir de nuestros esquemas mentales y penetrar en el sistema del otro.

 

Hemos aprendido que toda persona es múltiple y diferente, por lo que el acercamiento hacia ella hay que hacerlo desde muchos  ángulos: sociología, pedagogía, etnosiquiatría… Valoramos mucho el aprendizaje al lado de personas que llevan muchos años trabajando esas materias, pues han sido y seguirán siendo un gran aporte para nosotros y para mejorar nuestro acercamiento a las personas inmigrantes.

 

Este trabajo lo vamos haciendo en redes nacionales y transnacionales, unas veces impulsadas por nosotros mismos como socios fundadores (antes en Andalucía Acoge y ahora en CEPAIM), y otras veces integrados en las de otros países, realizando una transferencia de conocimientos y de saber hacer, que han sido fundamentales para nuestro quehacer.

 

4. Importancia de la formación.

 

La formación ha sido y sigue siendo un elemento clave en “Sevilla Acoge”. De hecho, tanto las personas contratadas como las voluntarias de nuestra Fundación han de pasar por diversas etapas de formación; unas veces ofertadas por nosotros mismos o nuestros socios, y en otras ocasiones utilizando la formación que realizan otras instituciones.

 

En esta tarea formativa hemos ido adquiriendo mejores competencias en  interculturalidad. Pero además hemos elaborado nuevas formaciones, “inventando” dos nuevas profesiones, que hasta ahora no estaban desarrolladas en este país, con el fin de preparar a los propios inmigrantes a ser ellos mismos los protagonistas de la intervención con sus colectivos. Los/as “Mediadores Interculturales” y los/as “Educadores HARD” (Educadores de Prevención en Medio Multicultural), son hoy día figuras claves en nuestra Fundación. Formar a estos nuevos profesionales es sin duda nuestra mejor inversión.

 

Los resultados son evidentes: dos tercios de las personas contratadas en Sevilla Acoge proceden de los colectivos de inmigrantes; y lo mismo sucede con buena parte del voluntariado. Trabajar dentro de esta gran diversidad cultural no es siempre fácil para unos y otros. Hablar de interculturalidad es fácil, pero vivirla día a día es siempre un reto.

 

En los últimos años esta formación no sólo se dirige a los miembros de “Sevilla Acoge”, sino que somos solicitados también para impartirla a diferentes colectivos: maestros, profesores, técnicos de servicios sociales, empresarios, universidad, asociaciones, etc.

 

5. La misión o utopía de “Sevilla Acoge”.

 

En nuestra Fundación trabajamos y nos esforzamos “Por un cambio de valores, por una transformación social que nos conduzca a un nuevo modelo social más solidario, donde tengan sitio y convivan las personas de culturas diferentes y donde las libertades, derechos y valores de las mismas sean reconocidos, protegidos y promocionados”.

 

Esta apuesta utópica la concretamos cada día en nuestro compromiso con las personas inmigrantes. Desde nuestra larga experiencia podemos decir que la inmigración es un lugar de duras cuestiones, pero también un espacio muy especial para alimentar ilusiones, para el intercambio y para la convivencia intercultural, para la apertura a los otros y para el respeto a las diferencias, para lograr una sociedad más justa e igualitaria. En este sentido apostamos por tres grandes metas:

 

·        La ciudadanía: Se configura como un horizonte donde los inmigrantes tengan los mismos derechos y deberes que los demás. Ser de origen extranjero no justificará nunca la exclusión social y mucho menos la exclusión legal del ámbito de los derechos. Hemos de caminar hacia la igualdad de derechos en todos los aspectos: laboral y social, cultural y político. El derecho a la ciudadanía consiste en “el derecho a tener derechos”, es decir, en el derecho a poder disfrutar de todos los derechos por ser personas y no por ser nacionales (naturales) del país.

 

·        La integración: La entendemos como un largo proceso que pretende “Unir sin confundir y distinguir sin separar”. Una integración dirigida a las dos partes: inmigrantes y españoles. Se trata de un camino recíproco para el encuentro de ambas partes. Una integración que gira en torno al derecho a la diferencia y no a la diferencia de derechos y que por ello tiende a la eliminación de los obstáculos legales, sociales, culturales y otros, que impiden muchas veces a las personas inmigrantes vivir y actuar como los demás.

 

·        La convivencia intercultural: Una consecuencia clara de la inmigración está a la vista de todos: es necesario aprender a vivir en una nueva sociedad más plural, respetuosa y enriquecida humanamente con las diferencias. Españoles y extranjeros tenemos que inventar nuevas maneras de vernos, de relacionarnos y saber hacer de las diferencias una oportunidad para hacernos todos más personas y conseguir un equilibrio nuevo entre mi identidad y la tuya. Hemos de saber pensar y convivir dentro de un mundo cada vez más pequeño y donde la persona debería ser lo más grande.

 

 

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