LOS ARGUMENTOS POR COMPARACIÓN O
ANALOGÍA I. EL ARGUMENTO A PARI |
Índice: |
La fuerza del argumento por analogía 1. Las diferencias son relevantes 3. Recurso a la ironía y el absurdo |
Procura encontrar argumentos estableciendo analogías con las cosas que has visto parecidas o diferentes al asunto del debate. Longino |
La comparacion del mismo grado:
el argumento A PARI Como
todo el mundo sabe, las experiencias repetidas nos invitan a generalizar por
inducción: Los gatos
son egoístas y perezosos. Los perros son leales y alborotadores. Una vez que disponemos de una regla general, podemos aplicarla ante cualquier caso nuevo del mismo género: Si compras un gato, será egoísta y perezoso. Ahora
bien: ¿qué podemos hacer cuando carecemos de regla porque no hemos conocido
ningún caso igual? Es la
primera vez que como lentejas. ¿Crees que me sentarán bien? En
tales situaciones, hurgamos en nuestra memoria o volvemos la vista a nuestro
alrededor en busca de algo parecido que nos sugiera la solución. Si te
sientan mal las alubias, será mejor que no tomes lentejas. No
sabe cómo le sentarán las lentejas, pero recuerda algo parecido a ellas que le
sentó mal, y piensa: Las
alubias me sentaron mal. Las
lentejas son semejantes a las alubias. Luego,
probablemente, las lentejas me sentarán mal. En un
argumento por analogía decimos: X es B
porque es como A, y los A son B. Aunque no
lo dice la ley de manera específica, se deben admitir mujeres en el Ejército,
porque tienen los mismos derechos que los hombres. Esta
manera de razonar funciona con el mismo automatismo involuntario de las
generalizaciones. Podemos decir que es nuestro segundo mecanismo lógico
automático, tan viejo como la aparición de la inteligencia en la especie
humana. Inferir
que algo válido en un caso particular, lo es también en otro similar al primero
constituye, sin duda, una de las principales y más primitivas formas de razonar
a partir de la experiencia. Lloyd. Necesitamos
alcanzar un libro de un estante alto. No disponemos de una silla, pero vemos
una caja y la tomamos para encaramarnos en ella. Si vale una silla valdrá una
caja pues, para lo que importa,
viene a ser lo mismo. Comparamos un caso con otro. Traemos el ejemplo conocido
como si fuera un testigo o una autoridad que nos alivie la duda, y decimos: A es P X es muy
parecido a A Luego X
será probablemente P (lo que vale para A valdrá probablemente para X) Con
este razonamiento, nuestras conclusiones solamente pueden ser probables. La
mera semejanza no permite afirmaciones categóricas. Siempre cabe que existan
diferencias no percibidas que den al traste con nuestra conclusión. En
suma: cuando nos encontramos ante un caso dudoso, oscuro o difícil de entender
porque carecemos de una regla que lo considere, tratamos de compararlo con algo
que forme parte de nuestra experiencia más familiar. El argumento analógico
salta de un caso a otro. Prueba un suceso particular con otro también
particular. De lo observado y conocido inferimos lo no observado y desconocido
apoyados en la semejanza que percibimos entre uno y otro. Si ayer
tardé treinta minutos en llegar al aeropuerto, supongo que hoy me costará lo
mismo. Sherlock Holmes— Si le habían seguido el primer día, yo me dije que le seguirían
también el segundo.[1] Se
le suele denominar argumento a simili
(semejante) o argumento a pari (igual), como lo llamaremos
nosotros junto con argumento por
analogía.[2] Los
puntos de apoyo del argumento analógico ·
Podemos
traer como ejemplo un caso aislado: La reforma de la enseñanza será un fracaso,
porque corresponde en sus puntos esenciales a la que se hizo en Francia y
fracasó. Este robo
probablemente lo ha realizado la banda del Cojo. Es muy parecido al robo que
cometió recientemente esta banda. ·
La verosimilitud del resultado se acentúa si, en lugar
de un ejemplo, disponemos de varios que
comparten las mismas características: La reforma de la enseñanza será un fracaso, porque corresponde en sus puntos esenciales a la francesa, que fracasó y no se diferencia en nada sustancial de las que se hicieron en Bélgica y en Dinamarca, que también fracasaron. ¡Oiga,
déjese de dudas! Tenemos registrados cuatro
robos del Cojo y todos son parecidos al que usted investiga. Con
cada ejemplo añadido multiplicamos nuestra capacidad persuasiva. Hacemos ver
(inducimos) que las cosas suelen suceder de una determinada manera y, en
consecuencia, que debemos esperar lo mismo para nuestro caso aunque no sea
exactamente igual a los anteriores. Es
necesario adoptar preparativos contra el Rey [persa] y no permitirle dominar
Egipto, porque ya antes Darío no atravesó el Ponto sin haber tomado Egipto, y de nuevo Jerjes no
realizó su ataque antes de tomarlo. Así que si el Rey toma Egipto atravesará el
mar, y por esa razón no hay que consentírselo. Aristóteles.[3] ·
