3. El idealismo de Berkeley

El concepto de extensión destruye el propio concepto de substancia material.

Si los entes sensibles o ideas no pueden existir en algo no percipiente, no podrán de hecho existir en un substrato pasivo, en la materia. Pero, además, la propia noción de materia se vuelve contradictoria cuando se la concibe como substrato o soporte de cualidades. Si se la entiende como subyaciente a sus accidentes o cualidades, tendría que subyacer igualmente a la extensión, con lo cual, el mismo substrato tendría que ser extenso, lo cual es una contradicción.

La noción de substrato es ininteligible porque al término "soporte de cualidades" no se le puede asignar ningún significado y la materia se vuelve incognoscible.

El problema fundamental para este filósofo ha sido el transformar lo interior hasta hacerlo consistir en lo externo. Aquí es donde se hace patente su idealismo. El ser de las cosas es ahora el ser dado a la conciencia.

La realidad del mundo se define como el percibir y el ser percibido. Todo se determina por el espíritu. Berkeley ha descosificado el mundo:

"El mundo de las cosas y de los organismos, de los cuerpos celestes y de los elementos, no es nada más que nuestra representación, una apariencia en las almas individuales. No están las almas en el mundo, sino que el mundo está sólo en las almas."

(H.Heimsoeth. Los seis grandes temas de la metafísica occidental. México, FCE, cap. III, pg. 125. Madrid 1990).

Que lo material no sea más que puramente fenoménico no significa que se niege la realidad del mundo. La existencia de las cosas se hace patente cuando percibo, aunque mi voluntad no intervenga, por el orden que siguen las ideas en mi mente y su regularidad casi perfecta.

La permanencia de las cosas es asegurada por ese orden, por la cohesión y coherencia con que se suceden mis ideas.

Llamar ideas a los entes no les sustrae realidad. La distinción entre realidades y quimeras sigue estando vigente, aunque "suene raro" decir que vemos, tocamos y comemos ideas. El problema es sólo nominal y la denominación de ideas para referirnos a las cosas es, desde el punto de vista fenomenalista del autor, el más correcto.

Que el mundo corporal no existe sino en forma de ideas es algo evidente para el autor. Que estas ideas tengan que estar en una mente que las perciba, es algo necesario, pero ¿Cómo llego a tener conocimiento de ese espíritu?

Por la misma definición de idea ha de haber algo cuya característica esencial sea la actividad y, por ello, algo distinto a un ser pasivo e inerte y que, además, sea el lugar desde donde esas ideas son percibidas.

Yo no puedo tener una idea del espíritu ya que éste sería una idea y, por ello, algo pasivo e inerte. Sólo puedo llegar a tener una noción del espíritu elaborada a partir de una reflexión interior sobre nuestra propia existencia.

Como el autor pone de manifiesto : "conozco evidentemente, por reflexión, la existencia de mi propio yo, esto es, de mi propia alma pensante o principio pensante" y, sin embargo, "aunque no tengo, estrictamente hablando, idea del mismo. No lo percibo como una idea, o por medio de una idea, sino que lo conozco por reflexión".

La mente es un conglomerado de percepciones. Lo que hace que se la pueda conocer es, precisamente, su capacidad de percibir; si anulamos las percepciones, anulamos la mente.

Ésta no puede ser entendida en el sentido cartesiano del término. Si el cerebro fuese una cosa sensible, sería entonces una idea que contiene ideas, lo cual es absurdo.

 

Filonús: Prescindiendo de los espíritus, todo lo que conocemos o concebimos son nuestras propias ideas. Cuando dices, pués, que todas las ideas son ocasionadas por impresiones en el cerebro, ¿Concibe este cerebro o no? En caso afirmativo, hablas entonces de ideas impresas en una idea, y causantes de esa misma idea, lo cual es absurdo.

( Op. Cit. pg. 134-135 )

El espíritu, esa cosa indivisible e inextensa que piensa, actúa y percibe, se nos hace visible porque tenemos conciencia de estar continuamente percibiendo ideas. La única entidad substancial que Berkeley reconoce es la substancia pensante, ya sea finita o infinita.

El mundo se compone de espíritus finitos que perciben e ideas percibidas por esos espíritus. Así llegamos a formular la tesis completa, que dice así: "Esse est percipere et percipi", ser es percibir y ser percibido.

Elena Diez de la Cortina Montemayor

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