![]() |
Los argumentos ontológicos y cosmológicos de la existencia de Dios. EL ARGUMENTO ONTOLîGICO DE SAN ANSELMO La obra de San Anselmo (Aosta, 1035), encaminada a la demostración racional de la revelación, alcanza su punto culminante en las pruebas dadas en su Monologium y Proslogion, de la existencia y naturaleza de Dios. En esta última obra, San Anselmo desarrolla la llamada prueba ontológica de la existencia de Dios, que viene a decir lo siguiente: Dios es lo más grande que pueda pensarse. Este ser infinitamente grande no puede estar sólo en la inteligenca, es decir, no puede ser sólo concebido y pensado. Si así fuera, cabría pensar otro ser tan grande como él y, además, existente, esto es, mayor y más perfecto que él. No puede estar, por lo tanto, sólo en el pensamiento el ser más grande posible, pues si estuviera sólo en el pensamiento, sin que poseyera una realidad, no sería ya el ser más grande posible. LOS ARGUMENTOS ONTOLîGICOS
LOS ARGUMENTOS COSMOLÓGICOS El rechazo del argumento ontológico implica que el teísta debe argumentar partiendo del mundo ( o de alguna parte o aspecto de nuestra experiencia ) para llegar a un Dios. Esto nos lleva al argumento cosmológico, el cual es por excelencia el argumento de los filósofos a favor del teísmo. Empleado de distinta manera por distintos autores, entre los que est‡n Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Spinoza y Leibniz, sin embargo, tiene en común el que se parte del hecho mismo de que existe un mundo, o de las características generales que le son propias, como es el cambio, el movimiento y la causalidad e infieren a Dios como la causa incausada del mundo o de tales caracter’sticas generales, o bien como su creador o como la razón de su existencia. LAS CINCO VÍAS TOMISTAS La demostración de la existencia de Dios está enmarcada dentro del sistema teológico de Tomás de Aquino. La teología tiene como objeto el conocimiento de Dios y por ello su orden de exposición es "de arriba hacia abajo" , es decir, prima el conocimiento de Dios sobre sus criaturas. Distingue, sin embargo, dos acepciones distintas de teología:
Las dos Summas de Sto. Tomás están dedicadas a hacer teología natural : ya que en los entes finitos la esencia no incluye su existencia , por lo tanto, habrá que explicar su existencia a partir de la existencia de un ser necesario cuya esencia sí coincide con su existencia . La problemática tomista de la demostración de la existencia de Dios proviene de su necesidad de demostración racional. Veámoslo. Una demostración es una argumentación mediante la cual se extrae una conclusión de premisas ciertas. La existencia de Dios es algo evidente por sí mismo ( per se), pero no lo es en cuanto a nosotros o para nosotros (quoad nos ). Distingue así, Tomás de Aquino entre:
Debido a ésto, si queremos saber si Dios existe hemos de recurrir a la demostración racional que nos mostrará si la proposici—n "Dios existe" es verdadera o no. Hay, sin embargo, dos tipos de demostraciones segœn Sto. Tomás
En el caso de la demostración de la existencia de Dios, será necesaria una demostración a posteriori, es decir, a partir de los efectos que produce la causa (Dios) que queremos demostrar. Esto significa demostrar su existencia a partir de las criaturas, del mundo, de lo creado por Dios. Por ello a los argumentos tomistas se les denomina cosmológicos, porque parten del mundo (cosmos). La existencia de Dios se infiere del mismo examen de los entes finitos. Sin causa, Dios, no habría efectos (mundo). LAS CINCO VIAS TOMISTAS El esquema general de las cinco argumentaciones a posteriori de la existencia de Dios es el que sigue:
Denominación de las cinco vías: 1. V’a del movimiento 2. vía de la causalidad eficiente 3. vía de la contingencia 4. vía de los grados de perfección 5. vía del orden EJEMPLO DE DESARROLLO DE LAS VÍAS TOMISTAS (primera y segunda vías) " la primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto est‡ en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo m‡s que lo que est‡ en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una cosa estŽ a la vez en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas : lo que es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como tambiŽn lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro, es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a ése otro. Más no se puede seguir indefinidamente, porque así no habr’a un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no se mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios" Summa theologica, 1 q.2, a.3
"La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible: ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y, puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la primera ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habr’a causa eficiente primera, y, por lo tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios." Elena Diez de la Cortina Montemayor |