En
fin, podemos traer, no ya los ejemplos aislados, sino toda una generalización que, aunque no se
refiera específicamente a nuestro problema, albergue otros parecidos. Lo mismo
hacemos con las normas morales o legales para extender su aplicación a casos
que no están incluidos de manera específica en ellas. Si está
prohibido fumar en clase, ¿puedo fumar en la biblioteca? Lo
que nos preguntamos es: ¿me alcanza la
regla? ¿puede aplicarse en mi caso? No existe más que un camino para
responder: buscar amparo en las semejanzas: Debiera
alcanzarme porque se trata de algo que viene a ser lo mismo. Si está
prohibido viajar con perros tampoco se permitirán gatos (que causan las mismas
molestias). Si el
conductor de un automóvil está obligado a usar el cinturón de seguridad, por la
misma razón debe estarlo el pasajero (que se expone al mismo riesgo). En
una palabra, la analogía nos autoriza a tratar casos diferentes como si
pertenecieran a la misma regla o,
dicho de otra manera, nos permite ampliar el alcance de una regla, de una
generalización, de una norma, de una ley, a los casos semejantes. Un
heredero no está obligado a reemplazar el esclavo que le haya sido legado en
usufructo y que perezca. Del mismo modo, si un edificio legado en usufructo se
derrumba o se deteriora, el heredero no está obligado a reconstruirlo o
repararlo (Cicerón).[4] La pena
que establecen las leyes contra el parricida, esa misma merecerá quien mata a
su madre. Quintiliano.[5] ¿Por
qué al que asesina a su hijo se le llamó también parricida? Pura analogía. Una regla que estaba prevista para quien
mata a sus padres se extendió al caso no previsto de quien asesina a su hijo. ________________________________________________________ En Resumen, para fundamentar
un argumento a pari podemos utilizar: - un caso aislado que sea semejante. - varios casos que vengan a decir lo mismo. - una regla, una norma, una ley que considere casos semejantes al nuestro. _____________________________________________ ¿De qué semejanzas hablamos?
Ha
aparecido ya en algunos ejemplos la frase por
la misma razón. Es el estandarte de los argumentos por analogía, la pértiga
que nos permite dar el salto característico de estos razonamientos, la
justificación de sus conclusiones. Podríamos haberla incluido en todos los
ejemplos: Si está
prohibido viajar con perros, por la misma razón debe estarlo en el caso de los
gatos. Si la
reforma educativa fracasó en Francia, por la misma razón fracasará aquí. ¿A qué
razón nos referimos? A aquella que sustenta nuestra afirmación en cada caso: La razón
por la que las alubias te sientan mal es que son leguminosas (igual que las
lentejas). La razón
por la que las sillas sirven para encaramarse es que ofrecen un apoyo alto y
sólido (igual que las cajas). La razón
por la que tardé treinta minutos en
llegar ayer al aeropuerto es que el tráfico era fluido (igual que hoy). Esta
razón suficiente para nuestras afirmaciones, es la misma razón que
buscamos en el caso dudoso: Si una
silla sirve por ser alta y sólida, la caja servirá también, por la misma razón. Si
una silla sirve, la caja servirá también porque viene a ser lo mismo: comparte
la misma razón suficiente que atribuimos al uso de las sillas. La identidad
de razón nos permite agrupar ejemplos diversos como si fueran miembros de una
misma regla, de una misma generalización: la de los que comparten la misma razón suficiente; por ejemplo, pretender
la tiranía: Si
Dionisio pide una guardia es que pretende la tiranía. Porque, en efecto, con
anterioridad también Pisístrato solicitó una guardia cuando tramaba esto mismo
y, después que la obtuvo, se convirtió en tirano, e igual hicieron Teágenes en
Megara y otros que se conocen. Todos estos casos sirven de ejemplo en relación
con Dionisio, del que todavía no se sabe si la pide para eso. Por consiguiente
todos estos casos quedan bajo la misma proposición universal de que, quien
pretende la tiranía, pide una guardia. Aristóteles.[6] Esta
es la única semejanza relevante para nuestra conclusión, la única que nos
importa, la que nos permite aplicar el mismo trato a casos que son desiguales,
comparar las sillas con las cajas, a Dionisio con Pisístrato, nuestra reforma
educativa con la francesa, y los médicos con los ingenieros: Si los
terroristas asesinan a un médico por no pagar el chantaje, todos los médicos se
sentirán en peligro, pero también los ingenieros, por la misma razón. Cuando las
barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Utilizamos
la expresión es tan como para señalar
esta semejanza relevante: Es tan molesto
como, tan inadecuado como, tan peligroso como, tan eficaz como, tan humano
como... ¿Y
cómo hacemos cuando se trata de aplicar por analogía una norma o una ley? En
estos casos, no nos conformamos con su sentido literal (la letra de la ley).
