Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (1770-1831)

& Filósofo alemán. Es el mayor representante del idealismo en Alemania. El sistema que elaboró en su madurez (Idealismo absoluto), entendido como una organización unitaria de las disciplinas filosóficas especiales, abarca todos los campos del saber en una síntesis grandiosa que nunca ha vuelto a repetirse, y se presenta como heredero del núcleo de verdad de todas las posiciones filosóficas precedentes del pensamiento occidental.

Vida y obras.

Nacido en el seno de una familia pequeño-burguesa, Hegel se formó en el seminario protestante de Tubinga. Allí conoció a Schelling y a Höderlin, compañeros de estudio. El origen de su reflexión es la filosofía moral y religiosa de Kant. Tras doctorarse en 1793, se empleó como preceptor privado en Berna, y luego en Frankfurt. Los escritos de estos años, en gran parte fragmentarios, fueron publicados en 1907 bajo el título Escritos teológicos juveniles. Los principales son: Esbozos sobre religión y amor, Vida de Jesús, La positividad de la religión cristiana, El espíritu del cristianismo y su destino y Fragmentos republicanos. En 1801, a invitación de Schelling, se trasladó a Jena, el centro cultural más importante de la Alemania en aquel tiempo. Allí dio clases hasta 1807. Abandonó Jena cuando la ciudad fue ocupada por Napoleón, y en 1808 fue nombrado rector y profesor de filosofía en el Gymnasium de Nürenberg. Esta actividad pedagógica está recopilada en el título de Propedéutica filosófica. Pero mientras tanto Hegel se dedicaba a su obra mayor, la Ciencia de la lógica, que se publicó en tres volúmenes entre 1812 y 1816. En este mismo año fue llamado para ocupar la cátedra filosófica en la universidad de Heidelberg, donde publicó la exposición completa de su sistema en Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817). Desde el año 1818 hasta su muerte, enseñó en Berlín, en la que había sido prestigiosa cátedra de Fichte. Su última gran obra Filosofía del derecho se publicó en 1821. Inmediatamente después de su muerte, los alumnos publicaron sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Estética, Filosofía de la religión y las lecciones de Historia de la filosofía.

Hegel y su época.

Hegel siempre mantuvo estrecha relación con los sucesos históricos de su época. Al inicio de la Revolución Francesa, y bajo la influencia de Rousseau, consideró las ciudades-república de la antigua Grecia como modelo de sociedad armónica, caracterizada por el espíritu patriótico y por una religión popular no dogmática. En sus orígenes, la aspiración de Hegel es ilustrada: la liberación de la humanidad de un pasado de opresión política (imperio romano) y religiosa (cristianismo). Posteriormente, en los años de Jena y de Frankfurt, tomó una actitud realista en política y de reconciliación con el cristianismo. Este cambio se produjo por el aprecio hacia la obra de Napoleón, el cual estaba acabando con los pesados residuos del feudalismo, y por el descubrimiento de la moderna economía política (particularmente A. Smith), que le dio una idea optimista del desarrollo en sentido burgués de la sociedad contemporánea, tanto que llegó a considerar su época como el comienzo de una etapa histórica, en cuya materialización también la filosofía debía colaborar. A partir de la crítica a Kant y a Fichte, muy pronto se separó de Schelling, a propósito de la concepción del Absoluto. A partir de 1815, Hegel se presentará como defensor de la monarquía prusiana, considerándola portadora de la razón y de la auténtica libertad. La filosofía deja de tener entonces la misión de anunciar y preparar una nueva época, para convertirse en un reconocimiento de la positividad del presente.

Fenomenología del espíritu.

