1 -
A pesar de que en algunos mortales afortunados, poesía y
pensamiento hayan podido darse al mismo tiempo y
paralelamente, a pesar de que en otros más afortunados
todavía, poesía y pensamiento hayan podido trabarse en
una sola forma expresiva, la verdad es que pensamiento y
poesía se enfrentan con toda gravedad a lo largo de
nuestra cultura. Cada una de ellas quiere para sí
eternamente el alma donde anida. Y su doble tirón puede
ser la causa de algunas vocaciones malogradas y de mucha
angustia sin término anegada en la esterilidad. |
-
A
pesar de que en algunos mortales afortunados,
poesía y pensamiento
hayan podido darse al mismo tiempo y
paralelamente,
- a
pesar de que en otros más afortunados todavía,
poesía y pensamiento
hayan podido trabarse en una
sola forma expresiva,
-
la verdad es que pensamiento y poesía se enfrentan
con toda gravedad a lo largo de nuestra cultura.
-
Cada una de ellas quiere para sí
eternamente el alma donde anida.
-
Y su doble tirón puede ser la causa de
algunas vocaciones malogradas y de mucha
angustia sin término anegada en la esterilidad.
|
2 -
Pero hay otro motivo más decisivo de que no podamos
abandonar el tema y es que hoy poesía y pensamiento se
nos aparecen como dos formas insuficientes; y se nos
antojan dos mitades del hombre: el filósofo y el poeta.
No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se
encuentra la totalidad de lo humano en la poesía. En la
poesía encontramos directamente al hombre concreto,
individual. En la filosofía al hombre en su historia
universal, en su
querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por
gracia. La filosofía busca, requerimiento guiado por un
método |
Pero hay otro
motivo
más decisivo de que
no podamos abandonar el tema
y es que
hoy
poesía y pensamiento se nos aparecen como dos formas
insuficientes;
y se nos antojan dos mitades del hombre: el filósofo y
el poeta.
No se encuentra el hombre entero en
la filosofía;
no se encuentra la totalidad de
lo humano en
la poesía.
En la poesía encontramos
directamente al hombre concreto, individual.
En la filosofía al hombre en su
historia universal, en su
querer ser. La poesía es
encuentro, don, hallazgo por gracia. La filosofía
busca, requerimiento guiado por un
método |
3
-
Es en Platón, donde encontramos entablada la lucha
con todo su vigor, entre las dos formas de la
palabra, resuelta triunfalmente para el logos del
pensamiento filosófico, decidiéndose lo que
pudiéramos llamar "la condenación de la poesía";
inaugurándose en el mundo de occidente, la vida
azarosa y como al margen de la ley, de la
poesía, su caminar por estrechos senderos, su andar
errabundo y a ratos extraviado, su locura creciente,
su maldición. Desde que el pensamiento consumó su
"toma de poder", la poesía se quedó a vivir en los
arrabales, arisca y desgarrada diciendo a voz en
grito todas las verdades inconvenientes;
terriblemente indiscreta y en rebeldía. Porque los
filósofos no han gobernado aún ninguna república, la
razón por ellos establecida ha ejercido un imperio
decisivo en el conocimiento, y aquello que no era
radicalmente racional, con curiosas alternativas, o
ha
sufrido su fascinación, o se ha alzado en rebeldía
(...).
|
Es en
Platón, donde encontramos
entablada la lucha con todo su vigor, entre las dos
formas de la palabra, resuelta triunfalmente para el
logos del pensamiento filosófico,
-
decidiéndose lo que pudiéramos llamar "la
condenación de la poesía";
-
inaugurándose en el mundo de occidente, la
vida azarosa y como
al margen de la ley,
de la poesía, su caminar por
estrechos senderos, su
andar errabundo y a
ratos extraviado, su
locura creciente, su maldición.
-
Desde que el pensamiento consumó su "toma de poder",
la poesía se quedó a vivir en
los arrabales, arisca y desgarrada
diciendo a voz en grito todas
las verdades inconvenientes;
terriblemente indiscreta y en
rebeldía.