Sacamos a la luz su razón suficiente
(los juristas lo llaman ratio legis, ratio decidendi de una sentencia, espíritu de la ley, intención del
legislador, en otras palabras, aquello que señala la razón o motivo de la ley,
su causa, su finalidad): Está
prohibido fumar en el aula (porque
molesta a los no fumadores). Fumar en
la biblioteca molesta igual. Así,
pues, sea cual fuere nuestro punto de apoyo: un caso aislado, varios, una regla,
una norma, necesitamos desvelar (abstraer) su razón suficiente, y llamamos semejanza relevante a la que se funda
en la identidad de razón suficiente. Esta
es nuestra manera habitual de razonar. Hemos alambicado un poco la explicación
porque nos interesan los detalles. En realidad el razonamiento analógico se
produce de manera inconsciente en milésimas de segundo. Así ocurre, por
ejemplo, cuando un niño dice: no cabo, se
ha rompido, al aplicar por analogía una regla tácita de conjugación. ________________________________________________ En
resumen: un argumento de analogía
responde al siguiente esquema: Primera premisa: A es P y la razón suficiente para ello es R. Segunda: B
es semejante a A porque es tan R como A Conclusión:
Luego, B es probablemente P, por la misma razón que A. Los perros están prohibidos
en el museo porque molestan. Los gatos se parecen a los
perros en que molestan tanto como estos. Luego, probablemente los
gatos estarán prohibidos en el museo, por la misma razón. ____________________________________________________ Claro
está que nunca exponemos nuestra argumentación de una manera tan pomposa.
Habitualmente ofrecemos una síntesis del razonamiento (entimema): Si están
prohibidos los perros, lo estarán también los gatos por la misma razón. Las diferencias deben ser desdeñables
No tienen
todas las nereidas la misma cara, pero tampoco son muy diferentes, como debe
ser tratándose de hermanas. Ovidio.[7] Por
tratarse de casos semejantes, es
decir, iguales en algunas cosas y distintos en otras, bien pudiera ocurrir que
las diferencias propias del caso
impidan la aplicación de la regla. El niño se equivoca cuando piensa: si dicen comido, podré decir rompido,
porque el verbo romper forma una excepción. Nuestro argumento analógico
precisa, pues, no sólo buscar amparo en las semejanzas que hacen al caso, sino
asegurar que las diferencias son irrelevantes para la conclusión. Aunque una
caja no es una silla, sus diferencias no cuentan a la hora de encaramarse en
ella para alcanzar un libro. Pero pudiera ocurrir lo contrario si la caja es
excepcional (es pequeña, está apolillada... es decir, o no es alta o no es
sólida). Quien
ofrece un argumento de analogía presupone que las diferencias son desdeñables
porque no hacen al caso. Si una
piedra puede matar a un hombre corriente, ¿podrá matar al brujo de la tribu? Sí
señor. ¿La
regla que vale para todos alcanza también al brujo o, al contrario, los poderes
especiales del brujo (sus diferencias) lo eximen de la regla? El argumento
analógico dice que no cabe excepción, que la piedra lo matará, porque se olvida
de que es brujo, menosprecia las diferencias que no son significativas para el asunto. No considera que los poderes
del brujo sean relevantes para los efectos de una piedra contra su cabeza.
