Afirma que
si se produce un
suceso aleatorio, sus probabilidades de aparecer
de nuevo
cambian significativamente. No quiero un billete de lotería acabado
en 9. Ya ha salido dos veces. Este fin de semana iremos a la playa. Los
dos ultimos ha llovido, así que ahora toca buen tiempo. Que algo aleatorio haya sucedido no modifica las probabilidades
futuras ni del mismo suceso ni de los restantes. Que una moneda caiga de cara
seis veces seguidas no garantiza que la próxima vez resulte cruz. Cada opción,
si no se modifican las condiciones, tiene y conserva su propia probabilidad per
saecula saeculorum. Es cierto que si lanzamos la moneda muchísimas veces
cabe esperar, estadísticamente, que los resultados se igualen, pero eso no
permite prejuzgar de qué lado caéra la moneda en el próximo lanzamiento. Don Quijote— Todas estas borrascas
que nos suceden son señales de que presto ha de serenarse el tiempo y han de
sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean
durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya
cerca. Véase también la Falacia de Confundir
los deseos con la realidad (Wishfull thinking). |
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Revisado:
mayo de 2005 |