-
Porque los filósofos no han gobernado aún ninguna
república, la razón por ellos establecida ha
ejercido un imperio decisivo en el conocimiento, y
aquello que no era radicalmente racional, con
curiosas alternativas, o
ha
sufrido su fascinación,
o se ha alzado en rebeldía
(...).
|
4
-
¿Qué raíz tienen en nosotros pensamiento y poesía?
No queremos de momento definirlas, sino hallar la
necesidad, la extrema necesidad que vienen a colmar
las dos formas de la palabra. ¿A qué amor
menesteroso vienen a dar satisfacción? ¿Y cuál de
las dos necesidades es la más profunda, la nacida en
zonas más hondas de la vida humana? ¿Cuál la más
imprescindible?
|
¿Qué raíz tienen en nosotros pensamiento
y poesía?
No
queremos de momento definirlas,
sino
hallar la necesidad, la extrema necesidad que vienen a
colmar las dos formas de la palabra.
-
¿A qué amor
menesteroso
(necesidad)vienen
a dar satisfacción?
-
¿Y cuál de las dos necesidades es la
más
profunda, la nacida en
zonas más hondas de la vida humana?
-
¿Cuál la más imprescindible?
|
5 -
Si el pensamiento nació de la admiración solamente,
según nos dicen textos venerables no se explica con
facilidad que fuera tan prontamente a plasmarse en forma
de filosofía sistemática; ni tampoco haya sido una de
sus mejores virtudes la de la abstracción, esa idealidad
conseguida en la mirada, sí, más un género de mirada que
ha dejado de ver las cosas. Porque la admiración que nos
produce la generosa existencia de la vida en torno
nuestro no permite tan rápido desprendimiento de las
múltiples maravillas que la suscitan. Y al igual que la
vida, esta admiración es infinita, insaciable y no
quiere decretar su propia muerte. |
Si el
pensamiento nació de la admiración
solamente,
según nos dicen textos venerables,
no
se explica con facilidad que fuera tan prontamente a
plasmarse en forma de filosofía
sistemática;
ni tampoco haya sido una de sus mejores virtudes la de
la
abstracción,
esa idealidad conseguida en la mirada, sí, más un
género de mirada que ha dejado de ver las cosas.
Porque
la admiración que nos produce la generosa existencia de
la vida en torno nuestro
-
no permite tan rápido desprendimiento de las
múltiples maravillas que la suscitan. Y al igual que
la vida,
-
esta admiración es infinita, insaciable y no quiere
decretar su propia muerte.
|
6 -
Pero, encontramos en otro texto
venerable - más venerable por su triple aureola de
la filosofía, la poesía y... la Revelación" -, otra raíz
de donde nace la filosofía: se trata del pasaje del
libro VII de La República, en que Platón presenta
el "mito de la caverna". La fuerza que origina la
filosofía allí es la violencia. Y ahora ya, sí,
admiración y violencia juntas como fuerzas contrarias
que no se destruyen, nos explican ese primer momento
filosófico en el que encontramos ya una dualidad y, tal
vez, el conflicto originario de la filosofía: el ser
primeramente pasmo extático ante las cosas y el
violentarse enseguida para liberarse de ellas. Diríase
que el pensamiento no toma la cosa que ante sí tiene más
que como pretexto y que su primitivo pasmo se ve
enseguida negado y quién sabe si traicionado, por esta
prisa de lanzarse a otras regiones, que le hacen romper
su naciente éxtasis. La filosofía es un éxtasis
fracasado por un
desgarramiento. ¿Qué fuerza es ésa que la desgarra? ¿Por
qué la violencia, la prisa, el ímpetu de
desprendimiento? |
Pero, encontramos en
otro texto venerable - más venerable por su
triple aureola de la filosofía, la poesía
y... la Revelación" -, otra raíz
de donde nace la filosofía:
se trata
del pasaje del libro VII de La República, en que
Platón presenta el "mito
de la caverna".