Hegel presenta la Fenomenología del espíritu como propedéutica respecto a su sistema filosófico. Su misión consiste en acompañar a la conciencia natural desde sus grados más inmediatos hasta llegar al conocimiento del saber absoluto o filosofía. Para que la conciencia natural se eleve al punto de vista especulativo es preciso que ésta realice la experiencia de la inadecuación de las figuras del saber aparente (de ahí el término fenomenología) en la cual se va realizando hasta alcanzar a comprender la necesidad del camino recorrido a través de dichas figuras. Sólo la filosofía comprende el significado total de las figuras en su sucesión, y en este sentido la fenomenología del espíritu es como una recapitulación de la experiencia de la humanidad, concentrada y reconquistada en aquella forma de interacción que es la memoria. Memoria no del individuo en cuanto tal, sino del espíritu que ha llegado ya a vivir en ese ámbito del concepto en el cual el saber se despliega como ciencia.

La Fenomenología del espíritu comprende seis secciones: Conciencia, Autoconciencia, Razón, El espíritu, La religión y El saber absoluto. En la primera Hegel critica diversas formas de realismo más o menos ingenuo, al tiempo que reivindica la función constitutiva del pensamiento frente a la objetividad, y, por lo tanto la función de la mediación contra la opinión de que la verdad está dada por la inmediatez. Ya antes, en la más elemental certeza-sensible, muestra cómo el aquí y el ahora son significativos sólo en relación a la estructura global del espacio y del tiempo, en la cual intentan situar una cosa o un evento. Luego muestra que la relación con las otras cosas (ser-para-otro) es tan esencial en toda cosa como la relación consigo misma (ser-en-sí), oponiéndose así al atomismo, que privilegia la autoidentidad de las cosas en pretexto de la diferencia. La sección de la conciencia culmina en la construcción de la noción de infinito, que permite el paso a la sección de Autoconciencia. La autoconciencia se presenta como identidad de opuestos: el Yo-sujeto y el Yo-objeto son el mismo Yo que por sí mismo se duplica. En el estadio de la razón la conciencia se dirige tanto a la naturaleza viviente como a su propio mundo social, empeñándose en reencontrar en aquélla y en éste el concepto, o sea a descubrir en ambos una razón objetiva. Pasa luego al estadio del espíritu, en que traza una reseña de las épocas decisivas de la historia occidental: desde el mundo antiguo hasta la Revolución Francesa, pasando por el mundo romano, la crisis del feudalismo y el posterior absolutismo monárquico. Luego sigue la sección de La religión, en la cual se presenta el cristianismo como la forma de religión que simbólicamente expresa la exigencia de la conciliación entre lo divino y lo humano, a través del dogma del Dios-hombre.

En la última sección, El saber absoluto, Hegel propone una interpretación en clave alegórica a través de la traducción a términos filosóficos de la exigencia de conciliación entre los opuestos. Con una expresión que gozará de gran éxito, Hegel llama alienación al movimiento por el cual el espíritu se halla fuera de sí, en la naturaleza y en la historia, en contraposición a su ser en sí, pero para alcanzar finalmente el estado en sí y para sí, correspondiente a la superación de su propia alienación.

La dialéctica.

La Idea en su manifestación, sigue un desarrollo dialéctico en tres fases: afirmación, negación y negación de la negación (corresponden a la tesis, antítesis y síntesis de Fichte aunque Hegel no emplee esta terminología. Dicho desenvolvimiento dialéctico es tanto lógico como ontológico: de ahí que a la dialéctica del pensamiento correspondan, en la dialéctica de lo real, las fases de : posición, contraposición y conciliación, siendo así que todo lo racional es real y todo lo real es racional.

La lógica.

Equivale en el sistema de Hegel a la ciencia de la Idea en su ser en sí. La lógico de Hegel no tiene, pues, por objeto simplemente dar a conocer las reglas por las que se rige el pensamiento, sino expresar las determinaciones y las leyes del pensamiento. Es al mismo tiempo una ontología y una teodicea.

Su lógica se divide en tres partes: lógica del ser, lógica de la esencia y lógica del concepto.

