2. Crítica a la idea de existencia.

Si utilizamos el término "existir" para significar algo que tiene su ser fuera de nuestras mentes, o algo que es independiente de que sea percibido, cometeremos, a juicio de Berkeley, un vicio abstractivo.

La existencia absoluta de los entes corpóreos que Hilas defiende es totalmente ininteligible para Filonús, precísamente porque, al ser las cosas sensibles meros objetos perceptuales de conciencia, un conjunto de ideas o fenómenos en nuestras mentes, no les resta otra posibilidad que ser en cuanto son percibidas por alguna mente.

Berkeley no dice que la realidad de lo que percibimos no exista o que las cosas, en tanto que fenómenos o ideas, no tengan una existencia real. Lo que afirma es que esa existencia o realidad hay que referirla a las cosas en tanto que son ideas percibidas por algún espíritu. Lo característico de las cosas es que son necesariamente dependientes de alguna mente que las perciba.

El rechazo de la idea de substancia material ha sido posible gracias a la subjetivización de todas las cualidades, tanto primarias como secundarias. Esto se lleva a cabo en el Primer diálogo mediante una crítica a las ideas abstractas afín con el nominalismo.

Berkeley esgrimirá el arma del relativismo que, unido a un pragmatismo, acabará con la idea lockiana según la cual, las cualidades primarias son objetivas y están realmente en las substancias corpóreas. Es imposible concebir cualidades primarias separadas de las secundarias. Si yo veo un coche moviéndose por la calle, tengo que percibir, necesariamente, un color insito en una forma, con una extensión y un movimiento determinados. Yo no puedo, arbitrariamente, separar la extensión de su particular color y forma.

Hay una íntima conexión entre todas las cualidades, que hace que yo las perciba unitariamente, formando un todo.

La extensión, la solidez, es decir, las cualidades primarias, son sensaciones que no dependen exclusivamente de que sean percibidas. Influye en la misma medida el sujeto percipiente.

Todas las cualidades son relativas a el sujeto que las percibe: una flor pequeña para un hombre es, sin embargo, gigantesca para una abeja. Además, no podemos estar seguros de que las percepciones de los distintos seres sean idénticas entre sí.

Otro argumento empleado en contra de la substancia lockiana tiene su origen en la afirmación de que una idea tiene siempre que asemejarse a otra idea:

Hilas: Después de examinado, encuentro que me es imposible entender cómo algo que no es una idea puede semejarse a una idea. Y más evidente aún es el que ninguna idea puede existir sin la mente.

(OP. Cit. pag. 130)

Lo que carecteriza a la idea es el ser percibida y ésto sólo es posible si la idea está radicada en un ser activo que la perciba y la piense. Por tanto, las cualidades, en cuanto que ideas, no pueden estar radicadas o ser producidas por un ser pasivo y carente de toda actividad perceptual. Así, el postulado de la substancia se hace innecesario.

Las ideas tienen que estar en alguna mente que las perciba. La actividad de los espíritus creados consiste en percibir ideas. Sin embargo, Berkeley opina que el espíritu, en la medida en que percibe, es de alguna manera un ser pasivo. Cuando yo dirijo la vista hacia algún lugar, estando mis órganos perceptuales en buenas condiciones, tengo que ver necesariamente algo, aunque ese algo no sea apetecido por mi voluntad. Yo no elijo "ver blanco" cuando mis ojos leen en esta pantalla de ordenador.

El dualismo entre el objeto de percepción y la sensación desaparece cuando se pone de manifiesto que la voluntad no interviene en el acto de percibir.

Hilas se ve forzado a reconocer que la distinción entre una acción del espíritu (sensación) y su objeto (las cosas) es insostenible cuando nos referimos a la percepción, porque en el acto de percibir el hombre cumple un papel totalmente pasivo.

Filonús: Puesto que eres totalmente pasivo precisamente en la percepción de la luz y de los colores, ¿qué ha sido de esa acción de la que hablabas como ingrediente de toda sensación?¿No se sigue de tus propias concesiones que la percepción de la luz y de los colores, al no incluir ninguna acción en ella, puede existir en una substancia no percipiente?¿Y no es esto una clara contradicción?

(Op.Cit. pg. 117)

Por consiguiente, tanto la sensación (como acción de la mente) y el objeto (como los entes sensibles corporales), serán pasivos, con lo cual la distinción ya no es válida.

Berkeley, valiéndose del concepto de extensión, reducirá al absurdo la noción de substancia corporal.

Elena Diez de la Cortina Montemayor

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