La fuerza
que origina la filosofía allí es la
violencia.
Y ahora
ya, sí, admiración
y violencia juntas como
fuerzas contrarias que no se destruyen, nos explican ese
primer momento filosófico en el que encontramos
ya una dualidad y, tal vez, el conflicto originario de
la filosofía: el ser primeramente
pasmo extático ante las cosas y el
violentarse enseguida para liberarse de ellas.
Diríase
que el pensamiento no toma la cosa que ante sí tiene más
que como pretexto y que su
primitivo pasmo se ve enseguida negado
y quién sabe si traicionado, por esta prisa de
lanzarse a otras regiones, que le hacen romper su
naciente éxtasis. La
filosofía es un éxtasis
fracasado por un
desgarramiento. ¿Qué fuerza es ésa que la
desgarra? ¿Por
qué
la violencia, la prisa, el ímpetu de
desprendimiento?
|
7
-
Y así vemos ya más claramente la condición de la
filosofía: admiración, sí, pasmo ante lo inmediato,
para arrancarse violentamente de ello y lanzarse a
otra cosa, a una cosa que hay que buscar y
perseguir, que no se nos da, que no regala su
presencia. Y aquí empieza ya el afanoso camino, el
esfuerzo metódico por esta captura de algo que no
tenemos, y necesitamos tener, con tanto rigor, que
nos hace arrancarnos de aquello que tenemos ya sin
haberlo perseguido.
|
Y así vemos ya más claramente
la condición de la filosofía:
-
admiración,
sí, pasmo ante lo inmediato,
-
para arrancarse violentamente de ello y lanzarse a
otra cosa, a una cosa que hay que buscar y
perseguir, que no se nos da, que no regala su
presencia. ( =) Y aquí empieza ya el afanoso camino,
el esfuerzo metódico
por esta captura de algo que no tenemos, y
necesitamos tener, con tanto rigor, que nos hace
arrancarnos de aquello que tenemos ya sin haberlo
perseguido.
|
8
-
Con esto solamente sin señalar por el momento cuál
sea el origen y significación de la violencia, ya es
suficiente para que ciertos seres de aquellos que
quedaron prendidos en la admiración originaria, en
el primitivo zaumasein no se resignen ante el nuevo
giro, no acepten el camino de la violencia. Algunos
de los que sintieron su vida suspendida, su vista
enredada en la hoja o en el agua, no pudieron pasar
al segundo momento en que la violencia interior hace
cerrar los ojos buscando otra hoja y otra agua más
verdadera. No, no todos fueron por el camino de la
verdad trabajosa y quedaron aferrados a lo presente
e inmediato, a lo que regala su presencia y dona su
figura, a lo que tiembla de tan cercano; ellos no
sintieron violencia alguna o quizá no sintieron esta
forma de violencia ¡lo se lanzaron a buscar el
trasunto ideal, ni se dispusieron subir con esfuerzo
el camino que lleva del simple encuentro con lo
inmediato hasta aquello permanente, idéntico, Idea.
Fieles a las cosas, fieles a su primitiva admiración
extática, no se decidieron jamás a desgarrarla; no
pudieron, porque la cosa misma se había fijado ya en
ellos, estaba impresa en su interior. Lo que el
filósofo perseguía lo tenía ya dentro de sí en
cierto modo,
el
poeta; de cierto modo, sí, de qué diferente manera.
|
Con
esto solamente,
sin señalar por el momento cuál sea el origen y
significación de la violencia,
ya es
suficiente
para que
ciertos seres de aquellos que quedaron
prendidos en la admiración originaria,
en el primitivo zaumasein (admirarse) no se
resignen ante el nuevo giro,
no acepten el camino de la violencia.