Idéntico menosprecio por las diferencias nos ofrecen san Juan Evangelista y
Shakespeare: Jesucristo— No es el discípulo sobre el maestro; si me persiguieron a mí, también a
vosotros os perseguirán.[8] shylock—
Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? Si nos
envenenáis ¿no morimos? Y si nos ofendéis ¿no nos vengaremos? Si en lo demás
somos como vosotros, también lo seremos en esto. ¿Dónde
quedan a estos efectos las diferencias entre un discípulo y su maestro, un
judío y un cristiano? El argumento de analogía proclama que, para lo que se
pretende concluir, lo único relevante son las semejanzas. Quien está
bajo el agua se ahoga y no importa si está muy profundo o muy somero. En el lenguaje coloquial, damos por supuestas las semejanzas y ponemos todo el énfasis en la ausencia de diferencias como si saliéramos al paso de las objeciones: Si puede reinar un varón ¿por qué no una hembra? ¿Cuál es la diferencia? Por el contrario, quien rechace el
argumento se apoyará en las diferencias y argüirá que las circunstancias del
caso hacen la comparación imposible: No es comparable, no es el mismo
caso... __________________________________________________ En resumen: Todos los
requisitos que exige un argumento de analogía se resumen en dos: las semejanzas
deben ser relevantes para la conclusión que se pretende, y las diferencias no. ___________________________________________________ La fuerza del argumento
analógico Como
ya hemos señalado, el argumento analógico no es concluyente. No demuestra nada.
Se limita a sugerir que las cosas son, probablemente, como se supone: El método
que propongo fue eficaz el año pasado. Supongo que lo será también ahora porque
este problema de hoy se parece mucho al que tuvimos entonces.
Si tiene una gripe intestinal curará pronto. Yo me he repuesto en cuatro días. Tal
vez, pero no lo sabremos hasta que la experiencia lo confirme o lo refute. Es
posible que algunas circunstancias inadvertidas determinen un resultado
diferente. ¿Para
qué nos sirve un razonamiento tan inseguro? Como todas las argumentaciones
indirectas, sirve para orientarnos cuando los hechos no están a nuestro
alcance. La analogía nos dice que algo es, probablemente, cierto, útil, justo o
prudente. No lo asegura, pero nos permite tomar decisiones y actuar con
fundamentos racionales. Como
es obvio, el argumento cobra más fuerza cuanto más sólida sea la semejanza y
más débil la diferencia. De ahí que toda analogía se fortalezca cuando: § Los ejemplos en que nos apoyamos son numerosos §
Tienen
distintos orígenes §
Existe
más de una semejanza relevante §
Es
menor el número de las diferencias §
La
conclusión es modesta. La verosimilitud
se refuerza cuado aportamos más de un ejemplo. Se acentúa la idea de que las
cosas ocurren de una manera determinada en los casos semejantes y, por tanto,
ocurrirán así en el nuestro. ¿Qué te hace suponer que vamos a entendernos si te has divorciado ya seis veces? Del
mismo modo resulta más persuasivo cuando los ejemplos son de origen diferente:
compras en diversas tiendas, ejemplos de diferentes nacionalidades... Los
premios literarios que conceden las editoriales, escoge la que quieras, en
España o en el extranjero, suelen ser meras operaciones comerciales de obras
sin valor literario. No esperes otra cosa de ese nuevo premio. Y,
naturalmente, la semejanza entre los casos comparados será mayor cuantos más
caracteres compartan. El asesinato
del concejal se ha producido en la puerta de su domicilio, mediante un tiro en
la nuca, con una pistola de calibre 9mm parabellum, por dos sujetos jóvenes que
han huido a pie. Todo ello suele ocurrir en los atentados de la banda terrorista
ETA. Por eso pienso que estamos ante otro asesinato de ETA. Falacias en los argumentos de analogía
Llamamos Falacia de Falsa Analogía, a todo argumento analógico que no se apoya
en una semejanza relevante u olvida diferencias cruciales que impiden la
conclusión. La refutación de una analogía
Hay
tres caminos para responder a una falsa analogía: 1. Porque
existen diferencias relevantes entre ambos casos. 2. Porque podemos
ofrecer otra analogía para el mismo ejemplo pero con una conclusión opuesta. 3. Por
reducción al absurdo. 1. Probar que la diferencia es más relevante que la semejanza para la
conclusión. Ctesipo— ¡Cuidado, Eutidemo! Tal vez, como dice el