La Lógica del ser considera las categorías de cualidad y cantidad. El ser (tesis), en su concepción pura, resulta indeterminado; por consiguiente es identificable con la nada (antítesis). Pero no podemos concebir la nada sin referencia al ser. Por tanto, en vez de excluirse el uno al otro, se infieren mutuamente formando así la unidad que es el devenir (antítesis). Con ello tenemos la existencia determinada. Dado que para Hegel el devenir es precisamente el ser determinado, resulta que su primera representación es la cualidad: lo existente se nos muestra cualitativo, es algo (nueva tesis). Prosiguiendo el proceso, vemos que lo que es algo hace referencia a otro (otro algo), su oponente en cuanto limitador. De donde se desprende que los seres se encuentran encerrados en una determinada cantidad (nueva antítesis), sin especificación de límites. La síntesis nueva de la cualidad y de la cantidad será, en efecto, la medida o cantidad cualificada que establece el límite.

La lógica de la esencia considera, entre otras, las categorías modales (posibilidad, realidad, necesidad) y las categorías de la relación (substancia, causalidad, reciprocidad). A la determinación de la idea como ser sucede otro momento: el de la determinación como esencia. La esencia se define, pues, como el ser aparecido a sí mismo (la verdad del ser) en idéntica relación con el Absoluto que es el ser, con sus tres momentos dialécticos: esencia como razón de la existencia, fenómeno y realidad esencial.

Por último la lógica del concepto considera las formas lógicas tradicionales (concepto, juicio, silogismo), y otras determinaciones de la ciencia y de la metafísica, como el mecanicismo, el conjunto de reacciones químicas, la teleología, la vida, la idea de la verdad y la idea del bien. Como síntesis de superación de ser y esencia surge el concepto: la verdad del ser y de la esencia, que igualmente se desarrolla de forma trifásica en: concepto subjetivo, concepto objetivo e idea.

Filosofía de la naturaleza.

Hegel llama Idea a la totalidad de las categorías racionales; en lo real, la Idea se encuentra fuera de sí, fragmentada en la accidentalidad. Sin embargo, debe hacerse una distinción fundamental en lo real, entre la naturaleza y el espíritu: en este último ámbito, representado por el hombre y sus actividades, la Idea vuelve a sí, en cuanto el espíritu es capaz de realizarse como absoluto. La superioridad del espíritu con respecto de la naturaleza es una afirmación que Hegel esgrime no sólo contra el materialismo, sino también contra las exaltaciones románticas de la naturaleza, de inspiración panteísta. No obstante, en su conjunto, la filosofía de la naturaleza de Hegel es la parte menos original de su sistema con respecto a la cultura dominante en la Alemania de entonces. El rechazo del empirismo y del mecanicismo, que lleva a Hegel a tomar partido incluso por el animismo, se prolonga en el rechazo de cualquier perspectiva evolucionista. La naturaleza está dispuesta según grados sucesivos (mecánica, física, organismos). Esta jerarquía señala el camino hacia el espíritu, con exclusión de cualquier desarrollo que tenga lugar en el tiempo. La forma que caracteriza a la naturaleza es el espacio, mientras que el tiempo es mera repetición de la naturaleza, sin novedad ni progreso. El desarrollo del tiempo, es decir, la historia, es privilegio del espíritu. Pero también el espíritu se articula según una serie de grados. En el primero (espíritu subjetivo) la historia aún no ha aparecido, sólo lo hará en el segundo grado (espíritu objetivo).

Filosofía del espíritu.

Responde al último momento del desenvolvimiento del Absoluto o Idea. De su exteriorización en la naturaleza, la Idea retorna a sí misma, se proyecta sobre sí misma y a sí misma se conoce, en el pensamiento humano, como espíritu universal. Siguiendo el movimiento dialéctico hegeliano, el espíritu se manifiesta también en tres fases, concretadas en: espíritu subjetivo, espíritu objetivo y espíritu absoluto.

Espíritu subjetivo.

Corresponde al espíritu o alma individual (espíritu concreto), que habiendo emergido de la naturaleza, se autoconoce como sujeto: es el hombre. El proceso evolutivo del espíritu subjetivo se atiene a estas fases: antropología, fenomenología y psicología.