-
Algunos
de los que sintieron su vida suspendida, su vista
enredada en la hoja o en el agua,
no pudieron pasar al segundo momento
en que la violencia interior hace cerrar los ojos
buscando otra hoja y otra agua más verdadera.
-
No,
no todos fueron por el camino de la
verdad trabajosa
y...
quedaron aferrados a lo presente e
inmediato,
a lo que regala su presencia y dona su figura, a lo
que tiembla de tan cercano; ellos no
sintieron violencia alguna o quizá no
sintieron esta forma de violencia, no se
lanzaron a buscar el trasunto ideal, ni se
dispusieron subir con esfuerzo el camino que lleva
del simple encuentro con lo inmediato hasta aquello
permanente, idéntico, Idea. Fieles a las cosas,
fieles a su primitiva admiración extática, no
se decidieron jamás a desgarrarla; no
pudieron, porque la cosa misma se había fijado ya en
ellos, estaba impresa en su interior.
-
Lo que el filósofo perseguía lo tenía ya dentro de
sí en cierto modo,
el
poeta; de cierto modo, sí, de qué diferente manera.
|
9 - ¿Cuál era esta diferente manera de tener ya la cosa,
que hacía justamente que ¡lo pudiera nacer la violencia
filosófica, y que sí producía por el contrario, un
género especial de desasosiego y una plenitud
inquietante, casi aterradora?
|
¿Cuál era esta diferente manera de tener ya la cosa, que
hacía justamente que no pudiera nacer la violencia
filosófica, y que sí producía por el contrario, un
género especial de desasosiego y una plenitud
inquietante, casi aterradora? ( =
¿Qué
era lo específico de la actitud poética?) |
10 - ¿Cuál era este poseer dulce e inquieto que calma y
no basta? Sabemos que se llamó poesía y ¿quién sabe si
algún otro nombre borrado? Y desde entonces el mundo se
dividirá, surcado por dos caminos. El camino de la
filosofía, en el que el filósofo impulsado por el
violento amor a lo que buscaba abandonó la superficie
del mundo, la generosa inmediatez de la vida, basando su
ulterior posesión total, en una primera renuncia. El
ascetismo había sido descubierto como instrumento de
este género de saber ambicioso. La vida, las cosas,
serían exprimidas de una manera implacable; casi cruel.
El pasmo primero será convertido en persistente
interrogación; la inquisición del intelecto ha comenzado
su propio martirio y también el de la vida.
|
( = ) ¿Cuál era este poseer dulce e inquieto que calma y
no basta?
Sabemos que se llamó
poesía
y ¿quién sabe si algún otro nombre
borrado?
Y desde entonces el mundo se dividirá, surcado por
dos caminos.
2 -
El camino de la filosofía,
en el que el filósofo impulsado por el violento amor a
lo que buscaba
-
abandonó la superficie del
mundo, la generosa inmediatez de la vida,
basando su ulterior posesión total, en una primera
renuncia. El ascetismo había sido descubierto como
instrumento de este género de saber ambicioso.
-
La vida, las cosas, serían
exprimidas de una manera implacable; casi
cruel.
-
El pasmo primero será
convertido en persistente interrogación;
-
la inquisición del intelecto ha comenzado su propio
martirio y también el
de la vida.
|
11 - El otro camino es el del poeta. El poeta no
renunciaba ni apenas buscaba, porque tenía. Tenía por lo
pronto lo que ante sí, ante sus ojos, oídos y tacto,
aparecía; tenía lo que miraba y escuchaba, lo que
tocaba, pero también lo que aparecía en sus sueños, y
sus propios fantasmas interiores mezclados en tal forma
con los otros, con los que vagaban fuera, que juntos
formaban un mundo abierto donde todo era posible. Los
límites se alteraban de tal modo que acababa por no
haberlos. Los límites de lo que descubre el filósofo, en
cambio, se van precisando y distinguiendo de tal manera
que se ha formado ya un mundo con su orden y
perspectiva, donde ya existen el principio y lo
"principiado"; la forma y lo que está bajo ella.
|
2 -
El otro camino es el del poeta.