proverbio, “no estás atando lino con lino”.[9] La mejor manera de arruinar un argumento que se apoya en las semejanzas consiste en destacar las diferencias: Es cierto que todas son ovejas, pero está usted mezclando las churras con las merinas. Esta es la manera habitual de rechazar un argumento analógico. Señalamos diferencias relevantes que hacen la comparación impracticable Efectivamente, Hircio fue honrado por César; pero estos honores
concedidos al talento y al mérito resplandecen. En cambio tú, [Marco Antonio],
que tampoco puedes negar haber sido honrado por el mismo César, ¿qué serías si
no te hubiese favorecido tanto? ¿A qué hubieras llegado por tu mérito? Cicerón.[10] ¡No
negamos las semejanzas! Existen, sin duda, pero no son relevantes. Nos limitamos
a señalar que hay diferencias significativas, por lo que deben ser considerados
casos distintos a los que no se puede juzgar con el mismo criterio. Tratar del
mismo modo situaciones desiguales es tan injusto como juzgar situaciones
iguales de modo diferente. Ha robado,
pero no es lo mismo robar a un rico que a un pobre. Este
atentado no es característico del IRA. Presenta diferencias que no parecen
casuales. Hoy se
tardará más en llegar al aeropuerto porque hay una huelga de transporte. En castellano
utilizamos los verbos discernir y distinguir para expresar la capacidad de
reconocer diferencias, disparidades, desigualdades entre cosas que parecen
semejantes en algunos aspectos. Una cosa
es un perro y otra es un gato. Las
reglas, los precedentes, los ejemplos que hacen referencia a los perros no son
aplicables en el caso de los gatos. No discutimos la regla o el ejemplo.
Señalamos, simplemente, que no va con nosotros, que existen diferencias
llamativas en el género, la naturaleza, el significado, la importancia, el
tiempo, el lugar, la persona, etc. que importan para la conclusión. No tienes
las mismas excusas que el otro. Porque injuriaste a los ciudadanos no habiendo
sido expulsado de la ciudad, sino conservando tus plenos derechos, y no por
fuerza, sino voluntariamente, ni por defenderte, sino por atacar. Isócrates.[11] En el aula
escolar no se permiten gritos, pero el patio se ha hecho, precisamente, para
que los niños se desahoguen. Lo
que vale como regla general para la escuela, no se debe aplicar en el patio. Un
argumento analógico diría que lo que vale para toda la escuela debe aplicarse
también en el patio. Quien lo rechace alegará que no se trata del mismo caso,
que el patio de la escuela no es como
el aula escolar. Es
aberrante que en política no se aplique la presunción de inocencia (a semejanza
de lo que ocurre en los tribunales de
justicia). Evidentemente
se trata de una comparación errónea. Se confunde la responsabilidad penal con
la responsabilidad política. La primera entiende de culpas y de inocencias. La
segunda no: la responsabilidad política es compatible con la inocencia. Las
diferencias son, pues, más importantes que las semejanzas. Si la
gente puede dejar el alcohol o el tabaco, ¿por qué no va a dejar la heroína? No son
situaciones comparables aunque se trate de adicciones en los tres casos. La
heroína crea un tipo de dependencia muchísimo más grave que las otras dos. Si en
ejercicio de mis derechos puedo expulsar de mi casa a un ladrón que ha entrado
contra mi voluntad y que me causará perjuicios, por la misma razón estoy
autorizada a expulsar el feto en el caso de un embarazo indeseado. Este argumento —escuchado en un debate
sobre el aborto— ha buscado una comparación en la que casen las semejanzas.
Pero se han minusvalorado las diferencias. Por ejemplo, que los ladrones entran
en casa contra nuestra voluntad y no mueren cuando se les expulsa. San
Agustín defendía que a los herejes que ofrecían resistencia era preciso
forzarlos, lo mismo que se hace con un frenético que no se deja atar, o un
letárgico que no quiere ser sacudido. Olvidaba una diferencia fundamental: los
herejes no habían perdido el uso de sus facultades. Claro está que Agustín,
como era un santo, pensaba de buena fe que los herejes no estaban en sus
cabales.[12] Un
filósofo australiano, Peter Singer, se ha convertido en el adalid de los derechos humanos de los simios: Los
derechos humanos los inventaron los seres humanos con un cierto nivel de racionalidad.
