Fray Bartolomé de las Casas
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En pocas palabras
Crónica de su vida (Cfr. Enciclopedia Universal Micronet) Primera etapa de su vida
Entre tanto, Bartolomé, que había iniciado los estudios primarios en la escuela catedralicia situada en el colegio de San Miguel, tuvo una breve experiencia militar como soldado en las milicias de la ciudad de Sevilla, enviadas a combatir en 1497 la primera sublevación de los moriscos granadinos. Parece que, de regreso a Sevilla, adquirió sólidos conocimientos de latín en la academia catedralicia dirigida por Nebrija. Al regresar su padre de las Indias en 1499, le trajo como regalo un indio taíno, que permanecería con él hasta que le fue incautado a mediados de 1500, por decreto de Isabel La Católica que ordenaba devolver a sus tierras de origen a todos los indígenas que los conquistadores hubieran traído consigo. Al comienzo de 1502, Bartolomé de Las Casas se embarcó para las Indias junto a su padre y su tío, en la flota del nuevo gobernador Nicolás de Ovando. Tenía entonces 28 años y había realizado estudios religiosos pero aún no se había ordenado sacerdote. Iba movido por un ideal de extensión evangélica, y por la sed de aventuras y el afán de riquezas y experiencias nuevas propias de un espíritu inquieto.
Allí tuvo ocasión de escuchar las protestas de los dominicos fray Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos, que denunciaban el maltrato infligido a los indígenas, situación que condujo a ambos frailes a viajar a España para defenderlos, logrando con sus gestiones favorecer la revisión y moderación de las Ordenanzas de Burgos sobre el trabajo de los indígenas, fechadas en Valladolid el 26 de julio de 1513. Las leyes castellanas habían declarado a los indígenas súbditos libres de la Corona, aunque sometidos a tutela, por lo que tenían derecho a su libertad personal y la posesión de sus bienes. Por otra parte, sólo admitían que trabajasen para los conquistadores voluntariamente, a cambio de un salario y atención espiritual. Esta situación no fue aceptada por los encomenderos, por lo que la separación entre la ley y la praxis marcaría la conquista y colonización del Nuevo Mundo. 2ª etapa de su vida: a partir de la conversión.
Cuando Las Casas, que había sido nombrado en septiembre de 1516 procurador de los indígenas, llega a La Española en enero de 1517, se ve bloqueado por las maniobras de sus adversarios, situación que le obliga a regresar a España.
Su defensa de los indios lo convirtió en una grave amenaza para las autoridades españolas comprometidas en la explotación de los indígenas. Tras lograr de un encomendero que en su lecho de muerte libertara a sus indígenas y restituyera sus extorsiones, el sobrino de aquel, Pedro de Vadillo, consiguió que la Audiencia de La Española, de la que era oidor, le recluyera en el convento de Santo Domingo, con aprobación del Consejo de Indias. No obstante, su actuación en el sometimiento pacífico del cacique indio Enriquillo, sublevado desde 1519, movió a la Audiencia a relajar su reclusión El 19 de mayo de 1520, Carlos I firma en La Coruña la "Capitulación para poblar la costa de Paria concedida a su capellán Bartolomé de Las Casas", mediante la cual se comprometía a colonizar y evangelizar una franja de costa de 300 leguas desde Paria en Venezuela hasta Santa Marta en Colombia y a fundar tres ciudades con privilegios para sus pobladores sin excluir el tráfico de otros españoles. En esa capitulación se declaró la libertad personal de los indígenas. Las Casas zarpó de Sevilla en diciembre de 1520, pasando a Puerto Rico en enero de 1521 y luego a Santo Domingo. A principios de 1521 emprendió viaje con sus labradores españoles hacia San Juan de Puerto Rico. Su idea era establecer en Paria a esos labradores y propiciar de manera pacífica el acercamiento a los indios que, conservando plenamente su libertad, escucharían la predicación del Evangelio y, sin violencia alguna, como la gente de otros muchos lugares, aceptarían al rey de España como el suyo propio. Al principo le fue bien, pero tras una revuelta de los indios, llegó el fracaso. A finales de 1521, tras fracasar, reemprendió viaje a Santo Domingo. Allí tuvo conocimiento de los sucesos acaecidos en Cumaná, en el oriente venezolano, donde los indígenas habían destruido dos misiones y habían dado muerte a religiosos y españoles en venganza por una expedición esclavista realizada en septiembre del año anterior. Dadas las circunstancias se vio obligado a asociarse con Diego Colón y los miembros de la Audiencia de Santo Domingo, permitir la esclavización de los indígenas caníbales que se encontraran y ceder parte de los beneficios de la colonización a cambio de que le dieran el apoyo militar de la hueste de Gonzalo de Ocampo y le mantuvieran en el mando de la expedición. Su intento de colonización pacífica fracasará, tanto por la poca receptividad de los indígenas como por las incursiones esclavistas hechas en su ausencia, que provocaron el ataque y destrucción de la misión en enero de 1522.