La antropología observa al espíritu subjetivo en sus inicios, al despertar del mundo natural, como alma vinculada al cuerpo. Se trata de un concepto de alma próximo a lo que los griegos entendían por alma sensible. Su incipiente despertar hacia la conciencia marcha conducido por la sensación, a ras de la naturaleza primaria. La fenomenología constituye el paso en el cual el espíritu subjetivo se posibilita para tomar conciencia de sí. Se da ya la identidad consigo mismo, pero a nivel fenomenológico. Por último, en la fase de la psicología la síntesis del alma y de la conciencia genera el espíritu como razón, capaz de intuición, de imaginación, de recuerdo y de reflexión, que termina por desembocar en el grado superior del espíritu subjetivo: el espíritu libre.

El espíritu objetivo.

El espíritu no permanece en sí mismo. Al final del último grado de la subjetividad, el espíritu se explaya o exterioriza en obras propiamente humanas, en las que las leyes afirman su existencia y defienden su estabilidad. Esta concreción del espíritu subjetivo se da en tres momentos o modalidades de exteriorización: el derecho, la moralidad y la eticidad. Esta parte del sistema está desarrollada en laFilosofía del derecho.

El espíritu absoluto.

El espíritu absoluto es el en sí y para sí, unidad del espíritu subjetivo y objetivo, y, a la vez, la síntesis de naturaleza y espíritu. El espíritu absoluto también recorre tres estadios: el arte, la religión y la filosofía.

El arte es la exteriorización objetiva del espíritu absoluto en forma intuitiva. Comprende también tres momentos: La idea de lo bello en el arte o el ideal, El despliegue del ideal en sus formas y El sistema de las artes particulares.

La religión, donde se interioriza en forma de representación. Es concebida en forma racionalista. El despliegue de la religión a través de la historia también aparece para Hegel en tres etapas: las religiones orientales se nutren de lo infinito; las greco-romanas, de lo finito; la religión cristina es la que lleva a cabo la síntesis de lo finito y lo infinito.

La filosofía es el paso definitivo del espíritu absoluto a su estado completo. La intuición del espíritu absoluto en el arte, y su representación en la religión, se ve superada por la autocomprensión que el Absoluto, mediante la filosofía, hace de sí. Esta autoconciencia que es la filosofía ha tenido igualmente su desarrollo dialéctico a través de la historia: antigua, media y moderna. Pero en este tema, Hegel realza dos momentos importantes: la filosofía griega y la filosofía germana o cristiana. En lo que se refiere a la filosofía moderna, la novísima filosofía alemana viene a representar la culminación del proceso histórico de la filosofía. Por su puesto que Hegel cree que su sistema es el cierre definitivo que contiene, comprende y supera el proceso evolutivo del pensamiento a través de la Historia.

La herencia de Hegel.

A los pocos años de la muerte de Hegel, se produjo una escisión en su escuela (derecha e izquierda hegeliana), con el intento de reforma de la doctrina del maestro de un y otro lado. Fuera de Alemania el hegelismo cobró fuerza en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo pasado, para diluirse definitivamente a principios de siglo. Liberales y demócratas de países que luchaban por su independencia política, como Rusia (V. Belinski, A. Herzen, Bakunin) e Italia (B. Spaventa, F. de Sanctis) se lo apropiaron en favor de su causa. En Italia se desarrollará el neoidealismo de G. Gentile y B. Croce. Los estudios sobre Hegel cobraron nuevo impulso con la publicación, en 1907, de sus escritos juveniles, hasta entonces inéditos. El fervor que despertaron llegó a países hasta entonces ajenos a Hegel, como Francia. Otro elemento que ha dominado el debate sobre Hegel ha sido el marxismo, en el que ha estado presente desde su comienzo gracias a los Cuadernos filosóficos de Lenin, y de otros importantes estudios.

Bibliografía.

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