Pero una vez inventados, se aplicaron a todos los miembros de la especie,
incluyendo a los recién nacidos, a las personas discapacitadas
intelectualmente, etc. Por tanto, para ser coherentes, deberemos aplicarlos
también a los seres de otras especies que tienen al menos tanto nivel de
racionalidad como esas personas.[13] En
otras palabras: A los
seres humanos discapacitados les reconocemos derechos humanos. Algunos
simios son semejantes intelectualmente a los seres humanos discapacitados. Luego,
para ser coherentes, debemos reconocer derechos humanos a algunos simios. No
discutiremos las semejanzas. Nos bastan las diferencias. Los seres humanos
discapacitados son humanos, una condición en la que hemos decidido, por nuestro
propio bien, no hacer excepciones con ninguna criatura. Tal condición de
humano, y no la inteligencia, es la que fundamenta sus derechos. Los monos son
otra cosa. Para respetar su vida y su libertad no precisamos una carta de
derechos simiescos, sino imponernos obligaciones que los humanos podemos aceptar
porque no somos antropoides. El aceite, que es un líquido, aviva la llama, mientras que el agua, líquido también, la apaga. 2.
Ofrecer otra analogía
— Marte es
un planeta parecido a la Tierra. De modo que si en la Tierra existe vida, es
probable que en Marte también exista. —
(Diferencias) Las condiciones (humedad, presión, temperatura) que ofrece Marte
son incompatibles con la vida. — (Otra
analogía) En mi opinión, Marte se parece más a la Luna que a la Tierra. Proponemos, para el mismo ejemplo, otra analogía que sea más apropiada y, si es posible, que conduzca a una conclusión distinta u opuesta. Es una manera muy elegante de hacer ver que la comparación era incorrecta: El
presidente Reagan, en un discurso para solicitar fondos para la ayuda a la Contra nicaragüense, comparó a los contras con los patriotas
americanos que lucharon en la Guerra de
la Independencia. Un orador del Congreso, opuesto a la ayuda a los contras, comparó la situación de
Nicaragua con la guerra del Vietnam.[14] Cada
uno intenta sostener su propia analogía
resaltando semejanzas relevantes, y refutar la del contrario citando
diferencias significativas. Reagan: Lo razonable, en la Guerra de la
Independencia, hubiera sido ayudar a los patriotas americanos. La situación de los contras nicaragüenses es semejante a la de los patriotas
americanos. Luego, lo correcto en Nicaragua es ayudar a La Contra. Congresista: El error en Vietnam fue implicarse en un
conflicto civil ajeno. La situación de Nicaragua es un conflicto
civil ajeno (semejante a la de Vietnam). Luego,
intervenir en Nicaragua constituirá el mismo error. 3. El recurso a la ironía y al absurdo Los
ejemplos absurdos pueden ser de gran ayuda: Pretender
que algunos monos tienen derechos humanos porque son relativamente inteligentes
es como afirmar que los murciélagos ponen huevos porque vuelan. Una comida
soñada es muy parecida a las comidas verdaderas de que se alimentan los que
están despiertos; y no obstante ser tan parecidas, no se alimentan con aquel
manjar soñado los que están dormidos.[15] Hace
unos pocos años, los autores de un libro sobre socialismo, se quejaban de que
el manifiesto fundacional de Pablo Iglesias no estuviera en la historia de la
literatura española, donde por el contrario sí se encuentra algo parecido, como El libro de las fundaciones de Santa Teresa de Ávila.[16] Ante
quien pretende aplicar una ley o una regla general al pie de la letra, olvidando su espíritu, pueden servir bromas como las siguientes: — Si
alguien te golpease en la mejilla derecha, ofrécele la izquierda. — Es que
me han golpeado en la izquierda. — La ley
divina nos manda perdonar a nuestros enemigos. — Sí,
padre, pero no manda perdonar a nuestros amigos. En
Inglaterra un hombre fue acusado de bigamia, y su abogado lo salvó demostrando
que su cliente tenía tres mujeres.[17]
He
conocido a quien fue acusado ante el rey de haber puesto la mano encima a un sacerdote,
mas él lo negó con firmeza. En verdad, no le había atacado sino a puntapiés.[18] _______________________________________________________ En resumen: Podemos
refutar un argumento de analogía por