En cambio Bartolomé
El veredicto, en realidad, no le dió la razón a ninguno. Tercera etapa de su vida Bartolomé se hallaba desengañado, aunque no todavía vencido ni cansado. Se dedica ahora a dejar contancia de sus ideas y de su experiencia americana por escrito. Se dedica a escribir y a publicar sus escritos. A esta época pertenecen muchas de sus obras. En esta época más que a la polémica se dedica a la reflexión y persuasión racional: sus escritos son más largos y menos apasionados. En febrero de 1564 realizó su testamento en el convento de Nuestra Señora de Atocha de Madrid. Aunque contaba ya con 90 años, todavía pudo escribir un memorial al Consejo de Indias reafirmándose en su defensa de los naturales del Nuevo Mundo. Fray Bartolomé de las Casas murió el 17 de julio de 1566 en el mencionado convento de Madrid, siendo sepultado en la capilla mayor. Sus restos fueron llevados más tarde al convento dominico de San Gregorio en Valladolid. Algunas ideas en resumen
La polémica En julio de 1550 se reunió en Valladolid una junta de teólogos, expertos en derecho canónico y miembros de los Consejos de Castilla y de las Indias, con el propósito de discutir la forma de proceder en los descubrimientos, conquistas y población de las Indias. En ella participaron, además de Las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda, fray Domingo de Soto, fray Melchor Cano y fray Bartolomé Carranza. De allí surgió la memorable polémica entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda.
El Consejo de Indias acogió las ideas de Las Casas y falló en su favor el 11 de abril de 1551, aunque, en opinión de José Luis Abellán, "la famosa polémica terminó sin una victoria clara para ninguna de las partes."(Historia del pensamiento español) Algunos textos
"
BREVISIMA RELACION DE LA DESTRUYCION DE LAS INDIAS` Ed. ER. SEVILLA
1951
En
estas ovejas mansas y de las calidades susodichas por su hazedor e
criador assí dotadas, entraron los españoles desde luego que las
conocieron como lobos e tigres y leones crudelíssimos de muchos días
hambrientos. Y otra cosa no han hecho de quarenta años a esta parte
hasta oy e oy en este día lo hazen, sino despedaçallas, matallas,
angustiallas, afligillas, atormentallas y destruyllas por las estrañas y
nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leydas ni oydas maneras de
crueldad, de las quales algunas pocas abaxo se dirán en tanto grado, que
aviendo en la ysla española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no
ay oy de los naturales della dozientas personas. La ysla de Cuba es
quasi tan luenga como desde Valladolid a Roma, está oy quasi toda
despoblada. La ysla de sant Juan c la de Jamaica yslas muy grandes e muy
felices e graciosas, ambas están assoladas. Las yslas de los Lucayos que
están comarcanas a la española e a cuba por la parte del norte, que son
más de sessenta con las que llamavan de Gigantes e otras yslas grandes c
chicas e que la peor dellas es más fértil e graciosa que la huerta del
Rey de sevilla, c la más sana tierra del mundo, en las quales avía más
de quinientas mil ánimas, no ay oy una sola criatura. Todas las mataron
trayéndolas e por traellas a la ysla española, después que vían que se
les acabavan los naturales della Andando un navío tres años a rebuscar
por ellas la gente que avía, después de ayer sido vendimiadas, porque un
buen christiano se movió por piedad para los que se hallassen
convertillos e ganallos a christo, no se hallaron sino onze personas,
las quales yo vide. E tras más de treynta yslas que están e:¡ comarca de
la ysla de sant Juan por la mesma causa están despobladas e perdidas.
Serán todas ellas yslas de tierra más de dos mil leguas, que todas están
despobladas e desiertas de gente.
De la gran tierra firme somos ciertos que nuestros
españoles por sus crueldades y nefandas obras, an despoblado y assolado
y chic están oy desiertas estando llenas de hombres racionales más de
diez reynos mayores que toda españa, aun que entre Aragón y Portugal en
ellos, y más tierra que ay de Sevilla a Jherusalem dos vezes, que son
más de dos mil leguas.
Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos
quarenta años por la dichas tiranías e ynfernales obras de los
christianos ynjusta y tiránicamente, más de doze cuentos de ánimas
hombres y mugeres y niños y en verdad que creo sin pensar engañarme que
son más de quinze cuentos.
Dos
maneras generales y principales an tenido los que allá an passado que se
llaman christianos, en estirpar y raer de la haz de la tierra a aquellas
miserandas naciones. La una por injustas, crueles, sangrientas y
tiránicas guerras. La otra después que an muerto todos los que podrían
anhelar, o sospirar, o pensar en libertad, o en salir de los tormentos
que padecen, como son todos los señores naturales y los hombres varones
(porque comúnmente no dexan en las guerras a vida sino los moços y
mugeres) oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera servidumbre en
que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras
de tyranía infernal se reduzen e se resuelven, o subalternan como a
géneros todas las otras diversas y varias de assolar aquellas gentes que
son infinitas.
