-Frases y respuestas ásperas.
-Incapacidad de apreciar manifestaciones de buen humor.
-Hablar al oído de una persona delante de otra.
-Pedantería y perfeccionismo en la dicción.
-Espíritu de contradicción.
-Ser
meloso, adulador o pegajoso.
-Criticismo, murmuración, chismorreo.
-Hablar siempre en primera persona.
-Recordar fracasos a los demás.
-No
recordar nombres.
-Corregir a otro públicamente.
-No
saber escuchar.
-Falta de claridad y concisión.
-Hablar sin pausas.
-Responder a una pregunta con otra.
-Hacer discursos al hablar, hablar "ex cathedra"
-Hablar sin conocimiento de causa.
-Ser dogmático, tajante e inflexible.
-Monopolizar la conversación.
-Ser
insistente, terco o querellante.
-Cortar a otra persona mientras habla.
-Cambiar de tema constantemente.
|
-Inestabilidad en las reacciones.
-Cara inexpresiva de jugador de póker.
-Sonreír estúpidamente como expresión continua.
-Irritabilidad constante en tono de voz y en gestos.
-Presunción, engreimiento, fatuidad.
-Tono de voz desagradable por lo chillón.
-Mutismo y silencio prolongado.
-Forma de vestir desaliñada, amacarrada u hortera.
-Halitosis.
-Escuchar sólo lo que uno quiere oír.
-Transpiración abundante en el rostro.
-Saltar continuamente la mirada de un sitio a otro.
-Ser
muy sensible y vulnerable.
-Olor corporal.
-Hacer morisquetas y tics con la boca.
-Mostrarse siempre apurado y con prisas.
-Dar
la impresión de falta de higiene corporal.
-Actitud pesimista o preocupada.
-Mascar chicle, comer pipas, chupar caramelos.
-Dar
sensación de aburrimiento con bostezos.
-Pestañear continuamente.
-Encogerse de hombros con frecuencia.
|