tres caminos: ·
Porque
existen diferencias relevantes entre ambos casos. ·
Porque
podemos ofrecer otra analogía para el mismo ejemplo pero con una conclusión
opuesta. ·
Por
reducción al absurdo. _______________________________________________________ El juego de las semejanzas y
las diferencias. Cuando se
trata de argumentar por analogía, se equiparan realidades (A y B) que nunca son
exactamente iguales: difieren, por ejemplo, en cuanto a X y coinciden en cuanto
a Y. La clave de su buen o mal uso radica, por ello, en si está o no
justificado que el término de comparación sea X o Y. Atienza.[19] Siempre
que topamos con una comparación cabe tanto la posibilidad de una analogía
(existe semejanza relevante) como la de su rechazo (son más relevantes las
diferencias): Sócrates—
¿Te parece que es una la salud del hombre y otra la de la mujer? Menón—
Me parece que es la misma. Sócrates—
¿Y la virtud, diferirá en algo por encontrarse en una mujer o en un hombre? Menón—
A mí me parece, Sócrates, que este caso es diferente.[20] Se puede
subrayar tanto una cosa como la otra porque en los argumentos por analogía pesa
extraordinariamente la voluntad de quien expone y de quien recibe el
razonamiento. Un razonamiento que, no lo olvidemos, se balancea entre las
semejanzas y las diferencias. semejanzas: Lo que es bueno para el Ayuntamiento de Madrid es bueno para el
Ayuntamiento de Barcelona. diferencias: No es lo mismo. El Ayuntamiento de Madrid soporta la carga de la
administración central del Estado. para rechazar la objeción: Sí es lo mismo, porque lo relevante es que los vecinos de Barcelona,
como habitantes de una gran urbe, padecen los mismos problemas que los vecinos
de Madrid. Marco catón— Nuestros antepasados nos enseñaban que, en los casos de vida o muerte
para el Estado, a los traidores cogidos en el acto de entenderse con el enemigo
se les ha reservado siempre una sola clase de castigo. Una sola. Y siempre la
misma. Julio césar (para señalar la diferencia)— Son ciudadanos y la ley Sempronia prohíbe
aplicar la pena de muerte a los ciudadanos de Roma. Cicerón
(para rechazar la diferencia)— Ya no son ciudadanos aquellos que el Senado ha
declarado enemigos de la patria. Nunca
es difícil, para quien se empeña, descubrir semejanzas o diferencias entre las
cosas: Conocida
es por proverbial la semejanza de un huevo a otro huevo, pero quien cría
gallinas sabe distinguir qué huevo pone cada una. Cicerón.[21] El problema de los políticos es tener que proponer cosas muy parecidas a las de sus adversarios de modo que parezcan completamente distintas. Mingote, en abc ________________________________________________________________ RESUMEN GENERAL DEL
ARGUMENTO A PARI I. La analogía es un razonamiento basado en la comparación entre semejantes. Trata de probar un suceso particular a partir de otro particular (un ejemplo), apoyado en la semejanza que existe entre ambos. II. Podemos emplear un sólo ejemplo o varios que abunden en lo mismo. El lugar del ejemplo puede ocuparlo una generalización, una regla, una ley u otro tipo de norma. Empleamos la analogía para reclamar que se extienda el alcance de la regla a los semejantes. III. El esquema del argumento analógico dice: A es P y la razón suficiente para ello es R B es semejante a A porque es igual en R y no hay nada excepcional en el caso que impida la conclusión. _________________________________________ B es P, por la misma razón que A. IV. La fuerza concluyente del argumento analógico depende de que la semejanza sea relevante y las diferencias no. V. La analogía cobra fuerza cuando: Los ejemplos en que nos apoyamos son numerosos Tienen distintos orígenes Existe más de una semejanza relevante Es menor el número de las diferencias La conclusión es modesta. VI. Llamamos Falacia de Falsa Analogía, a todo argumento analógico que no se apoya en una semejanza relevante u olvida diferencias cruciales que impiden la conclusión. VII. Se refuta: rechazando el ejemplo. subrayando las diferencias que puedan ser relevantes para la conclusión. con otra analogía. ______________________________________________________________ Vea ahora el diagrama de flujo para los argumentos por analogía. |