La
causa porque han muerto y destruydo tantas y tales e tan infinito número
de ánimas los christianos, ha sido solamente por tener por su fin último
el oro y henchirsc de riquezas en muy breves días, e subir a estados muy
altos e sin proporción de sus personas (conviene a saber) por la
insaciable cudicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en
el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas, e
las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a subjetarlas, a
las quales no han tenido más respecto ni dellas han hecho más cuenta ni
estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo)
no digo que de bestias (porque pluguiera a dios que como a bestias las
ovieran tractado y estimado) pero como y menos que estiércol de las
plaças. Y assí han curado de sus vidas e de sus ánimas, e por esto todos
los números e cuentos dichos han muerto sin fee e sin sacramentos. Y
ésta es una muy notoria e averiguada verdad, que todos aunque sean los
tiranos e matadores la saben e la confiessan, que nunca los yndios de
todas la yndias hizieron mal alguno a christianos, antes los tuvieron
por venidos del cielo, hasta que primero muchas vezes ovieron recebido
ellos, o sus vezinos muchos males, robos, muertes, violencias y
vexaciones dellos mesmos.
DE LA YSLA
ESPAÑOLA
En la ysla española que
fue la primera como deximos donde entraron christianos e començaron los
grandes estragos e perdiciones destas gentes e que primero destruyeron y
despoblaron, començando los christianos a tomar las mugeres e hijos a los
yndios para servirse e para usar mal dellos
e comerles sus
comidas que de sus sudores e trabajos salían no contentándose con lo que los
yndios les davan de su grado conforme a la facultad que cada uno tenía que
siempre es poca, porque no suelen tener más de lo que ordinariamente han
menester e hazen con poco trabajo, e lo que basta para tres casas de a diez
personas cada una para un mes, come un christiano e destruye en un día, e
otras muchas fuerzas e violencias e vexaciones que les hazían, començaron a
entender los Yndios que aquellos hombres no dcvían de aver venido del cielo.
Y algunos escondían sus comidas, otros sus mujeres e hijos, otros huyanse a
los montes por apartarse de gente de tan dura y terrible conversación. Los
christianos dávanles de bofetadas c puñadas y de palos hasta poner las manos
en los señores de los pueblos. E llegó esto a tanta temeridad y
desvergüença, que al mayor rey señor de toda la Ysla un capitán christiano
le violó por fuerça su propia muger. De aquí començaron los Yndios a buscar
maneras para echar los christianos de sus tierras, pusiéronse en armas que
son harto flacas e de poca offensión e resistencia y menos defensa (por lo
qua! todas sus guerras son poco más que acá juegos de cañas e aún de niños)
los christianos con sus caballos y espadas e lanças comienzan a hazer
matanças e crueldades estrañas en ellos.
Entravan en los pueblos ni dexavan niños ni viejos ni mugeres preñadas ni
paridas que no desbarrigaban e hazían pedaços, como si dieran en unos
corderos metidos en sus apriscos. Hazían apuestas sobre quién de una
cuchillada abría el hombre por medio, o le cortava la cabeça de un piquete,
o le descubría las entrañas. Tomavan las criaturas de las tetas de las
madres por las piernas e davan de cabeça con ellas en las peñas. Otros davan
con ellas en ríos por las espaldas riendo e burlando e cayendo en cl agua
dezían bullír cuerpo de tal, otras criaturas metían a espada con las madres
juntamente e todos quintos delante de sí hallavan. Hacían unas horcas largas
que juntassen casi los pies a la tierra, e de treçe en treçe a honor y
reverencia de nuestro redemptor e de los dote apóstoles poniéndoles leña e
fuego los quemavan bivos. Otros atavan, o liavan todo el cuerpo de paja
seca, pegándoles fuego assí los quemavan. Otros y todos los que querían
tomar a vida cortávanles ambas manos y dellas llevavan colgando, y dczíanles
andad con cartas (conviene a saber) lleva las nuevas a las gentes que
estavan huydas por los montes. Comúnmente matavan a los señores y nobles de
esta manera, que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atávanlos
en ellas y poníanles por debaxo fuego manso, para que poco a poco dando
alaridos en aquellos tormentos desesperados se les salían las ánimas.
Una vez
vide que teniendo en las parrillas quemándose quatro, o cinco principales y
señores (y aún pienso que avía dos, o tres pares de parrillas donde quemavan
otros) y porque davan muy grandes gritos y davan pena al capitán, o le
impidían el sueño, mandó que los ahogassen, y el alguazil que era peor que
verdugo que los quemava (y sé cómo se llamava y aún sus parientes conocí en
sevilla) no quiso ahogallos, antes les metió con sus manos palos en las
bocas para que no sonassen, y atizóles el fuego hasta que se asaron de
espacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras
infinitas. Y porque toda la gente que huyr podía se encerrava en los montes
y subía a las sierras huyéndose de hombres tan ynhumanos, tan sin piedad y
tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linage humano,
enseñaron y amaestraron lebreles perros bravíssimos que en viendo un yndio
lo hazían pedaços en un credo. Y mejor arremetían a él lo comían que si
fuera un puerco. Estos perros hizieron grandes estragos y carnecerías. Y
porque algunas vezes, raras y pocas matavan los yndios algunos christianos
con justa razón y santa justicia, hizieron ley entre sí, que por un
christiano que los yndios matassen, avían los christianos de matar cien
yndios.
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