-
El poeta no renunciaba ni apenas buscaba, porque
tenía.
-
Tenía por lo pronto lo que
ante sí, ante sus ojos, oídos y tacto,
aparecía;
-
tenía lo que miraba y escuchaba, lo que tocaba, pero
también lo que aparecía en sus
sueños, y sus propios
fantasmas interiores mezclados en tal forma
con los otros, con los que vagaban fuera, que juntos
formaban un mundo abierto donde
todo era posible.
-
Los límites se
alteraban de tal modo que acababa por
no haberlos.
Los límites de lo que descubre
el
filósofo,
en cambio, se van precisando y distinguiendo de
tal manera que se ha formado ya un mundo con su orden
y perspectiva, donde ya existen el principio y lo
"principiado"; la forma y lo que está bajo ella. |
12 - El camino de la filosofía es el más claro, el más
seguro; la Filosofía ha vencido en el conocimiento pues
que ha conquistado algo firme, algo tan verdadero,
compacto e independiente que es absoluto, que en nada se
apoya y todo viene a apoyarse en él. La aspereza del
camino y la renuncia ascética ha sido largamente
compensada (...).
|
El camino de la filosofía
es el más claro, el más seguro;
-
la Filosofía ha vencido en el conocimiento pues que
ha conquistado algo firme,
algo tan verdadero,
compacto e
independiente que es absoluto,
que en nada se apoya y todo
viene a apoyarse en él.
-
La aspereza del camino y la renuncia ascética ha
sido largamente compensada
(...).
(ha conseguido su premio)
|
13 - La poesía perseguía, entre tanto, la multiplicidad
desdeñada, la menospreciada heterogeneidad. El poeta
enamorado de las cosas se apega a ellas, a cada una de
ellas y las sigue a través del laberinto del tiempo, del
cambio, sin poder renunciar a nada: (...). |
La poesía
perseguía, entre tanto, la multiplicidad
desdeñada, la menospreciada heterogeneidad. El
poeta enamorado de las cosas se apega a ellas, a cada
una de ellas y las sigue a través del laberinto
del tiempo, del cambio, sin poder
renunciar a nada: (...). |
14 - Con esto tocamos el punto más delicado quizá de
todos: el que proviene de la consideración
"unidad-heterogeneidad". Hemos apuntado en las líneas
que anteceden, las divergencias del camino al dirigirse
el filósofo hacia él ser oculto tras las apariencias, y
al quedarse el poeta sumido en estas apariencias. El ser
había sido definido con unidad ante todo, por eso estaba
oculto, y esa unidad era sin duda, el imán suscitador de
la violencia filosófica. Las apariencias se destruyen
unas a otras, están en perpetua guerra, quien vive en
ellas, perece. Es preciso "salvarse de las apariencias",
primero, y salvar después las apariencias mismas:
resolverlas, volverlas coherentes con esa invisible
unidad (...). |
Con esto tocamos
el punto más delicado
quizá de todos: el que proviene de la consideración "unidad-heterogeneidad".
Hemos apuntado en las líneas que anteceden, las
divergencias del camino
-
al dirigirse el filósofo hacia él
ser
oculto tras las apariencias,
-
y al quedarse el poeta sumido en estas
apariencias.
El ser había sido
definido con unidad ante todo, por eso estaba oculto, y
esa unidad era sin duda, el imán suscitador de la
violencia filosófica.
Las apariencias se
destruyen unas a otras, están en perpetua guerra, quien
vive en ellas, perece.
