La substancia


De lo dicho se sigue que no hay otras sustancias sino las espirituales, esto es, las que son capaces de percibir.

Para demostrar esto mejor, fijémonos en que las cualidades sensibles son el color, la figura, el movimiento, el olor, el sabor y otras, es decir, las ideas percibidas por los sentidos. Ahora bien, puesto que es evidente contradicción el que exista una idea en un ser que no perciba, y ya que el tener ideas es lo mismo que percibir, y por lo tanto donde existe el color, figura, olor, y demás cualidades sensibles hay un ser que las percibe, de ello resulta claramente que no puede existir una substancia impensante o sustratum de estas ideas.

G. Berkeley: Principios del conocimiento humano. VII