INTRODUCCIÓN



Introducción a la sofística.

Sofista hace relación a las palabras griegas sophós, sophía que significan sabio y sabiduría.

El término no tenía, en un principio, las connotaciones peyorativas de ahora: un sophistés o sofista es un engañador, un astuto y premeditado embaucador que utiliza su arte con malos propósitos.

La sofística es un movimiento complejo desarrollado en Grecia en los 70 años anteriores a Platón, en la época de la Ilustración ateniense.

Los filósofos anteriores, los presocráticos, habían creado diferentes teorías racionales sobre el origen del mundo muy diferentes entre sí, muchas de las cuales eran demasiado abstractas y negaban hechos evidentes al sentido común. Esta proliferación de ámbitos explicativos tan heterogéneos acerca de la realidad creó los cimientos para una nueva visión del mundo relativista y escéptica que también se vió favorecida por la situación histórica la segunda mitad del siglo V a.de.C.

La apertura de los griegos con otros pueblos a través de las guerras, los viajes y la fundación de colonias así como las diferencias entre los propios griegos (jonios y orientales), hizo surgir la conciencia de que las costumbres, leyes y creencias no son generales y universales para todos los hombres, sino que dependen de las circunstancias históricas en las que se insertan, es decir, son relativas.

Heródoto mismo recoge y describe las costumbres de diferentes pueblos, escitas, persas, egipcios, etc., mostrando las enormes divergencias que se dan entre ellos.

La victoria de los griegos frente a los bárbaros así como el enorme cambio que supuso el advenimiento de la democracia griega, y el posterior imperialismo ateniense, crearon las bases de un nuevo movimiento, ilustrado y humanista, que daba igualdad de opinión a todos los hombres. Esta igualdad democrática habría de defenderse con persuasión e inteligencia, con el arte de la retórica. Y es ésto lo que los sofistas ofrecían: educar profesionalmente a los jóvenes que querían dedicarse a la pólítica.

En ausencia de colegios de abogados y universidades, la propia democracia creó la demanda de una nueva clase de educadores paganos que enseñaban la areté (virtud), el arte de la ciudadanía, las técnicas para hacer un discurso persuasivo tan efectivo que lograra derribar las opiniones de cualquier adversario político en la Asamblea.

Ser un orador eficaz y convincente era, por lo tanto, un sinónimo de poder. La retórica permitía hacer una buena carrera política, y los sofistas cobraban por ello en sus clases.

Éstas se impartían tanto en lugares privados (casas de ricos), como públicos (exhibiciones , lecturas, seminarios, etc.).

Los sofistas, sin embargo, no son una escuela. Fuertemente individualistas, rivalizaban entre sí, aunque compartían ciertos principios filosóficos comunes: todos cultivaban la retórica o el arte del lógos. Eran también, excepto Gorgias, maestros de areté. Su interés se centraba en la antropología, el ateísmo y el gnosticismo, y bastante poco en la cosmología y la física.

Les unía también la creencia en la antítesis entre la naturaleza y las convenciones humanas, germen de la teoría del pacto o contrato social desarrollada en Europa en los siglos XVII y XVIII.

Esta antítesis entre naturaleza y ley consensual facilitó una visión cosmopolita e igualitaria de la humanidad. Son las leyes pactadas las que han de asegurar la protección de los ciudadanos y garantizar la igualdad de derechos entre los hombres, haciendo imposible el advenimiento de las tiranías.

Si esto es así ¿por que qué ha sido tan denostado este movimiento, hasta el punto de que sofista a venido a ser sinónimo de charlatán y embaucador sin escrúpulos?

Uno de los motivos es que las propias fuentes que tenemos sobre los sofistas nos llegan de sus propios opositores y detractores, entre ellos, Platón y Aristóteles.

La filosofía de Platón se configura fundamentalmente como una encarnizada lucha en contra de estos educadores que tanto poder entregaban a la opinión del demos (pueblo).

Otro reproche que se les hace a los sofistas es que cobraran por sus enseñanzas. Sin embargo el problema de fondo no es tanto que un profesional ganara dinero por su enseñanza,como el contenido de la enseñanza misma y la enojosa consecuencia de su profesionalidad : cierta "prostitución intelectual" al tener que depender de aquellos que pudieran costearse sus clases. Muchos jóvenes ricos podían utilizar las enseñanzas de los sofistas para fines nada virtuosos y algunos sofistas hicieronla vista gorda ante estas consecuencias.

Quizás otro motivo de desconfianza ante estos educadores fue que la mayoría de ellos no eran ciudadanos de las polis donde impartían sus enseñanzas. Los sofistas eran extranjeros y, por lo tanto, no podían acceder a cargos políticos activos, dedicándose a labores diplomáticas, litigios, elaboración de constituciones, etc.

Lo que no cabe duda es que sin estos educadores ilustrados la filosofía socrática y platónica no habría podido darse.