"Cerraré ahora los ojos, me taparé los oídos,
suspenderé mis sentidos; hasta borraré de mi pensamiento
toda imagen de las cosas corpóreas, o al menos, como eso es
casi imposible, las reputaré vanas y falsas; de este modo,
en coloquio sólo conmigo y examinando mis adentros, procuraré
ir conociéndome mejor y hacerme más familiar a mi propio.
Soy una cosa que piensa, es decir, que duda, afirma, niega, conoce
unas pocas cosas, ignora otras muchas, ama, odis, quiere, no quiere,
y que también imagina y siente, pues, como he observado más
arriba, aunque lo que siento e imagino acaso no sea nada fuera de
mí y en sí mismo, con todo, estoy seguro de que esos
modos de pensar residen y se hallan en mí, sin duda. Y con
lo poco que acabo de decir, creo haber enumerado todo lo que sé
de cierto, o, al menos, todo lo que he advertido saber hasta aquí.
Consideraré ahora con mayor circunspección si no podré
hallar en mí otros conocimientos de los que aún no me
haya apercibido. Sé con certeza que soy una cosa que piensa;
pero ¿no sé también lo que se requiere para estar
cierto de algo? En ese mi primer conocimiento, no hay nada más
que una percepción clara y distinta de lo que conozco, la cual
no bastaría a asegurarme de su verdad si fuese posible que
una cosa concebida tan clara y distintamente resultase falsa. Y por
ello me parece poder establecer desde ahora, como regla general, que
son verdaderas todas las cosas que concebimos muy clara y distintamente"