Es preciso "salvarse de las apariencias",
primero, y salvar después las apariencias mismas:
resolverlas, volverlas coherentes con esa invisible
unidad (...). |
15 - Hay que salvarse de las apariencias, dice el
filósofo, por la unidad, mientras el poeta se queda
adherido a ellas, a las seductoras apariencias. ¿Cómo
puede, si es hombre, vivir tan disperso?
|
Hay que salvarse de las apariencias, dice
el filósofo,
por la unidad,
mientras
el poeta
se queda adherido a ellas, a las seductoras
apariencias. ¿Cómo puede, si es hombre, vivir tan
disperso?
|
16 - Asombrado y disperso es el corazón del poeta
- "mi corazón latía, atónito y disperso" -. -. No cabe
duda de que este primer momento de asombro, se prolonga
mucho en el poeta, pero no nos engañemos creyendo que es
su estado permanente del que no puede salir. No, la
poesía tiene también su vuelo; tiene también su unidad,
su trasmundo.
|
Asombrado y disperso es
el corazón del poeta
- "mi corazón latía, atónito y disperso" -.
No cabe duda de que este primer momento de
asombro,
se prolonga mucho en
el poeta,
pero
no nos engañemos creyendo que es su estado permanente
del que no puede salir. No,
la
poesía tiene también su vuelo;
tiene también su unidad, su trasmundo |
17 - Toda palabra requiere un alejamiento de la realidad
a la que se refiere; toda palabra es también, una
liberación de quien la dice. Quien habla aunque sea de
las apariencias, no es del todo esclavo; quien habla,
aunque sea de la más abigarrada multiplicidad, ya ha
alcanzado alguna suerte de unidad, pues que embebido en
el puro pasmo, prendido a lo que cambia y fluye, no
acertaría a decir nada, aunque este decir sea un cantar.
|
Toda
palabra
-
requiere un alejamiento de
la realidad a la que se refiere;
-
toda palabra es también,
una liberación de quien la dice.
Quien habla aunque sea de las apariencias, no es del
todo esclavo; quien habla, aunque sea de la más
abigarrada multiplicidad, ya ha alcanzado alguna suerte
de unidad, pues que embebido en el puro pasmo, prendido
a lo que cambia y fluye, no acertaría a decir nada,
aunque este decir sea un cantar.
|
18 - Y ya hemos mentado algo afín, muy afín de la
poesía, pues que anduvieron mucho tiempo juntas, la
música. Y en la música es donde más suavemente
resplandece la unidad. Cada pieza de música es una
unidad y sin embargo sólo está compuesta de fugaces
instantes. No ha necesitado el músico echar mano de un
ser oculto e idéntico a sí mismo, para alcanzar la
transparente e indestructible unidad de sus armonías. No
es la misma sin duda, la unidad del ser a que aspira el
filósofo a esta unidad asequible que alcanza la música.
Por el pronto esta unidad de la música está ya ahí
realizada, es una unidad de creación; con lo disperso y
pasajero se ha construido algo uno, eterno. Así el poeta
en su poema crea una unidad con la palabra, esas
palabras que tratan de apresar lo más tenue, lo más
alado, lo más distinto de cada cosa, de cada instante.
El poema es ya la unidad no oculta, sino presente; la
unidad realizada,
diríamos encarnada. El poeta no ejercita violencia
alguna sobre las heterogéneas apariencias y sin
violencia alguna también logró la unidad. Al igual que
la multiplicidad primero, le fue donada, graciosamente,
por obra de las carites. |
Y ya hemos mentado algo afín, muy afín de la poesía,
pues que anduvieron mucho tiempo juntas,
la
música.
-
Y en la música es donde más suavemente resplandece
la unidad.
-
Cada pieza de música es una unidad y sin embargo
sólo está compuesta de fugaces instantes.
-
No ha necesitado el músico echar mano de un ser
oculto e idéntico a sí mismo, para alcanzar la
transparente e indestructible unidad de sus
armonías.
No es la misma sin
duda, la unidad del ser a que aspira
el
filósofo
a esta unidad asequible que alcanza
la
música.
Por el pronto esta unidad de la música está ya ahí
realizada, es una unidad de creación; con lo disperso y
pasajero se ha construido algo uno, eterno.
