1.2.
La vocación filosófica y
regeneracionista En 1897, terminado su bachillerato en Málaga, inició sus
estudios universitarios primero en Deusto y poco después en Madrid. Justamente
en una de las épocas más dadas a la sensibilidad en la vida de un hombre, los
quince años, el joven Ortega fue testigo de un acontecimiento histórico de la
mayor trascendencia, acontecimiento que llevó a toda una generación de españoles
a plantearse el problema de España. Este acontecimiento fue la pérdida de los
últimos restos del imperio colonial español. En 1898, por la Paz de París,
que daba término a la guerra hispano-norteamericana, España tuvo que ceder,
ante los jóvenes y potentes Estados Unidos de América (a los que en su día
había ayudado a alcanzar su propia independencia), sus últimas posesiones
coloniales: Cuba, Puer to Rico y Filipinas. Este acontecimiento funcionó en España como un
revulsivo de la conciencia nacional que llevó a las men tes más lúcidas del
momento (Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Antonio Machado y el propio Ortega) a
plantearse el problema de la decadencia física y/o moral de España. La
generación marcada por el desastre nacional, la generación del 98, centró
gran par te de sus esfuerzos intelectuales en la reflexión sobre la
etiologia(estudio de las causas) y el diagnóstico de la enfermedad de España Dentro del espíritu de su generación, Ortega toma
conciencia del problema de España y diagnostica que tal problema radica en el
individualismo de los hombres y las regiones de España, que no han sentido una
inquietud común por los asuntos nacionales. De ahí que proponga que la
regeneración de España sólo puede venir de la mano de una toma de conciencia
entusiasta de una misión nacional. Para que esta misión pueda ser llevada a cabo con éxito, Ortega propondrá la necesidad de la existencia de una élite intelectual - en la que él mismo se siente integrado - que, tomando lo mejor del mundo occidental, sepa «fomentar la organización de una minoría encargada de la educación política de las masas» (O.C., I, p. 302). De este modo es como el pensamiento del joven Ortega enlaza con el regeneracionismo * y con uno de los aspectos del krausismo * español. Aunque los presupuestos filosóficos de Ortega y los de los krausistas difieran notablemente, en la realización política y cultural de tales presupuestos ambos van a coincidir en varios puntos claves: que la situación de la España de la ópoca es negativa y por ello debe ser superada; que esta superación sólo puede realizarse recurriendo a la aclimatación a España del pensamiento europeo, y que para ello es necesaria la existencia de grupos dirigentes que permitan la puesta al día de la cultura española. Cfr “P.J. CHAMIZO, “Ortega y la cultura española” Edit. CINCEL . págs.29ss |