Así el poeta en su poema crea una unidad con la
palabra, esas palabras que tratan de apresar lo más
tenue, lo más alado, lo más distinto de cada cosa, de
cada instante.
El poema es ya la unidad no oculta, sino presente;
la unidad realizada,
diríamos encarnada. El poeta
no
ejercita
violencia
alguna sobre las heterogéneas apariencias y sin
violencia alguna también logró la unidad. Al igual que
la multiplicidad primero, le fue
donada,
graciosamente,
por obra de las carites
(las gracias).
|
19 - Pero hay, por el pronto, una diferencia; así como
el filósofo si alcanzara la unidad del ser, sería una
unidad absoluta, sin mezcla de multiplicidad alguna, la
unidad lograda del poeta en el poema es siempre
incompleta; y el poeta lo sabe y ahí está su humildad:
en conformarse con su frágil unidad lograda. De ahí ese
temblor que queda tras de todo buen poema y esa
perspectiva ilimitada, estela que deja toda poesía tras
de sí y que nos
lleva
tras ella; ese espacio abierto que rodea
a
toda poesía. Pero aun esta unidad lograda aunque
completa, parece siempre gratuita en oposición a la
unidad filosófica, tan ahincadamente perseguida.
|
Pero hay, por el pronto,
una diferencia;
-
así como el filósofo si
alcanzara la unidad del ser, sería una unidad
absoluta, sin mezcla de multiplicidad alguna,
-
la unidad lograda del poeta
en el poema es siempre incompleta; y el poeta lo
sabe y ahí está su humildad: en conformarse con su
frágil unidad lograda.
-
De ahí ese temblor que
queda tras de todo buen poema y esa
perspectiva ilimitada,
estela que deja toda poesía tras de sí y que nos lleva
tras ella; ese espacio abierto que rodea a
toda poesía.
Pero aun esta unidad lograda aunque completa, parece
siempre
gratuita
en oposición a la unidad filosófica, tan ahincadamente
perseguida.
|
20 - El filósofo quiere lo uno, porque lo quiere todo,
hemos dicho. Y el poeta no quiere propiamente todo,
porque teme que en este todo no esté en efecto cada una
de las cosas y sus matices; el poeta quiere una, cada
una de las cosas sin restricción, sin abstracción ni
renuncia alguna. Quiere un todo desde el cual se posea
cada cosa, mas no entendiendo por cosa esa unidad hecha
de sustracciones. La cosa del poeta no es jamás la cosa
conceptual del pensamiento, sino la cosa complejísima y
real, la cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la
que hubo y la que no habrá jamás. Quiere la realidad,
pero la realidad poética no es sólo la que hay, la
que es; si no la que no es; abarca el ser y el no ser en
admirable justicia caritativa, pues todo, todo tiene
derecho a ser hasta lo que no ha podido ser jamás".
(MARÍA ZAMBRANO: Filosofía y poesía, México, F.C.E.,
1987, pp. 13-25).
|
El filósofo
quiere lo uno, porque lo quiere todo, hemos dicho.
Y
el
poeta
-
no quiere propiamente
todo, porque teme que
en este todo no esté en efecto cada una de las cosas
y sus matices;
-
el poeta quiere una,
cada una de las cosas sin restricción, sin
abstracción ni renuncia alguna.
-
Quiere un todo desde el cual se posea cada cosa, mas
no entendiendo por cosa
esa unidad hecha de
sustracciones. La cosa del poeta no es jamás
la cosa conceptual del pensamiento, sino la cosa
complejísima y real, la
cosa fantasmagórica y
soñada, la inventada,
la que hubo y la que no habrá jamás.
-
Quiere la realidad, pero la
realidad poética no es sólo la que hay,
la que es; si no la que no es; abarca el ser
y el no ser en admirable justicia caritativa, pues
todo, todo tiene derecho a ser hasta lo que no ha
podido ser jamás".
(MARÍA ZAMBRANO: Filosofía y poesía, México, F.C.E.,
1987, pp. 13-25). |
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